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Sobrevivir a los apagones en Zulia, el corazón energético venezolano A pesar de ser uno de los estados más ricos en oro negro, Zulia lucha por sobrevivir a los constantes apagones. Sus 3,7 millones de habitantes se enfrentan cada día a cortes sistemáticos, en muchas ocasiones de hasta 24 horas, dejando sin electricidad a hogares y comercios por largos periodos de tiempo. Muchas familias solo pueden comprar alimentos de consumo diario y los pequeños negocios han tenido que reducir su actividad comercial, debido a la falta de suministros. La causa las seis centrales eléctricas de propiedad estatal están produciendo a tan solo un 20% de rendimiento, ya que la escasez de repuestos dificulta su mantenimiento Matilde Balza saca a un recipiente de la nevera de su casa en el barrio marginal de Rafael Urdaneta, en Maracaibo, capital del estado de Zulia, en el noroeste del país. La mayoría de familias solo compran alimentos de consumo diario, ante la falta de abastecimiento eléctrico para mantener encendidos los refrigeradores. MARCO BELLO (REUTERS) Judith Palmar limpia su casa en Maracaibo, Venezuela, el 25 de julio de 2018. Esta semana los apagones, tan frecuentes en esa zona del país, se han extendido al área metropolitana de Caracas, que afectó al transporte, el comercio y las comunicaciones y sumió en el caos la capital del país. MARCO BELLO (REUTERS) Pan en venta se ve en un estante de la panadería de Annie Salazar en el barrio marginal Rafael Urdaneta en Maracaibo. Irónicamente Zulia es el estado petrolero por excelencia. MARCO BELLO (REUTERS) Américo Fernández usa una vela para iluminar la cocina de su casa durante un apagón en Maracaibo. Los 2 millones de habitantes padecen fallos eléctricos de hasta 36 horas de duración. MARCO BELLO (REUTERS) Las piernas desnutridas de Sibilina Caro, una anciana de Maracaibo, capital de Zulia, descansan en una cama en casa de su hija, Judith Palmar. MARCO BELLO (REUTERS) Una mujer sostiene una pancarta que dice "En Zulia lo que tenemos son apagones asegurados" frente a una instalación de la compañía eléctrica nacional Corpoelec durante una protesta contra apagones crónicos y escasez de agua en Maracaibo, MARCO BELLO (REUTERS) Las personas esperan el transporte públlico en Maracaibo. El deterioro de los servicios públicos es visible en una ciudad que durante décadas estuvo a la vanguardia en términos de servicios. MARCO BELLO (REUTERS) Cindy Morales saca un colchón de una habitación de su casa durante uno de los apagones que sufren casi a diario en Maracaibo. MARCO BELLO (REUTERS) Los habitantes buscan los alimentos básicos para la venta en el mercado de Las Pulgas en Maracaibo. MARCO BELLO (REUTERS) Un hombre se encuentra junto a una pila de basura en las orillas del lago de Maracaibo. Los desperfectos acumulados en calles y carreteras se han convertido en un problema. MARCO BELLO (REUTERS) Un poste de alumbrado público y líneas eléctricas se ven al atardecer durante un apagón. En esta región se inició la explotación petrolera hace más de un siglo. MARCO BELLO (REUTERS) Cindy Morales se encuentra en la puerta del patio trasero de su casa durante un apagón, cada vez más frecuentes, que tienen que soportar cada vez más a menudo. MARCO BELLO (REUTERS) Ismael, hijo de Cindy Morales, descansa en un colchón en el porche de su casa durante un apagón. Comunidades enteras duermen a oscuras desde hace semanas por el racionamiento decretado por el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, que culpa de la situación a unos supuestos "ataques" al sistema eléctrico. MARCO BELLO (REUTERS) La gente bloquea una calle en protesta durante un apagón en Maracaibo. El deterioro de los hospitales y transporte público, la escasez de alimentos y medicinas, y la falta de dinero físico han afectado sin excepción al estado de Zulia. MARCO BELLO (REUTERS) Cindy Morales llora a la entrada de su casa durante un apagón. Cientos de ciudadanos de esta ciudad, en la que también escasea el agua potable, buscan ahora oportunidades en la vecina Colombia para encontrar los productos que les faltan. MARCO BELLO (REUTERS) Los apagones también afectan al tráfico y a los peatones. La ciudad se convierte en un lugar caótico y peligroso sin semáforos y sin visibilidad suficiente desde el atardecer. MARCO BELLO (REUTERS)