El clan Le Pen escenifica la reconciliación familiar
El patriarca ultra Jean-Marie Le Pen invita a sus hijas a la fiesta de su 90 aniversario. Lleva años distanciado de Marine y Marie-Caroline
Podría ser una tragedia griega, o un mal culebrón.
Francia lleva décadas siguiendo los enredos —las abruptas entradas y salidas de escena, los rencores y las riñas, los divorcios, las envidias— de su clan político más famoso, los Le Pen. La historia ha dado este fin de semana un giro inesperado. El patriarca Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional (FN) y viejo león de la extrema derecha francesa, ha cumplido 90 años. Y ha aprovechado la ocasión para reconciliarse con dos de sus tres hijas.
El semanario Paris Match publica en su versión digital la foto de Jean-Marie Le Pen con Marie-Caroline, Yann y Marine Le Pen. La imagen pone fin a una batalla familiar en la que lo personal y lo político son indistinguibles.
Con Marie-Caroline, la mayor, no se hablaba desde hacía 20 años cuando Marie-Caroline se casó con Philippe Olivier, próximo al disidente Bruno Mégret, que había sido colaborador de Jean-Marie. Nunca se lo perdonó.
Con la pequeña, Marine, el pleito era más reciente, pero se había desarrollado minuto a minuto a la vista del público, puesto que Marine era la heredera de Jean-Marie al mando del Frente Nacional. Llevaban dos años distanciados, después de los intentos repetidos, que terminaron con éxito, de echar al padre del partido. Las incontrolables salidas de tono de Jean-Marie se habían convertido en un lastre. La refundación del partido ha llegado hasta rebautizarlo como Reagrupamiento Nacional para deshacerse de una marca tóxica para muchos votantes potenciales.
Las relaciones éramos más plácidas con la mediana, Yann, que es la madre de Marion Maréchal-Le Pen, gran esperanza de un sector de la derecha dura francesa y del abuelo, y enfrentada a la vez con su tía, Marine.
En una entrevista en marzo con EL PAÍS en Montretout, la mansión familiar en Saint-Cloud, en las afueras de París, Jean-Marie Le Pen mantuvo las críticas a su hija. Y lamentó que su nieta hubiese renunciado a presentarse a la reelección de su escaño de la Asamblea Nacional. Le Pen padre se mantuvo firme en sus convicciones y manías. “Soy antediluviano, en el sentido de que tengo una cierta rigidez de la columna vertebral. No me dejo caer fácilmente”, dijo.
El deshielo empezó hace dos semanas, según Paris Match, cuando el patriarca Jean-Marie ingresó en el hospital aquejado de una gripe. Quizá se sintió frágil, quizá le vio las orejas al lobo, quizá el menhir —uno de sus apodos— creyó que todo se acababa. Marine le visitó y el corazón se le ablandó.
“Me alegro de que haya venido. Pese a nuestras diferencias políticas, sigue siendo mi hija”, declaró al citado semanario. “Pasamos un momento agradable. Incluso me pareció que estaba muy guapa”. Dicen que, en estos años, nunca pronunciaba el nombre de Marie-Caroline en público. “¿Qué quiere que le diga? Estoy en la edad de las indulgencias”. Sólo faltaba, para sellar la reconciliación, la foto de familia en la residencia de Le Pen en la localidad de Rueil-Malmaison, y la multitudinaria fiesta de aniversario de Jean-Marie y su segunda esposa, Jany, en la mansión de Montretout. Marine faltó a esta segunda parte, pero parece que nadie se lo tomó mal. Animó la fiesta el grupo Les Brigandes, que interpreta canciones que elogian a Jean-Marie Le Pen, o invitan a "quienes no aman Francia" a marcharse.
"Fue bonito, relajado, agradable", resume por teléfono Lorrain de Saint Affrique, estrecho colaborador de Jean-Marie Le Pen, que asistió a la fiesta. "Toda su vida, ha defendido los valores de la familia, y la política ha hecho explotar esta familia en varias ocasiones. Disociar las cosas, respetar las decisiones de cada uno, y tener una relación normal con sus hijas era importante para él".
En un partido en el que lo personal y lo político siempre se han confundido, es una incógnita qué repercusiones tendrá la kermés de este fin de semana en Saint-Cloud en el antiguo FN, hoy Reagrupamiento Nacional. La capacidad de influencia de Jean-Marie Le Pen es cada día más limitada, lo que permite a su hija y rival empezarle a tratar como un venerable anciano. Pero la hija, a su vez, se ve amenazada por varios frentes. Y uno de las amenazas la encarna la sobrina, Marion, que se ha retirado una temporada de la pelea partidista, ha fundado una academia de ciencias políticas en Lyon y se hace llamar Marion Maréchal, sin el Le Pen.
Cada república engendra sus dinastías. Estados Unidos tiene a los Kennedy. Las tribulaciones de esta familia pueden seguir ocupando a Francia durante años, o décadas.
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