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¿Complejo de inferioridad los españoles? Extranjeros que viven aquí confiesan por qué somos (de verdad) diferentes

Son de Noruega, Reino Unido, Italia, Argentina, Brasil... Acumulan varios años en España y nos tienen calados. Así definen nuestro carácter

¿Existe un español real, más allá de topicazos como "siesta, fiesta y paella"? Sí, existe. Los de la imagen son los actores Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez en la película 'Primos'.
¿Existe un español real, más allá de topicazos como "siesta, fiesta y paella"? Sí, existe. Los de la imagen son los actores Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez en la película 'Primos'.
Sara Navas
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Do Spaniards have an inferiority complex? Here’s what foreigners have to say about it

Más allá de la veneración por la siesta, la fama de gritones y toda una ristra de estereotipos, se encuentra el español real. Un espécimen único que, con sus luces y sus sombras, se diferencia del resto de ciudadanos del mundo. Hemos hablado con una decena de extrajeros residentes en España y esto es lo que nos han contado sobre la idiosincrasia de los españoles.

Tenemos complejo de inferioridad con determinados temas

Ewan (Escocia, 31 años) trabaja desde hace seis años como guía turístico en Madrid y, entre otras cosas, cree que los españoles son seres sociables, con la virtud de expresarse sin prejuicios y con cierto complejo con episodios del pasado, como la Inquisición. "El que estén a la defensiva cuando se tratan ciertos tópicos como la Inquisición o la colonización demuestra que los españoles tienen cierto complejo de inferioridad. A veces tengo la sensación de que están obsesionados con que otros países hablen constantemente sobre lo malo que fue el imperio español, y no es así. Sin embargo, otros temas como la corrupción los llevan a las mil maravillas. Los españoles asimilan la corrupción política como algo que no es tan importante como para no seguir votando a líderes que han estafado al país. Esto es muy de España, no se ve en otros lugares", comenta a ICON el guía turístico, que por otra parte solo tiene buenas palabras hacia los españoles.

Las familias, por norma general, se apoyan para cualquier cosa sin hacer preguntas, solo por el simple hecho de ser miembro del clan. En Estados Unidos no pasa"

Alexandra Engel, estadounidense que lleva cinco años viviendo en España

"Son muy sociables y grandes anfitriones. Siempre me he sentido muy bien recibido en España. En una fiesta con españoles en la que apenas conoces a nadie es fácil cruzarte con alguien y hablar, intercambiar números y quedar más adelante para tomar una caña. Esto entre escoceses sería inviable. Los españoles son muy informales y me gusta bastante. Otra de las grandes diferencias que he encontrado entre españoles y británicos es que los primeros hablan con mucha libertad sobre gente de otras razas. Eso en Gran Bretaña está muy mal visto y se considera racista. Vamos, que un británico nunca lo haría. Lo que ocurre es que los españoles habláis sin prejuicios, con más libertad, sobre cosas que un británico puede pensar pero no se atrevería a verbalizar".

Tenemos un arraigado sentido de clan, lo que permite que los miembros de la familia se apoyen siempre

Alexandra Engel nació en Washington (Estados Unidos) hace 29 años y lleva cinco viviendo en España. Trabaja de profesora de Primaria. "Tengo que confesar que los españoles nos dan mil vueltas a los estadounidenses en el arte de disfrutar de la vida. En España no se vive solo para trabajar y ganar dinero. Desde que estoy en España he aprendido a valorar lo verdaderamente importante: disfrutar de la familia y los amigos". Otra faceta que pilló desprevenida a Alexandra es lo tremendamente familiares que son los españoles. "En Estados Unidos no es tan habitual que las familias se reúnan al completo para celebrar eventos como un cumpleaños. En España he descubierto una unión familiar muy fuerte. Aquí está muy arraigado el concepto de familia. Cosa que me parece fenomenal. Las familias, por norma general, se apoyan para cualquier cosa sin hacer preguntas, solo por el simple hecho de ser miembro del clan, ya se trate de un primo segundo o de un sobrino".

Somos muy torpes bailando (sobre todo los hombres)

Carol es una brasileña nacida en Sao Paulo hace 31 años que llegó a España hace 17 años y actualmente trabaja en una tienda de ropa en Madrid. Carol encuentra similitudes claras entre latinos y españoles. "Los españoles son muy cercanos, muy de dar besos y abrazos. Enseguida toman confianza. Al llegar me sorprendió porque eso me hacía sentir como en casa". Pero, según Carol, no en todo se parecen los hombres españoles a los latinos. Una vez más, el complejo y la vergüenza que caracteriza a los españoles salen a la luz. "A los hombres españoles en general les da muchísima vergüenza bailar. Cuando vas a una discoteca ves que ninguno baila. Sin embargo, en Sudamérica todo el mundo baila, hombres y mujeres. En España si una mujer se acerca a un hombre bailando como invitándole a acompañarla normalmente este se incomoda. Esto me hace mucha gracia porque bailar me parece algo muy natural y no entiendo por qué les da vergüenza hacerlo".

Me chocó muchísimo ver que entre los españoles está muy mal visto pronunciar bien inglés. Es algo que me confesaron varios amigos "

Belén, argentina que trabajó tres años en España

Somos la perfecta mezcla entre lo europeo y lo latino

Kara (nacida en Bruselas hace 26 años) reside en España desde hace 20 años y estudia derecho aunque desde hace un año su fuente de ingresos es Instagram: trabaja de influencer. Cuando se le pregunta por aquello que hace únicos a los españoles no tiene ninguna duda. "Lo que diferencia a los españoles del resto de ciudadanos del mundo es, sin ninguna duda, el arte de vivir. Ese arte que tenéis para absolutamente todo. Lo acogedora que resulta la cultura y la gente española. Mezcláis valores europeos (muy metódico y todo organizado) con trazos de carácter latino (el carácter alegre, las sobremesas eternas, la querencia por trasnochar...) para llevaros lo mejor de ambas partes. Esto da como resultado un carácter muy especial, os hace realmente únicos".

Nos acompleja no hablar bien inglés

Belén es una periodista argentina de 30 años que pasó tres trabajando en Madrid. Ahora ya se ha vuelto a su país. En su estancia en España descubrió la baja autoestima que tienen los españoles cuando se trata de hablar otro idioma que no es el suyo. "Me chocó muchísimo ver que entre los españoles está muy mal visto pronunciar bien el inglés. Es algo que me confesaron varios amigos españoles. Según me contaron se debe a que cuando un español se esfuerza por pronunciar bien una palabra en un inglés perfecto el resto del grupo se mofa de esa persona. Este gran complejo que tienen los españoles les lleva a esforzarse en no hablar con propiedad un idioma que no es el suyo para no ser juzgados".

Nuestro deporte nacional es hablar de los demás a sus espaldas. O sea, somos cotillas

Sonia nació hace 38 años en Belgrado, capital de la república de Serbia, pero esta profesional de la comunicación digital ya lleva 20 años en España. Ha vivido en Canarias, Málaga y Barcelona. Cuando habla de los españoles lo hace con conocimiento de causa. "Los españoles son muy optimistas, saben vivir el momento y disfrutar de la vida. Pero tienen un rasgo muy negativo: son los reyes del cotilleo. Cuando llegué de Serbia yo no sabía qué era cotillear. Lo descubrí aquí. En España juzgar y hablar de los demás a sus espaldas es deporte nacional. Tengo que decirlo, los españoles son muy metomentodo".

En Noruega hay un dicho que es "hacer el español"

Pål Ødegård nació hace 43 años en Trondheim (la tercera ciudad más poblada de Noruega), pero este periodista deportivo vive en Valencia desde 2010 junto a su mujer, que es chilena. "En Noruega hay un dicho que es 'hacer el español'. Lo usamos cuando alguien se salta las normas o hace alguna trampita. En mi país somos muy cuadriculados y eso choca mucho con el carácter pillo de los españoles. Otra cosa que definitivamente caracteriza a los españoles es su conexión hacia la tierra en la que han nacido. Sobre todo en aquellos que han nacido en comunidades con lengua propia como la Comunidad Valenciana, Galicia, Cataluña o País Vasco. Tienen mucha nostalgia de su tierra cuando viven fuera y un sentimiento de pertenencia muy arraigado. Creo que a los españoles les marca mucho la ciudad en la que nacen".

En Noruega hay un dicho que es 'hacer el español'. Lo usamos cuando alguien se salta las normas o hace alguna trampita"

Pål Ødegård, noruego que vive en Valencia desde 2010

Hemos perdido las buenas maneras en el día a día

Allegra (Brescia, Italia, 38 años) pasó diez años en Madrid antes de volar a México, donde reside desde hace tres años. Una década que además de servirle para calar a los españoles la transformó en uno de ellos. "Al llegar a España me impresionó mucho que los españoles no tienen la costumbre de dar las gracias y pedir las cosas por favor, por lo menos no tanto como sí lo hacemos en Italia. Yo pasé diez años viviendo en Madrid y me convertí en una madrileña más. Sin darme cuenta, dejé de pedir las cosas por favor y cuando hablaba con mi familia me regañaba. Por otro lado, una cosa que me parece superpositiva es que los españoles son muy divertidos. Saben pasárselo bien y reírse de sí mismos. Ahora que estoy en México echo muchísimo de menos el humor español. Aquí es todo más aburrido"

Sabemos reírnos de nosotros mismos

Angela (34 años, Berlín), educadora infantil afincada en Madrid, no tarda ni diez segundos en dar respuesta a la pregunta qué hace únicos a los españoles: “Tienen mucha guasa. Me asombra la capacidad que tienen para bromear hasta límites insospechados en las situaciones más críticas. Muertes, enfermedades, robos, peleas… Nada es intocable cuando se trata de humor y de reírse de las desgracias. Es una gran lección de vida. Cuando vivía en Alemania era impensable hacer bromas con determinadas cosas. Pero desde que estoy en España dramatizo y me agobio mucho menos ante cualquier adversidad. He aprendido a reírme de todo, sobre todo de mí misma, y a tomarme las cosas con calma. Los españoles me han enseñado que nada es demasiado grave como para no hacer humor”.

La juventud es libertina y rebelde

Desde hace 21 años, Edmundo (49 años, Santo Domingo de los Tsáchilas, Ecuador) reside en Madrid, donde trabaja como camionero y ejerce de presidente de la Asociación Social, Cultural y Artística Ecuatoriana de Madrid. "En Ecuador hay mucho respeto hacia los padres en casa y hacia los profesores en las escuelas. Esto contrasta con el carácter un tanto libertino y rebelde de los españoles más jóvenes. Lo veo cada día en el colegio al que van mis dos hijos. Allí los alumnos contestan y se enfrentan a los profesores pasando por alto el respeto a las jerarquías. Lo mismo ocurre con la forma en la que los amigos de mis hijos, que son españoles, se relacionen con sus familias. Responden a los padres y les gritan. Eso me choca, porque no pasa en mi país".

Tenemos miedo a los cambios

Ian Powell nació en Liverpool hace 58 años. Lleva once años trabajando en España como profesor de inglés. Recientemente ha conseguido la doble nacionalidad: británica y española. Y no renuncia a quedarse solo con la española debido a la deriva del Brexit en su país de origen. Él votó por quedarse, perdió y ahora vive con tristeza desde España lo que ocurre en Reino Unido. Ian cree que cogiendo lo bueno de los españoles y lo bueno de los ingleses se conseguiría una ciudadanía muy completa. "El español se esfuerza en ser feliz. Y eso es muy importante. La gente siempre encuentra el camino para ser feliz. Los británicos, sin embargo, estamos siempre cabreados", señala Powel. Pero hay una cosa que no le gusta de los españoles: el miedo al cambio. "Es frustrante ver lo que le cuesta a los españoles tomar una decisión. Tienen mucho miedo a los cambios. Pasa en muchos ámbitos, pero en política se ve muy claro. La gente no cambia su voto a pesar de que el partido al que apoyan sea el más corrupto del mundo. Eso es malo para el país. Los británicos nos cabreamos con los políticos, los echamos y cambiamos el voto sin grandes tragedias".

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Sobre la firma

Sara Navas
Redactora de ICON desde 2016, año en que llegó a EL PAÍS. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito el libro ‘La monarquía al desnudo. Del rey que nació en un retrete al soberano playboy’.

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