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Columna
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Egipto contra Etiopía, ¿la próxima guerra del agua?

La disputa por el caudal del Nilo se agrava a medida que progresa el gran embalse etíope

Un grupo de falúas navega por el Nilo
Un grupo de falúas navega por el NiloCORBIS

Poco a poco, se va agotando el plazo de tiempo disponible para alcanzar un pacto entre los Gobiernos de Egipto y Etiopía en su conflicto sobre la distribución del agua del río Nilo. Según los expertos, el proceso de construcción de un gran embalse en Etiopía, bautizado como del “Renacimiento”, ha superado ya el 60% de las obras sin que las posiciones de ambos países se hayan acercado ni un ápice. Y no será por falta de reuniones entre sus respectivos dirigentes, ni por el lanzamiento de comisiones de estudio, que hace más de cuatro años se suceden de forma regular.

Los argumentos de ambos son comprensibles. Para el desértico Egipto, el agua del Nilo es prácticamente la única fuente natural de agua potable, además, imprescindible para un sector clave en su economía, la agricultura, la que vive el 55% de la población según la FAO. Así pues, no es de extrañar que el presidente Abdelfatá al Sisi definiera el agua del Nilo como “cuestión de seguridad nacional”. Etiopía, en cambio, goza de abundantes lluvias anuales, pero necesita multiplicar su producción de electricidad para sostener la aceleración de su desarrollo. De ahí, su apuesta por la presa, que será la mayor planta hidroeléctrica de África.

El principal tratado internacional que regula la distribución del agua del Nilo fue firmado durante los tiempos del Imperio Británico y beneficia a Egipto claramente sobre los otros nueve países de su cuenca. El Cairo dispone de casi el 65% de su caudal. Por eso, la mayoría de estos Estados quiere renegociar el tratado y apoyan a Etiopía en la disputa. La estrategia de Addis Abeba ha sido mostrarse dispuesto a negociar con Egipto, pero sin frenar la construcción, probablemente guiándose por una política de hechos consumados. Aunque el Gobierno egipcio apuesta por un entente, a medida que avanza la edificación se oyen voces que defienden un ataque aéreo que destruya el embalse. El bombardeo suscitaría una amplia repulsa internacional y por eso al Sisi la rechaza. No obstante, los tambores de guerra retumbarán con mayor fuerza cuando la construcción se acerque a su fase final.

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