Las políticas de igualdad en España también fracasan en la ciencia
El porcentaje de mujeres investigadoras se estanca en el 39% desde 2009, pero supera al de la UE
Las mujeres suman el 39% del total de la comunidad científica en España, un dato que apenas ha variado unas décimas en la última década, según el informe Científicas en cifras, elaborado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad en 2017. Carmen Vela, la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, explica que el informe ETAM (2001) fue el primero que hizo una radiografía de la situación de las mujeres en la ciencia. “En él se posibilitaba la igualdad de género en el año 2045, pero desde entonces solo hemos subido ocho puntos porcentuales. Si seguimos a esta velocidad, será en 2075”, afirma.
Pese a que “casi se ha alcanzado el equilibrio de género”, los puestos de máxima responsabilidad en las instituciones están ocupados principalmente por hombres. De los siete organismos públicos de investigación que dependen del Ministerio, solo uno está dirigido por una mujer, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación español, y esto es así desde hace apenas dos meses. A Rosa Menéndez, la nueva presidenta, le han precedido 18 hombres. Cree que su nombramiento es un paso adelante, pero aún queda mucho por recorrer. Desde que llegó al cargo, el 14 de diciembre de 2017, busca las causas de que las mujeres apenas lleguen a puestos de responsabilidad. Apunta a que posiblemente sea un problema de conciliación familiar y laboral, y señala que también es una cuestión de educación: “Las mujeres queremos estar en todos los sitios y hay veces que no somos tan imprescindibles, que tenemos a compañeros o familiares apoyándonos”.
La gráfica de tijera en el CSIC está aún lejos de cerrarse. Es decir, empiezan muchas más mujeres en la ciencia de las que llegan a puestos de responsabilidad, según el informe Mujeres Investigadoras 2017 elaborado por la institución. Hay una mayoría de chicas, el 58%, que comienzan como personal investigador en formación frente a un 42% de hombres. Pero en el siguiente escalón, los hombres posdoctorales ya son mayoría — el 56% frente al 44%. Y solo el 25% de las mujeres alcanzan los puestos de máxima responsabilidad y llegan a ser profesoras de investigación.
María Martinón, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), señala que las mujeres tienen, por su propia naturaleza y su biología, una implicación en la familia. A la crianza se suma la carga de tareas domésticas. Un estudio realizado en 2010 puso de manifiesto que las mujeres científicas con parejas en casa emplean el doble de tiempo en las tareas domésticas que los hombres científicos. La solución, según Martinón, pasa por la flexibilización de los horarios: “En España no existe una conciliación familiar y laboral efectiva y real. Muchas veces esta se traduce en reducción de jornada y no se trata de eso. Hay mucha gente dispuesta a trabajar las mismas horas que el resto pero tiene que tener la flexibilidad de poder organizarlo con su día a día”.
La proporción de mujeres en el conjunto del personal investigador en España (39%) se mantiene estable desde 2009. Pese a ello, supera a la de la Unión Europea (33%). Hasta 14 países europeos tienen un porcentaje inferior de mujeres, incluidos algunos con mayor inversión en ciencia como Alemania, Suecia y Francia, según los últimos datos de Eurostat. Para mejorar estas cifras, Ana Puy, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Economía, propone acabar con los sesgos que dificultan que la mujer pueda avanzar en su carrera profesional al mismo ritmo que los hombres. Por ejemplo, los prejuicios sobre la capacidad de las mujeres.
Estos sesgos aparecen durante la infancia. En un trabajo publicado en la revista Science, se preguntaba a niños y niñas si, cuando se les hablaba de una persona especialmente inteligente, creían que era de su sexo o del contrario. Cuando los pequeños tenían cinco años, no se observaban diferencias, sin embargo, a partir de los seis, la probabilidad de que las niñas considerasen que la persona brillante fuera de su sexo descendía. “No es que ellas valgan menos, sino que la sociedad les mete la idea de que no valen para determinadas carreras”, explica Pilar López Sancho, presidenta de la Comisión de Mujeres y Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Por ejemplo, López explica que, con frecuencia, en las casas en las que solo hay un ordenador, está en la habitación del niño. Para evitar estos estereotipos, sostiene, es importante educar tanto en el hogar como en la escuela.
También es primordial informarles sobre cómo pueden ayudar a la sociedad las diferentes carreras científicas. “Varios estudios señalan que muchas chicas quieren tener un trabajo en el que ayuden a la gente”, señala López. Pero en la mayoría de casos estas “no son conscientes” de que carreras como las matemáticas o la física pueden ser muy útiles: “Sí que saben para qué vale un médico, pero no saben que en un hospital, hay técnicas que se han hecho en física y se aplican en medicina, como los rayos X”.
A esto hay que sumarle la falta de modelos a seguir en los medios de comunicación o en los libros de texto. “En los manuales de la ESO sobre informática y tecnología aparecen dos mujeres frente a más de 200 hombres”, explica Leni Bascones, coordinadora del proyecto 11 de Febrero, que se celebra con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Desde 1980, las matrículas de las mujeres en Ingeniería Informática han caído de un 30% a un 10%, según el ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Algunas iniciativas como Inspiring Girls o L´Oréal-UNESCO For Women In Science tratan de dar referentes para que las niñas se sientan más motivadas a la hora de estudiar una carrera de ciencias.
Es complicado que una niña se sienta identificada con una científica galardonada, ya que el 97% de los premios Nobel de ciencia han sido recibidos por hombres. Lo mismo ocurre en los premios Fronteras de la Fundación BBVA; desde 2008, han sido galardonados 86 hombres y solamente siete mujeres. Rafael Pardo, el presidente de la Fundación, considera que “va a ir produciéndose un reequilibrio, ya que los premiados de hoy reflejan condiciones de hace 20 años porque son contribuciones que se han hecho en el pasado”. Léila Delamarre es jefa de grupo en el Departamento de Inmunología del Cáncer de Genentech (EE UU) y forma parte del jurado de los premios Fronteras en esta edición en la categoría de Biomedicina. Para ella, es primordial animar a las científicas a optar a estos premios. Pese a que es un proceso totalmente abierto, este año se han recibido 288 candidaturas de hombres frente a 41 de mujeres.
La presencia de mujeres en los jurados de los premios o en los comités que seleccionan al personal o conceden las ayudas es primordial para evitar sesgos sexistas, según la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. “Toda la carrera científica se hace a través de evaluaciones”, afirma. En España, en el 2005, se obligó por ley a que en los tribunales y comisiones de decisión del CSIC hubiera un 40% de mujeres. Desde entonces, se han producido algunos avances: se ha conseguido que todos los Organismos Públicos de Investigación (OPIS) tengan un plan de igualdad, los solicitantes de proyectos al estado tienen que explicar el impacto de género de los mismos y a los evaluadores se les da una nota informativa con consejos para evitar sesgos inconscientes. No obstante, las previsiones son peores de las esperadas. "Esto es una carrera de fondo. Nos va a costar, pero no nos podemos permitir no contar con el 50% de todas nuestras capacidades", concluye Vela.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.