Están matando a los guardianes del bosque
La activista medioambiental Sonia Guajajara clama que la violencia contra los pueblos originarios brasileños ha crecido de manera alarmante. Estos días visita Madrid
Nuestra cultura oral nos lleva a expresarnos con metáforas, pero cuando desde la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) lanzamos la campaña Sangre indígena: Ni una gota más, estábamos hablando literalmente.
Nos están matando.
Hace mucho tiempo que nuestra sangre ha sido derramada en nombre de un modelo económico que desprecia la vida.
Sin embargo, la violencia contra los pueblos originarios brasileños ha crecido de manera alarmante en los últimos años. El asesinato de mi pariente Paulo Paulino Guajajara el primer día de noviembre es un enorme dolor para mi gente y un grito que refuerza nuestra alerta.
Según datos del Consejo Indígena Misionero (Cimi), la cantidad de invasiones a tierras indígenas aumentó desde 96 en 2017 a 109 en 2018. En septiembre de este año, ya habían ocurrido 160 invasiones. Los asesinatos también aumentaron: desde 110 en 2017 a 135 en 2018. Los datos preliminares indican que este número será mayor cuando finalice 2019. Hay un intento anunciado de exterminarnos o asimilarnos a la cultura dominante.
Hace cuatro años, Paulino vio la mitad de nuestra casa, el Territorio Indígena Araribóia, ser destruida por el fuego. Nosotros, el pueblo guajajara, creemos que el incendio fue criminal; por eso Paulino protegía nuestra casa como voluntario del grupo Guardianes del Bosque.
Unos días después de su muerte, el fuego se extiende otra vez por la foresta, como muestra clara de lo que la pérdida de Paulino significará y de lo que su lucha representaba, especialmente ahora que la violencia contra nosotros está incrustada en el discurso oficial del Gobierno brasileño.
Por eso llevamos la campaña Sangre indígena: Ni una gota más a Europa, desde donde escribo de camino a Madrid. Con nuestra jornada en 12 países, hacemos una alerta al mundo: nuestra sangre puede estar en tu casa. Los últimos informes de Global Witness señalan el creciente número de asesinatos de activistas ambientales, incluyendo los indígenas, conectados a bienes de consumo producidos en áreas de bosque.
Hemos sido atacados toda nuestra historia, pero hace siglos no veíamos en Brasil el racismo, el intento de genocidio indígena y el anti-ambientalismo como agenda oficial del Gobierno
Desde 2017, el agronegocio es la actividad responsable de la mayoría de los asesinatos. Los productos originados en las tierras deforestadas de la Amazonia, comercializados en todos los países, pueden estar manchados por nuestra sangre. La avidez del Gobierno brasileño para explotar el territorio como si fuera una colonia nos desangra. ¿Quién quiere convertirse en cómplice involuntario de esta matanza?
Hemos sido atacados toda nuestra historia, pero hace siglos no veíamos en Brasil el racismo, el intento de genocidio indígena y el anti-ambientalismo como agenda oficial del Gobierno.
Además de estimular la violencia contra nosotros, su Gobierno ha debilitado la principal agencia de política indígena del Estado brasileño, la Funai, y está tratando de hacer desaparecer la política ambiental de Brasil.
Sabemos que el bosque es la mejor barrera contra el cambio climático. La importancia de los pueblos indígenas en su conservación fue reconocida por el propio Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de las Naciones Unidas.
Por eso, Paulo Paulino no solo dio su vida por nosotros, los guajajara, sino por todos los que viven en el planeta.
Queremos que la causa indígena esté en el centro de los debates de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP 25), que se realizará en diciembre en España, y pedimos a la Unión Europea y a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) que el acuerdo con Mercosur no sea ratificado en los términos actuales.
El actual presidente, Jair Bolsonaro se presentó a la población brasileña durante la campaña electoral y al mundo en su discurso históricamente vergonzoso en la Asamblea General de la ONU. Durante su campaña, Bolsonaro prometió a su electorado que no demarcará "ni un centímetro más de territorio indígena" en Brasil.
Sin embargo, nosotros, indígenas, ya lo conocemos desde hace mucho tiempo, pues siempre hemos sido las víctimas preferidas de sus ataques. La Amazonia ya sabe qué se siente al ser el punto de mira de su discurso oscuro. Al comienzo de su carrera parlamentaria, él se dedicó a cuestionar y atacar explícitamente los derechos de los pueblos indígenas.
Por eso pedimos a la Unión Europea y a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) que aprueben leyes que garanticen sanciones, transparencia y la trazabilidad de los productos manchados con sangre indígena, así como sanciones para empresas y Gobiernos que reproducen estas prácticas. Pedimos a los europeos que presionen a sus gobernantes para que no permiten que más sangre indígena sea derramada.
Sonia Guajajara es coordinadora ejecutiva de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
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