Una pastelería de 1864, el hotel donde se alojaba Agatha Christie y otros secretos del barrio de Beyoglu, en Estambul
De la gran plaza de Taksim a la majestuosa Torre Gálata, en un paseo por esta zona de la parte europea de la ciudad turca se suceden cafés, tiendas, restaurantes de diseño y museos
Un delicioso tranvía eléctrico, réplica exacta de los que funcionaban a principios del siglo pasado en Estambul, une los dos polos históricamente opuestos del antiguo distrito europeo de Pera (al otro lado, en griego) o Beyoglu, como se llama hoy: la gran plaza de Taksim, el corazón del barrio, y la majestuosa y medieval Torre Gálata. El rojo tranvía, que desciende lentamente hasta las proximidades del mar desde la cima de la colina donde se asienta Beyoglu, podría muy bien reflejar la idiosincrasia de esta zona de la ciudad turca. En este elegante barrio donde inmigrantes y refugiados alemanes, griegos, italianos y rusos se unieron en el siglo XIX a otra comunidad que llevaba siglos aquí, los judíos expulsados de España, los monumentos e iglesias medievales transformadas en mezquitas, una sinagoga o un monasterio sufí se contraponen a cafés y restaurantes de diseño. Y entre medias, el deslumbrante hotel Pera Palace, conservado fielmente desde su inauguración hace 130 años.
Una vez satisfecho el impulso romántico de subirse al tranvía, todos los viajeros descenderán o remontarán una o varias veces la calle İstiklal, conocida antaño como Grand Rue de Pera y principal arteria de este distrito situado en la otra orilla del Cuerno de Oro, frente al Estambul de las mezquitas Santa Sofía, Azul o Solimán, del palacio de Topkapi —la residencia de los sultanes otomanos— o del bazar más famoso del planeta.
İstiklal Caddesi, la avenida de la Independencia, arranca en la plaza Taksim, junto a la nueva mezquita inaugurada en 2021, uno de los últimos grandes edificios religiosos erigidos bajo el mandato del presidente Erdogan, y el Monumento a la República. A lo largo de su kilómetro y medio, la avenida peatonal, repleta de paseantes y compradores a todas horas, desciende suavemente entre soberbios edificios del siglo XIX en cuyos bajos se asientan numerosos cafés, restaurantes y tiendas de ropa de marcas internacionales. Aquí también hay fabulosas y añejas pastelerías, como Hafiz Mustafa, establecida desde 1864 en este primer tramo de İstiklal y un buen lugar para completar el desayuno o adquirir un surtido de baclava y otros dulces turcos.
Caminando siempre en dirección al Bósforo, en seguida aparece la plaza Galatasaray y el Balik Pazari (Mercado de Pescados), donde se puede comprar caviar y otras delicias del mar en tiendas gourmet como Resat Balik o comer un pescado fresco en los varios restaurantes de este mismo callejón del bazar.
Pocos metros más adelante, una buena idea es doblar a mano derecha para enfilar la calle Mesrutiyet —paralela a İstiklal— y conocer el fantástico Museo de Pera. Cuenta con una colección permanente de obras de arte orientalista en la que sobresale una serie de cuadros que reflejan espléndidamente el mundo imperial otomano entre los siglos XVII y XX, fascinantes retratos de los sultanes o escenas del harén. La joya del museo es El domador de tortugas, del pintor Osman Hamdi Bey, que también fue diplomático del sultán Abdülaziz. Hay que visitar su atractivo café de diseño, que alberga el piano que acompañó a Maria Callas.
A cinco minutos andando desde el museo, otro hito fundamental de Beyoglu es el legendario hotel Pera Palace, inaugurado en 1892 para alojar a los viajeros del tren Orient Express. Este es un maravilloso edificio donde, entre centenares de celebridades, se hospedó Agatha Christie, quien, según dicen, escribió en la suite 411 Asesinato en el Orient Express. La habitación está acondicionada con muebles de época, fotografías y recortes de periódicos enmarcados y una copia de la máquina de escribir Underwood de la autora inglesa; sus mitómanos pueden alojarse en ella por unos 250 euros la noche. El soberbio y elegante edificio es obra del arquitecto franco-otomano Alexander Vallauri, que lo diseñó según los cánones del art nouveau con algún toque oriental. Merece la pena, sin duda, atravesar la puerta giratoria para entrar en un mundo perdido en el siglo XIX, tomar un té en el impresionante Salón Kubbeli, comer en el elegantísimo restaurante Agatha, beber una copa en el Bar Orient o merendar unas delicias turcas en la Patisserie de Pera.
De vuelta a la avenida İstiklal, las antiguas embajadas, hoy consulados, de Rusia y Suecia ocupan sendos palacios ajardinados y protegidos por rejas y portalones de corte imperial, mientras que el misticismo reina en el Museo Mehlevi y, ya muy cerca de la Torre Gálata, en la Sinagoga y la Fundación Quinto Centenario y Museo de los Judíos Turcos. El primero ilustra sobre el sufismo de los derviches con una interesantísima muestra de fotografías, instrumentos musicales, trajes ceremoniales con sus tocados cilíndricos o hermosas caligrafías arábigas. Los domingos a las seis de la tarde se puede asistir en su auditorio a un espectáculo de la danza de los derviches giróvagos. Por su parte, el templo judío —protegido por estrictas medidas de seguridad— exhibe documentos y objetos relativos a la historia de los hebreos exiliados en Turquía (mayoritariamente sefardíes) y sus descendientes y regala ejemplares del diario Salom, que edita algunas páginas en ladino. Al fondo de la calle Büyük Hendek, donde se halla esta fundación, se alza imponente la Torre Gálata, que vigila el tránsito marítimo del Cuerno de Oro desde 1348, cuando Pera era una colonia de los genoveses frente a la poderosísima Constantinopla, capital de Bizancio. Emblema y símbolo por excelencia de Beyoglu, desde su mirador se obtiene una panorámica maravillosa del barrio de Sultanahmet y del centro histórico de la ciudad, los minaretes de las mezquitas Santa Sofía, Solimán y Rüstem Pasa (o Nueva, aunque date del siglo XVI), el palacio de Topkapi y el estuario que separa los dos sectores europeos de Estambul.
A media tarde apetece un café o un té turcos y para muchos lugareños la mejor cafetería y pastelería tiene una de sus sucursales muy cerca del Puente Gálata que cruza el Cuerno de Oro. Se trata de Güllüoglu Karaköy, con una gran terraza y un acogedor salón donde elegir entre un amplísimo surtido de riquísimas pastas y dulces orientales. Si ya ha caído la noche y es hora de cenar, el restaurante Antiochia, a dos pasos del Pera Palace, sirve unos kebabs especiales típicos de la región sureña de Antakia en un precioso local de muros antiguos de ladrillo. Cena de lujo por un precio inmejorable.
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