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El coronavirus no afecta a los negros y otros bulos peligrosos

Las plataformas de verificación de información africanas se están empleando a fondo para desmentir las informaciones falsas que corren por las redes sociales y los sistemas de mensajería

Markus Distelrath (Pixabay)
Carlos Bajo Erro

Un ciudadano de Lagos recibe un audio en su WhatsApp en el que se advierte que se ha interceptado un cargamento de ropa de segunda mano procedente de China y destinada a África infectada con Covid-19 y una foto de los fardos incautados acompaña la noticia. Mientras, en Dakar una chica recibe un mensaje que asegura que China ha reconocido la efectividad de un suero sintetizado por científicos senegaleses. En paralelo, una página de Facebook, aparentemente oficial, afirma que las escuelas sudafricanas ya no volverán a abrir este año. Al mismo tiempo en Kenia, se transmite a través de Facebook y Twitter la imagen de un joven apaleado, asegurando que se trata de un hombre herido por la policía durante el toque de queda. Y en Togo se extiende un mensaje que llama a estar vigilantes porque un barco con pasajeros infectados se dirige al Golfo de Guinea. Son algunos de los bulos que se están extendiendo como la pólvora ante el avance de la Covid-19 en la mayor parte de países africanos a través de las redes sociales, las plataformas de mensajería y las páginas web.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) se apresuró a alertar de la “infodemia” que se producía en paralelo a la expansión de la epidemia de coronavirus. Los rumores, la desinformación y las noticias falsas representaban una amenaza tan grande como el propio virus y, por eso, la organización internacional se ha empeñado en contrastar algunas de las informaciones que se extendían más rápidamente. Sin embargo, los bulos también van por barrios, así que la mejor manera de hacerles frente es desde el terreno. Por eso mismo, las plataformas de verificación de informaciones que ya funcionaban en diferentes países del continente africano y otros actores del entorno digital se están teniendo que emplear a fondo para desmentir muchos de los mensajes que circulan y se expanden a velocidad de vértigo de teléfono en teléfono y de pantalla en pantalla.

La amenaza de la desinformación en África tiene algunas particularidades relacionadas tanto con las condiciones tecnológicas y el ritmo de acceso a las herramientas digitales en muchos países, como con cuestiones sociales y culturales de amplios sectores de la población del continente. Pero el riesgo más recurrente es el que tiene que ver con las informaciones de salud y por eso el reto de combatir los rumores en este momento es mayor. “Lamentablemente, parece que algunos descubren las informaciones falsas con la Covid-19, aunque nosotros sabemos que la desinformación sobre la salud existe desde hace mucho tiempo en África y causa problemas serios. Hay que tener en cuenta que es un continente en el que mucha gente tiene pocos recursos para destinar a la salud, así que cuando se les proponen soluciones milagrosas para curarse, que a menudo se apoyan sobre las informaciones falsas, la gente está más predispuesta a creérselas”, advierte Valdez Onanina, un periodista camerunés, redactor de la plataforma AfricaCheck.

Tuit de Africacheck advirtiendo sobre una noticia falsa acerca de un cargamento de ropa infectada de coronavirus procedente de china.

De hecho, los bulos relacionados con la salud fueron los que desencadenaron el nacimiento de esta plataforma de verificación de datos que es la iniciativa más implantada en todo el continente. Lo que demuestra el delicado equilibrio que se establece entre sanidad y desinformación en muchos lugares de África. “En AfricaCheck —explica Onanina— tenemos investigadores especializados en la verificación de informaciones sobre la salud porque estamos convencidos del impacto de las noticias falsas en ese ámbito. Desde mi punto de vista, es la cuestión más delicada, porque toca directamente a la vida de la gente y en África es un riesgo real”.

AfricaCheck ha desplegado una intensa actividad en las últimas semanas en relación con la expansión de la epidemia. Una de las concreciones de esta actividad es la guía práctica que han publicado tanto en francés como en inglés. Y están constantemente compartiendo verificaciones en las redes sociales. Lee Mwiti, redactor jefe de la versión anglófona de la plataforma, se excusa confesando que está “desbordado” en estos días con tanta actividad. No es de extrañar, porque además de contrastar informaciones, la plataforma destina enormes esfuerzos a difundir el resultado de sus investigaciones.

Agua caliente antivirus

Carlos Bajo Erro
El abanico de bulos a los que los ciudadanos africanos están expuestos es de lo más diverso. Desde las publicaciones de Facebook con baterías de consejos tan peregrinas como beber agua caliente, comer jengibre y hacer ejercicio "hará que no os infectéis", o el que asegura a través de una falsa declaración de la OMS que el virus se transmite por el aire y que por tanto todo el mundo tiene que usar mascarillas en todo momento. La amenaza se ha intensificado de manera exagerada anunciando la llegada de falsos infectados, como los que supuestamente habían aterrizado en el aeropuerto de Entebbe en un vuelo de KLM hace un mes. La proliferación de infectados por encima de las cifras oficiales también es recurrente, en algunos casos, los transmisores de noticias falsas recurren a nombres conocidos como la información que aseguraba que la estrella del fútbol togolés y ex, entre otros del Real Madrid, Emmanuel Adebayor, había dado positivo. Los remedios aparentemente milagrosos, pero muy habitualmente peligrosos también se prestan a la desinformación. Miel con ajo, manteca de karité, agua hervida con ajo y lima o tabaco con alcohol, limón y antibiótico, son algunos de los remedios que se transmiten por las redes y las plataformas de mensajería. La última alerta relacionada con la experimentación con vacunas en África ha hecho también circular vídeos, fotos y audios de supuestos equipos médicos que ya están experimentando en zonas, relativamente, remotas.

El riesgo que los expertos observan en la infodemia no se detiene en la falta de información o en el manejo de datos incorrectos. El problema es que esas informaciones apuntalan comportamientos. “Es difícil clasificar qué bulos”, comenta Onanina, “son los más importantes o los más dañinos porque hay rumores que hablan de teorías de la conspiración, de predicciones sin fundamento, de remedios o que hablan sobre la prevención, con videos manipulados o puestos fuera de contexto. Pero el que más me ha llamado la atención es el que señala que los negros, no pueden contagiarse de esta enfermedad”. El periodista de AfricaCheck considera que este rumor ha condicionado la respuesta en algunos países. “Esta información falsa ha podido ayudar a que los africanos minimizaran el riesgo. Los primeros casos en África han llegado un poco más tarde y eso ha permitido que se reforzara ese mito de que los africanos no iban a contagiarse de esta enfermedad. Desde mi punto de vista, puramente subjetivo, creo que es una de las falsas informaciones que ha perjudicado más”, observa Onanina.

Desde Kenia, PesaCheck está haciendo una labor igualmente intensa para desmentir rumores. De hecho, las dos plataformas han unido fuerzas para llegar al mayor número de personas mostrando una lógica de colaboración muy constructiva. Su editor, Eric Mugendi explica que intentan ir dando respuesta a los bulos más preocupantes a medida que los detectan. “Nos estamos encontrando con muchísimo contenido falso sobre la enfermedad. Nuestro plan es ir respondiendo a los episodios de desinformación conforme vamos dando con ellos”, explica el activista keniano.

Estas plataformas están buscando formulas imaginativas para conseguir que sus desmentidos lleguen tan lejos como lo hacen los bulos. AfricaCheck, se ha lanzado a TikTok; o ha buscado la complicidad de PesaCheck a través de emisiones en directo en Instagram; las emisiones de radio e incluso WhatsApp son canales adecuados para luchar contra la desinformación. Además de estas dos plataformas, numerosas iniciativas locales desplegadas en diferentes países están ahora concentradas en combatir la infodemia, de Togo a Zimbabue o de Nigeria a la República Democrática del Congo pasando por Camerún, entre otras experiencias. En paralelo, algunas instituciones también han visto el riesgo de la intoxicación informativa y se han volcado en las verificaciones, como de manera inmediata empezó a hacer la presidencia de Senegal. E igualmente otras organizaciones han intentado aportar su experiencia en la lucha contra la desinformación, como hicieron los miembros de Africtivistes en una sesión a través de la red.

La OMS alertó de la “infodemia” que se producía en paralelo a la expansión de la epidemia de coronavirus

A pesar del ingente volumen de informaciones en circulación, los responsables de las plataformas de verificación saben que tienen que ir a la fuente de los bulos y, por eso, se ven obligados a zambullirse en sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp. La desinformación se extiende en dos niveles, uno público y otro privado, cada uno de ellos con dinámicas propias y ambos deben ser rastreados, como explica Valdez Onanina, desde su experiencia directa: “En Senegal, la gente está tomando conciencia. Al mismo tiempo que se extendía la epidemia y se declaraban nuevos casos, han empezado a entender que las falsas informaciones podían jugar un papel muy negativo, que junto a la pandemia de la Covid-19 se produce la pandemia de las noticias falsas. Los internautas están mucho más atentos y más familiarizados, se cuestionan los contenidos que tienen delante”.

Sin embargo, para este experto en verificación el trabajo más arduo se debe realizar en el nivel privado. “Cuando hablamos de la gran masa”, comenta Oninana, “aquellos que solo están en WhatsApp, que no están necesariamente instruidos, ahí es donde está el problema y da un poco de miedo. Por eso nosotros nos desplazamos a WhatsApp, vamos a buscar las informaciones allí porque es donde se encuentra el grueso de la gente”.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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