Películas y actores negros que deben optar al Oscar para evitar otro #OscarSoWhite
Tras las denuncias de 2016, el año pasado los premios de la Academia fueron valientes y comprometidos. ¿Estarán 'Detroit', 'Déjame salir,' Octavia Spencer o Idris Eba presentes en la próxima edición?
El año pasado Hollywood quiso demostrar que estaba por encima de las acusaciones que se habían vertido alrededor de los Oscar tras las denuncias públicas sobre la escasa presencia de directores, actrices y actores afroamericanos representados tanto en las nominaciones como en los galardones. Quizás por eso, premiaron el drama indie Moonlight por encima de La La Land (La ciudad de las estrellas), por fin hicieron justicia con Viola Davis dándole el Oscar a la mejor actriz secundaria por Fences y ensalzaron el trabajo de Mahersala Ali en la cinta ganadora. Y es que un mínimo de ecuanimidad, cuando los trabajos lo merecen, nunca viene nada mal.
Puede que fueran unos Oscar marcados por el momento de tensión política que el país atravesaba tras el ascenso de Donald Trump al poder y toda la batería de injustificables declaraciones y primeros avisos de lo que sería su mandato, que comenzó a aplicar en torno a la inmigración y las minorías étnicas. Pero precisamente por eso, fueron unos Oscar necesarios, valientes y comprometidos con la realidad de un momento de incertidumbre en el que era necesario tomar una posición clara.
Sin embargo, ¿qué queda de todo ese baño reivindicativo en el que nos sumergimos hace apenas doce meses? ¿Es posible que toque retroceder de nuevo al hastag #OscarSoWhite en esta edición?
Lo cierto es que, si repasamos las favoritas de este año antes de que comience la temporada de premios, el escenario podría no ser demasiado halagüeño.
Sobre todo, si tenemos en cuenta que la máxima favorita para conseguir un buen puñado de estatuillas en todos los apartados habidos y por haber, sería una cinta comprada por Netflix, Mudbound, y ya sabemos lo caldeado que está el ambiente a la hora de valorar tanto en festivales como en ceremonias de premios aquellas producciones integradas en las plataformas digitales que han encontrado a través de la pantalla doméstica una nueva forma de distribución.
El caso de Mudbound puede ser una excepción. La película se presentó en el Festival de Sundance donde cosechó excelentes críticas y más tarde pasó por Toronto, con la misma repercusión. Acaba de ser premiada en los Premios Gotham que han destacado su reparto coral compuesto por Carey Mulligan, Garrett Hedlund, Jason Clarke, Mary J. Blige, Rob Morgan o Jonathan Banks. Y también estará presente en los Independent Spirit Awards y en los Satellites. Además, se ha estrenado en cines.
En realidad, los Oscar tienen en sus manos la posibilidad de apuntarse un tanto con esta película que, además de ser una indiscutible gran obra, está dirigida por una mujer afromericana, Dee Rees, que tras haber debutado con la estupenda Pariah en 2011, en la que reflexionaba en torno a la identidad de una joven de 17 años dentro de una atmósfera opresiva, ahora confirma que su talento puede expandirse en forma de “gran película americana” heredera de las mejores adaptaciones épicas sobre las raíces más perversas de su pueblo en relación al odio racial.
La película, basada en una novela de Hillary Jordan, nos sitúa en el periodo que nos lleva desde el inicio de la II Guerra Mundial hasta su término, y lo hace a través de dos familias que se encuentran obligadas a convivir en unas tierras de cultivo de algodón del Misisipi: una blanca, propietaria de la finca, y otra negra, cuyos miembros tienen la esperanza de liberarse pronto de las ataduras de servilismo para ser dueños de su propio destino. La relación de poder que establecen los McAllan sobre los Jackson se hace todavía más siniestra cuando se pone de manifiesto el odio enraizado que todavía pervive en la generación a la que pertenece el patriarca (un escalofriante Jonathan Banks), que continúa demostrado a través de la humillación constante y la represión a la que somete a sus vecinos, de qué manera continuaba perpetuándose la ideología esclavista que terminaría desembocando en el fanatismo religioso del Ku Klux Klan.
Pero el choque más interesante de la película viene representado en la figura de los dos jóvenes soldados que regresan tras haber servido en la guerra. Jaime (Garreth Hedlund), a pesar de haber sido coronado como héroe de guerra, tendrá que sufrir las heridas del estrés postraumático que lo ha dejado devastado emocionalmente, mientras que Ronsel (Jason Mitchell), después de haber conocido el respeto y la igualdad en el terreno de batalla, tendrá que desechar todas las ideas de modernidad aprendidas en Europa cuando vuelva a su hogar y sea de nuevo tratado como un ser inferior.
Resulta curioso cómo la madre de Ronsel (una extraordinaria Mary J. Blige, que este año merece nominación), reza por su hijo durante la contienda para que vuelva sano y salvo a casa sin saber que el verdadero infierno, la lucha más cruenta, se librará cuando regrese a ese nido de intolerancia y racismo que continuaba siendo la Norteamérica sureña. Una paradoja que los americanos salieran a luchar contra los nazis cuando la ideología de ultraderecha se mantenía arraigada en su más profunda idiosincrasia.
Y es que no hace falta escarbar en el pasado para apreciar de qué manera la semilla de la discriminación y el odio racial en los Estados Unidos se mantiene presente. En una película como Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, el policía interpretado por Sam Rockwell, representa a la perfección ese germen de desprecio hacia la comunidad afroamericana que sigue latente en el subsuelo a través de ese sentimiento de superioridad blanca que inevitablemente termina manifestándose a través de la violencia.
Otra de las películas clave este año que se han adentrado en la xenofobia palpitante de la sociedad americana para, de alguna manera, tender puentes de unión entre los acontecimientos pretéritos y algunos de los lamentables sucesos que marcan nuestra actualidad, es Detroit, de Katryn Bigelow. La directora se adentra en los acontecimientos que tuvieron lugar en la ciudad de Michigan en julio de 1967 cuando después de unos disturbios callejeros, un grupo de policías hicieron uso de su autoridad para asesinar a sangre fría a varios ciudadanos de color.
Si la directora encontró el beneplácito de la Academia hace unos años gracias a En tierra hostil (2008), no parece muy probable que sea respaldada en esta ocasión por esta visión demasiado incómoda (la película parte de un trazo documental para virar hacia el terror a causa de su extrema virulencia), de un episodio que supone una deshonra no solo para las fuerzas del orden, que continúan protagonizando episodios que ponen de manifiesto su uso de la violencia contra personas de color, sino para una sociedad que acaba de votar de manera mayoritaria a un presidente que perpetúa los valores de discriminación étnica.
Mucho más liviana pero no por eso menos vitriólica resulta Déjame salir, película de minúsculo presupuesto que se ha convertido en uno de los sleepers de la temporada y que se encarga de destapar, a través de un mecanismo satírico de alta precisión y unas dosis de humor de lo más corrosivas, que muchos de los clichés marcados a fuego en el subconsciente colectivo en torno a los que se sustentan las relaciones entre blancos y negros en EEUU, continúan estando más presentes de lo que deberían, tiñendo la cotidianeidad de un halo siniestro y macabro.
Quizás el mayor logro de la película de Peele haya sido convertir ese estado de malestar y zozobra que continúa presente en la comunidad afroamericana en una comedia fresca, pero con un alto contenido subversivo que ha calado en las audiencias más jóvenes. A raíz de la categorización de la película como comedia en los próximos Globos de Oro, el director declaraba que él la considera más cercana al género documental o del biopic histórico. Y que, con ella, solo deberían reírse los negros.
En el apartado de actores estos son algunos de los favoritos (sin contar con los repartos de Detroit y Mudbound)
Denzel Washington. Sí, otra vez. Puede que a algunos les dé pereza, pero continúa siendo el mejor intérprete de su generación. En esta ocasión presenta Roman J. Israel, Esq en la que se mete en la piel de un idealista abogado defensor que se enfrentará a una situación extrema que le hará sumergirse a una crisis interna de valores.
Chadwick Boseman. El próximo Black Panther de Marvel Studios está en muchas apuestas gracias a Marshall, en la que interpreta a otro abogado (que más tarde se convertiría en el primer juez afroamericano de la Corte Suprema de Estados Unidos) que en los años 40 defendió a un hombre de color acusado de violar a una mujer blanca.
Idris Elba. El eterno aspirante. Después de que las nominaciones pasaran por encima de su espectacular interpretación en Beast of No Nation (recordemos, ninguneada por ser original de Netflix), en esta ocasión vuelve a brillar en la ópera prima de Aaron Sorkin titulada Molly’s Game en la que ejerce de… de nuevo, abogado, que defiende a una mujer (Jessica Chastain) que parece haber adquirido una gran fortuna de manera ilegal.
Laurence Fishburne. Junto con Bryan Cranston y Steve Carell, protagoniza lo nuevo de Richard Linklater, The Flag Flying, una comedia de Amazon Studios sobre tres veteranos de la guerra de Vietnam que se reúnen para enterrar al hijo de uno de ellos fallecido en Iraq. Está basada en El último deber, de Hal Hasby con Jack Nicholson.
Octavia Spencer. Siempre borda sus papeles. Ya consiguió el Oscar a la mejor actriz secundaria por Criadas y señoras, y este año merece ganar el premio gracias a su maravillosa actuación en La forma del agua, el delicioso nuevo cuento en torno a la reivindicación de la diferencia de Guillermo del Toro.
Regina Williams. La protagonista de la película española La vida y nada más, se acaba de colar en las nominaciones a los Spirits Awards como mejor actriz protagonista. Y es que el filme de Antonio Méndez Esparza entronca a la perfección con trabajos de carácter social y a medio camino entre la ficción y el documental, como The Florida Project, que se encargan de destapar las miserias esos seres indefensos que se mueven en los márgenes de la nueva era Trump. El personaje de Regina es uno de los retratos femeninos más potentes que seguramente veremos este año en cines.
El de una mujer sola que tiene que sacar adelante a su familia mientras su marido permanece encarcelado, que ve cómo su hijo se encuentra abocado a seguir los pasos de su padre a pesar de sus esfuerzos por encauzarlo, que se niega a creer en el amor porque los hombres le han engañado demasiadas veces. Un personaje riquísimo y lleno de matices y contradicciones, que se esconde tras una máscara de dureza para sobrevivir en un mundo hostil en el que sufre la exclusión social y la intolerancia y que es incapaz de ofrecerle demasiadas oportunidades. Un mundo que Esparza retrata de manera transparente, sin filtros ni exageraciones, poniendo de manifiesto lo duro que es el día a día de esa mujer que se erige como una auténtica superviviente.
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