Contra Europa
Abstenerse violaría la credibilidad europea del PSOE ante todos
Aún puede hoy el PSOE evitar un desaguisado descomunal. Puede reconsiderar la intención de abstenerse en la ratificación parlamentaria del nuevo —y magnífico— acuerdo de la UE con Canadá: más comercio, más inversiones, más crecimiento y más empleo.
¡Con Canadá, el país, junto a los escandinavos, de entraña más socialdemócrata! ¡Y cuyo primer ministro, Justin Trudeau, encarna la contrafigura norteamericana de Donald Trump! ¿Tratar con él y su gente nos perjudica?
Más que el impacto doméstico del asunto importa el europeo.
Abstenerse equivaldría a desdeñar el consenso laboriosamente alcanzado por 28 Gobiernos democráticamente elegidos.
A echar por la borda los trabajos de debate y mejora técnica de un texto que diluyeron las fuertes prevenciones de una región en declive, Valonia, y la timidez de su Gobierno central, el belga.
A menospreciar a la Comisión Europea y a su comisaria liberal más progresista, Cecilia Malström, que ha protegido la autonomía del modelo social/ambiental europeo en los acuerdos comerciales.
A aislarse del Parlamento Europeo —que lo votó con holgura— y de sus indicaciones para la política comercial (cuando el debate del TTIP con EE UU), que auspició el socialdemócrata Martin Schulz.
A afrentar a la mayoría del socialismo continental. Por cierto que la minoría más refractaria al pacto, el socialismo francés, se evaporó: requiescat in pace, RIP.
Abstenerse violaría la credibilidad europea del PSOE ante todos. Esa que a trancas y barrancas recuperaba tras negar su voto a la Comisión Juncker, rompiendo sus compromisos continentales, aquel costoso gesto de supuesta izquierda. ¿Cotiza poco el europeísmo ante el debate provinciano español? Pregúntenle a Emmanuel Macron.
Abstenerse desconcertaría a sus electores, sabedores de que antes votó a favor en Estrasburgo y en el Congreso.
Abstenerse con las argucias aducidas (son falsas: el arbitraje es público, el modelo social se garantiza) traería mal agüero a los próximos tratados: México, Chile, Japón... Ayudaría a los proteccionistas extremistas, de cuyos nombres no quiero acordarme.
Abstenerse de más Europa —justo cuando Europa vuelve—, equivale de hecho a ir contra Europa.
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