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Karl Lagerfeld sigue muy vivo un año después de su muerte

El legado del diseñador alemán se ha convertido en una presencia tangible tanto en la moda como en la cultura popular

Karl Lagerfeld, en la semana de la Alta Costura de París en 2016.
Karl Lagerfeld, en la semana de la Alta Costura de París en 2016.Victor Virgile (GETTY)
Carlos Primo
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El 19 de febrero de 2019, pocas semanas antes de presentar la que sería su última colección, el diseñador de moda Karl Lagerfeld falleció en París a los 85 años. En el año que ha transcurrido desde entonces, el eco de su trabajo y de su biografía ha sido constante en todos los ámbitos de la industria en la que trabajó desde los años cincuenta, cuando llegó a París para dedicarse a la alta costura. Uno de esos ecos fue el vestido con el que Penélope Cruz acudió a la gala de los Oscar del pasado 9 de febrero. Aunque confeccionado a medida y ad hoc en los talleres de alta costura de Chanel, era una réplica de un diseño de la colección de primavera de 1995 de Lagerfeld, que ejercía como director creativo de la casa desde 1983. En una maison marcada por el culto sin fisuras a la fundadora —la legendaria Gabrielle Chanel—, este homenaje indicaba que el trabajo de Lagerfeld ha pasado a ocupar un papel preponderante en ese intangible que antes se llamaba código de la casa y hoy se denomina imagen de marca.

Así lo atestiguan las primeras colecciones presentadas por la sucesora del kaiser, Virginie Viard, que fue su mano derecha y firmó con él sus últimas propuestas. Aplicando formas pausadamente contemporáneas a las siluetas y motivos estéticos cultivados por su predecesor, sus colecciones son un ejemplo de evolución tranquila y toda una rareza en una época en que otras firmas aspiran a reconstruirse desde cero en tiempo récord. No en vano, es una de las pocas firmas de lujo que mantienen hoy su independencia. Propiedad de la familia Wertheimer, la compañía reorganizó antes del fallecimiento de Lagerfeld su estructura, estableció sus oficinas centrales en Londres y reveló datos —11.000 millones de euros en ventas en 2018— destinados a ahuyentar los rumores de venta. Muchos de los aciertos de este último año, como celebrar réplicas de los desfiles de sus colecciones de crucero y Métiers d’Art —un concepto híbrido basado en la artesanía de lujo— fueron instituidos por Lagerfeld con la intención de potenciar su presencia en el mercado asiático.

En ese sentido, el legado de Lagerfeld, que compaginó su trabajo en Chanel con su firma homónima y con el diseño de las colecciones de Fendi, pertenece tanto al ámbito de la moda —la editorial Thames and Hudson reimprimió en verano el volumen que incluye sus desfiles para Chanel desde 1983 hasta 2016— como al de la empresa. Pero también se plasma en su manera de concebir la privacidad. “Siempre quiso controlar enteramente su vida y se aplicó a escribir la leyenda”, explicaba a EL PAÍS Raphaëlle Bacqué en agosto con motivo del lanzamiento de su biografía del diseñador, Kaiser Karl.

El diseñador de moda alemán Karl Lagerfeld (a la izquierda) y el estilista Alexandre ajustan el atuendo de una modelo durante su primera colección primavera-verano de Chanel, en 1983.
El diseñador de moda alemán Karl Lagerfeld (a la izquierda) y el estilista Alexandre ajustan el atuendo de una modelo durante su primera colección primavera-verano de Chanel, en 1983.PIERRE GUILLAUD (AFP)

Para el cineasta Rodolphe Marconi, director de Lagerfeld Confidential, la película que apuntaló el estatus de dandi del diseñador en 2007, el valor específico de Lagerfeld reside precisamente en esa personalidad escurridiza. “Lo que me fascinaba era la ambigüedad de ese personaje que veía en la televisión”, explica ahora a EL PAÍS. Durante varias semanas, Marconi le siguió la pista, viajó con él, le acompañó mientras trabajaba e incluso mientras elegía los anillos y sortijas que se amontonaban en sus manos. “En las entrevistas era muy duro y mordaz, pero también gracioso y conmovedor. Me parecía adivinar una gran inteligencia, algo infantil y frágil tras su caparazón, y eso es lo que quise explorar. En aquella época muchos le detestaban, no le adulaban como tras su colaboración con H&M, que fue un punto de inflexión”.

Un año después de la desaparición del alemán, Marconi cree que su personaje se echa en falta tanto como su trabajo. “Un día le dije: ‘Karl, hay algo extraño. Cuando pensamos en Mademoiselle Chanel pensamos en la chaqueta sin cuello y el bolso acolchado. Cuando pensamos en Yves Saint Laurent, está la sahariana y el esmoquin. Si se trata de Jean Paul Gaultier, la falda para hombre y el jersey de marinero. Sin embargo, cuando pensamos en usted… ¡pensamos en usted!”. De ello da fe la actividad reciente de la firma homónima Karl Lagerfeld, fundada en 1974 y que en los últimos años ha convertido la propia efigie del diseñador en motivo estético. “Para mí, lo que quedará de él no será la imagen de una prenda icónica, sino su propia imagen”, apunta Marconi. “Un traje negro, el pelo blanco, las gafas negras y el gran cuello postizo”.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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