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Aquel Robin Hood español

Lucio Urtubia, anarquista y luchador antifranquista, fotografiado en su casa de París en 2000.
Lucio Urtubia, anarquista y luchador antifranquista, fotografiado en su casa de París en 2000.Daniel Mordzinski
Ana Vidal Egea

Tras quedar inmortalizado en una película y en una biografía, el viejo militante anarquista Lucio Urtubia llega a las viñetas del cómic

Este verano ha salido a la venta una refrescante novela gráfica sobre la apabullante vida del revolucionario Lucio Urtubia. El tesoro de Lucio está ilustrado por Mikel Santos Belatz y ha sido publicado por la editorial independiente Txalaparta. No es la primera obra artística inspirada en su vida; en la edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián del 2007 se estrenó un documental titulado Lucio, dirigido por José María Goenaga y Aitor Arregi; y en el 2001 se publicó la biografía Lucio, el anarquista irreductible (Ediciones B) escrita por el periodista francés Bernard Thomas.

Algunos recuerdan al navarro Lucio Urtubia (Cascante, 1931) como el criminal más perseguido en los años ochenta; otros, sin embargo, lo apodaron como el Robin Hood español o el bandido bueno, y lo siguen considerando un héroe. Juicios aparte, no se puede negar su trascendencia. Su historia es fascinante.

Nació en una familia muy pobre de cinco hermanos. Pero él ha matizado siempre que no está en contra de la riqueza, sino de la mala utilización de la misma. Durante el servicio militar desvalijó un almacén de la compañía para la que trabajaba. Tenía 23 años cuando lo descubrieron y se vio forzado a desertar y huir a Francia para evitar ser condenado a muerte. Fue en París donde empezó a trabajar como albañil al tiempo que militaba de forma clandestina en las juventudes anarquistas. Conoció a intelectuales como André Breton, Albert Camus y el Che Guevara entre otros, y, pese a ser casi analfabeto, Lucio se convirtió en uno de los mayores revolucionarios contra el capitalismo. Algunas acciones notorias en las que participó fue en la colaboración en la fuga del líder de los Panteras Negras y en el intento de secuestro del nazi Klaus Barbie en Bolivia. "Lucio Urtubia es un quijote que no luchó contra los molinos de viento, sino contra gigantes de verdad", dijo de él Albert Boadella, a quien Lucio ayudó en el final del franquismo falsificando sus documentos de identidad.

Su nombre se convirtió en leyenda cuando se descubrieron las “operaciones de recuperación de dinero” en las que lideraba 30 equipos. La más sonada fue la estafa de 20 millones de dólares al First National City Bank (en la actualidad CitiBank). Lo hizo falsificando travellers checks (cheques de viajero) que fueron distribuidos por Europa y Latinoamérica entre 1980 y 1982; él mismo creó las planchas de impresión con las que creó 8.000 hojas de 25 cheques de 100 dólares cada uno. Lo notorio es que a diferencia de la mayoría de los estafadores, Lucio Urtubia no se quedó con el dinero para uso personal, sino que utilizó lo recaudado para apoyar distintos movimientos guerrilleros.

Y además, la resolución fue de una inteligencia sobresaliente. Cuando fue detenido, Lucio advirtió que aunque lo metieran en la cárcel, la falsificación continuaría, ya que las planchas de impresión no habían sido descubiertas. Pasó solo seis meses en prisión a cambio de entregar las planchas de impresión al banco, que además, pagó un gran dinero por ellas; unos 40 millones de francos de la época. Para Lucio Urtubia, los criminales eran y son los banqueros y políticos. "Si el paro y la marginación crearan revolucionarios, los gobiernos acabarían con el paro y la marginación", dejó dicho.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).

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