Las candidatas a la vicepresidencia de Brasil se comprometen a luchar contra la desigualdad de género
Las brasileñas, que representan un 52% del electorado del país, han sido más protagonistas que nunca en lo que va de campaña electoral. EL PAÍS y el Instituto Locomotiva reúnen en São Paulo a cuatro aspirantes
Las mujeres brasileñas han sido más protagonistas que nunca esta campaña electoral. Primero, porque muchas de ellas siguen indecisas, y ya se sabe que el valor del voto no certero es máximo en el tramo final de la contienda. Y segundo, porque ellas, que representan algo más del 52% de los electores que están llamados a las urnas el próximo 7 de octubre, han iniciado #Elenão, un elocuente movimiento en contra del candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, que promete tomar las calles de las principales ciudades brasileñas este sábado. El papel de la mujer en las elecciones presidenciales más turbulentas de la historia brasileña ha crecido con fuerza también en las candidaturas presentadas para estos comicios: por primera vez hay seis mujeres en puestos presidenciales, cinco de ellas como aspirantes a la vicepresidencia. EL PAÍS, junto con el Instituto Locomotiva y ONU Mujeres, ha reunido este viernes en São Paulo a cuatro de estas candidatas.
Se presentan por partidos de distintas posiciones ideológicas, pero todas ellas coinciden en la línea política a seguir: no debe haber retrocesos en la agenda de género. Ampliar la participación femenina en el Legislativo, garantizar el acceso al mercado laboral y la igualdad salarial entre hombres y mujeres, no retroceder en la precaria ley del aborto y combatir la violencia de género son los principales desafíos del país latinoamericano a poco más de una semana de la cita electoral, según las candidatas.
"No seré una vice florero. Tenemos una agenda [orientada] hacia la mujer, para cambiar su sumisión a los hombres", ha dicho Ana Amélia, del conservador Partido de la Social Democracia Brasileño (PSDB). Para la indígena Sônia Guajajara (PSOL, izquierda), las mujeres deben incrementar su participación activa, ocupando más secretarias de gobierno y con más presencia en los cargos públicos. "No queremos estar solo en el Congreso, sino también en el Ejecutivo", ha afirmado.
La participación femenina en el Congreso brasileño todavía es pequeña. Solo la décima parte de los diputados y senadores son mujeres, según un estudio presentado por el Instituto Locomotiva. La ley establece que el 30% de las personas que presentan los partidos deben ser mujeres, pero no determina una participación mínima en el Legislativo. Y la propia cuota es, a todas luces, insuficiente para sortear la falta de representatividad. "Hace mucho que propongo llegar al 50% de las plazas en el Congreso", ha defendido Manuela Dávila, del Partido Comunista brasileño y número dos en el tique de Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores), que ha sustituido a Lula da Silva, excluido de la carrera electoral por los tribunales. Katia Abreu, del Partido Democrático de los Trabajadores (centroizquierda), ha añadido que las mujeres históricamente han tenido dificultad para lograr financiación privada porque suelen defender áreas sociales, mucho menos atractivas para el empresariado. "Con financiamiento exclusivamente público hay más igualdad", ha dicho.
Otro desafío al que se enfrenta Brasil, como el resto de países latinoamericanos, es la igualdad de género en el mercado laboral. El sueldo de las brasileñas es, de media, un 34% más bajo que el de los hombres. "Hay leyes para garantizar los suelos iguales, pero no hay fiscalización", se ha quejado Abreu. Guajajara, por su parte, sugiere la creación de una "lista sucia del machismo" para penalizar a las empresas que no cumplen la ley, y Dávila cree que la construcción de la igualdad de género pasa por la puesta en marcha de políticas públicas que disminuyan la jornada doméstica femenina y los cuidados con los niños. Un dato justifica su proposición: casi la mitad de las trabajadoras salen del mercado laboral, temporal o definitivamente, tras tener hijos. En Brasil, el 45% de los hogares tienen a una mujer como cabeza de familia.
El aborto, actualmente permitido solo en casos de violación, malformación del feto o riesgo de muerte de la madre, también fue tema de debate entre las candidatas. Aunque no todas coinciden en su plena legalización, sí están de acuerdo de que no se puede retroceder con respecto a la ley vigente. Su posición es relevante en un momento como el actual, en el que hay varios proyectos en el Parlamento en esa dirección. "Lo que defendemos es la vida de las mujeres. El aborto seguro es una obligación del Estado", opina Guajajara, del izquierdista PSOL. Para la conservadora Amélia, sin embargo y a pesar de defender la ley actual, cree que las mujeres que abortan no deberían ir a la cárcel, pero sí realizar trabajos sociales. La legislación establece hoy un a tres años de prisión por el aborto ilegal.
El debate electoral, muy polarizado, preocupa enormemente a las candidatas presentes en el acto organizado por este diario, que llaman al diálogo para pacificar al país sudamericano. "Brasil no necesita una convergencia hacia el centro político, sino hacia la pacificación", ha subrayado Abreu. "Necesitamos un país con más diálogo", ha agregado Amélia. "No vamos a solucionar la polarización con el grito, sino con un programa de crecimiento", ha, por su parte, D'Ávila.
Al menos tres de las candidatas (Sonia Guajajara, Manuela Dávila y Katia Abreu) han confirmado su participación este sábado de la manifestación convocada por mujeres contra el ultra Bolsonaro. "El machismo es estructural y este candidato [Bolsonaro], además de antidemocrático, no tiene compromiso en construir la igualdad entre mujeres y hombres. Con él, nunca", ha zanjado Dávila, refiriéndose al movimiento #Elenão. Mañana, las calles de las principales urbes brasileñas serán el primer termómetro para medir la fuerza del movimiento. El segundo, será el 7 de octubre en las urnas.
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