La casa de James Costos y Michael Smith: así es la nueva ‘embajada’ de España en Los Ángeles
El exembajador de Estados Unidos en España y su pareja, uno de los interioristas más solicitados, acaban de renovar su casa. El proyecto convierte en hogar una mansión modernista en Holmby Hills, el “triángulo de oro” de la ciudad californiana
“Esta es una embajada en Los Ángeles, nuestra embajada”, dice Michael S. Smith. El interiorista, uno de los más importantes de Estados Unidos, está parado en la sala de su casa de Los Ángeles, donde nació hace 58 años. A su lado sonríe su pareja, James Costos (Massachusetts, 59 años), presidente de Secuoya Studios y exembajador de Estados Unidos ante España y Andorra. El exterior de la casa puede hacer pensar en una fortaleza por la dureza de sus ángulos y la altura de los muros, un diseño que toma prestado de la arquitectura de Luis Barragán. Pero basta con poner un pie en su interior para adentrarse en un contrastante mundo de lujo y elegancia.
La sala donde están Costos y Smith, célebres anfitriones de Hollywood, ha servido de escenario tanto para fiestas como para eventos de recaudación de fondos para políticos demócratas (la pareja fue una de las principales recaudadoras para Biden en la ciudad). En septiembre estuvo en este espacio Beto O’Rourke, la estrella progresista que buscaba convertirse en gobernador de Texas. Han celebrado allí con Felipe VI y la reina Letizia antes de que ascendiera al trono. Hace unas semanas, la pareja alojó, una vez más, a Barack y Michelle Obama mientras los antiguos ocupantes de la Casa Blanca hicieron una parada en Los Ángeles para que la ex primera dama promocionara su nuevo libro, The Light We Carry. Costos dice que tres presidentes han pisado la misma alfombra bajo sus pies.
La pareja compró en 2009 esta residencia, ubicada en el barrio de Holmby Hills, una estrecha franja entre las lujosas zonas de Bel Air y Beverly Hills. El edificio fue mandado construir por el matrimonio de Audrey y Sydney Irmas para albergar una importante colección de arte que hoy está en manos del LACMA, el museo del condado. Esto explica en parte la altura de los techos que tiene la casa. Smith siguió uno de los principales consejos que da a sus clientes y la habitó antes de reformarla. Cinco años después, inició la obra, quizá su proyecto más personal. Decidió llevar una bitácora en línea para sus seguidores en un país obsesionado con los bienes raíces y la transformación residencial.
El blog arrancó en 2018 y terminó abruptamente dos años después, con la pandemia. Fue un periodo durante el que se disparó el trabajo de Smith y su despacho. “Mi negocio creció enormemente. Creo que ahora estamos enfocados en nuestros hogares porque todo el mundo quedó atrapado en sus casas y se dio cuenta de lo importantes que son”, asegura el interiorista, que tiene entre sus clientes a Rupert Murdoch, Steven Spielberg o Cindy Crawford.
El vínculo de la pareja con los Obama es profundo. Cruza tanto una relación profesional como personal. Smith redecoró la Casa Blanca tras la llegada del primer mandatario afroamericano. “Son magníficos, tienen gustos y un entendimiento increíblemente amplio, pero son realmente clásicos. Funcionan dentro del sistema, de lo tradicional”, cuenta Smith sentado en un mullido sillón en la sala del bar, presidida por un gran óleo de colores degradados del artista californiano Power Boothe. El interiorista revela que está asesorando a los Obama en la construcción y el diseño del centro presidencial al sur de Chicago dedicado a la pareja.
Aquella preferencia por lo clásico facilitó los trabajos de Smith dentro del epicentro de poder más famoso del mundo. No tocó el Resolute, el escritorio de encina de media tonelada que sirve de apoyo a todo mandatario estadounidense desde que la reina Victoria lo regaló a la excolonia a finales del siglo XIX. Pero al ser uno de los presidentes más cools que ha pisado jamás la oficina, Smith decidió sustituir los platos de porcelana por modelos de patentes que tomó prestados del Museo Smithsonian, entre estos el telégrafo de Samuel Morse. Era un guiño a la fascinación del mandatario por la tecnología. Michelle pidió también un par de despertadores eléctricos para las habitaciones de las niñas, Malia y Sasha, cuando descubrió que habían descifrado cómo pedir al servicio llamadas telefónicas para levantarse.
Arianna Huffington, la fundadora de The Huffington Post, dio a aquella reconversión del despacho una de sus críticas más famosas: “La audacia del marrón”. La periodista la consideró cauta e inofensiva ante el predominio de colores terregosos. El titular aún le saca unas risas a Michael, mientras muestra la habitación de invitados de la segunda planta, que confirma que el tono café sigue entre sus favoritos. La obra de esta habitación se extendió durante cuatro años y obligó al diseñador a alquilar una casa y pasar más tiempo en su propiedad de Rancho Mirage, en el desierto californiano.
Obama ofreció a Costos la legación en Madrid a pesar de no tener credenciales diplomáticas previas. Antes de ser embajador, Costos, politólogo, había sido vicepresidente de HBO. Cuando le pidió un consejo al entonces presidente, este solo le respondió: “Sé tú mismo”. Esa fue su divisa para hacer de la Embajada un sitio más incluyente y diverso. Quizá al extremo. Cuenta Costos que un día escribió en las redes sociales un mensaje para invitar a todos los que quisieran a visitar la Embajada, pero el mensaje de puertas abiertas no gustó del todo al Departamento de Estado, que le sugirió que el llamado podía ser problemático en temas de seguridad.
La experiencia en España marcó a la pareja. Antes de la aventura diplomática, su único contacto con España había sido Mallorca, adonde pasaron unas vacaciones después de haber sido hipnotizados por los tonos azules del Mediterráneo de una fotografía. “Nunca habíamos pisado Madrid hasta que fui nombrado embajador en 2013″, dice Costos. “La Embajada no nos cambió, solo reveló más quienes hemos sido siempre: filantrópicos, generosos y participativos con la democracia”. Este noviembre, ambos volaron a Madrid solo para celebrar con amigos el Día de Acción de Gracias.
Pero algo ha cambiado. Quizá no dentro de ellos, sino en su estilo de vida. Michael cuenta que el otro día cenaban en casa con el comediante Larry David y otros escritores, a quienes les llamó la atención que los anfitriones sirvieran vino español. “Quizá algún día vuelvan a nombrar a James embajador en otro país, pero una parte de nosotros será española siempre”, afirma Smith. Costos asegura que siempre buscó nuevas experiencias. Este espíritu explorador —a lo Anthony Bourdain— fue el que le permitió llevar a Obama a cenar al restaurante Bache San Pedro en Sevilla, en 2019.
Michael ha abierto una tienda de diseño en Madrid, llamada Greco, en honor al perro que adoptaron en 2014. James impulsa desde Secuoya Studios los lazos entre Estados Unidos y España en la industria cinematográfica. Su estudio alberga en Madrid el centro de producciones de Netflix. La pareja tiene un apartamento en la capital y han comprado otro en el barrio de Almagro, que están renovando con paneles hechos de pisos antiguos traídos de Portugal y con chimeneas antiguas. “La gente piensa que estoy un poco loco porque era un bello apartamento moderno que estamos haciendo ver como si fuera del siglo XVIII”, señala. “Los europeos están obsesionados con la modernidad porque la consideran una reacción al pasado, que está tan omnipresente… Se juzga demasiado lo clásico”, añade.
Aquella premisa fue puesta en práctica cuando Michael se encargó de la renovación de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, que pagaron con fondos propios. Trató de conseguir el equilibrio entre dos mundos. La planta baja, el sitio que iba a ser más visitado por españoles, la decoró para apreciarse como un rincón americano, lleno de arte moderno. Pero la parte de arriba, donde está la residencia en la que pernoctaron el presidente Obama, secretarios de Estado y hasta Harrison Ford y Martha Stewart, el sabor hispano estaba más presente con antigüedades y objetos que te hacían recordar que estabas en España. Cuando el diseñador intenta explicar el balance entre lo clásico y moderno que marca su estilo, se limita a decir con una sonrisa: “Me aburro fácilmente, así que me gustan muchas cosas, muy diferentes entre ellas”.
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