La Generación Z se enamora del anillo con el que Jean Cocteau declaró su pasión por Jean Marais
La sortija Trinity de Cartier, formada por tres bandas de oro entrelazadas hasta el infinito, es una de las piezas más icónicas de la joyería contemporánea. Cien años después de su creación, Marie-Laure Cérède, directora creativa de la casa parisina, reinterpreta esta colección para seducir a las nuevas generaciones
La cita con Marie-Laure Cérède, directora creativa de relojería y joyería de Cartier, es en un apartamento en la cima de un elegante edificio ubicado en la avenida Bosquet de París. Antes de subir hay que anunciarse ante un guardia de seguridad. La mera presencia de este hombre de negro confirma que en lo más alto de esta finca, entre el Campo de Marte y Los Inválidos, hay un secreto —o un tesoro— que debe ser custodiado. Dentro del piso hay más hombres de negro. En uno de los salones, con enormes ventanales desde los que se puede ver la Torre Eiffel en toda su majestuosidad, hay un piano de cola y, sobre él, portarretratos de plata con fotografías de Gary Cooper, Alain Delon, Romy Schneider, Jacqueline Bisset, Grace Kelly… Fácilmente se aprecia que todas esas rutilantes estrellas del cine llevaban en su dedo anular una de las piezas más icónicas de Cartier: la sortija Trinity, tres anillos entrelazados hasta el infinito.
Louis Cartier, nieto del fundador de la maison Cartier, ideó el anillo Trinity en 1924 pensando en el número tres, considerado desde la Antigüedad como el número perfecto. Los tres anillos en uno, que hace cien años revolucionaron el negocio de la joyería, hacían referencia a Louis y a sus dos hermanos, Pierre y Jacques, herederos del boyante imperio fundado por su abuelo, pero también a las tres tiendas que tenía entonces la firma: en París, Londres y Nueva York. El anillo también materializaba un concepto que ahora está muy en boga: la diversidad. Tres elementos diferentes —una banda de oro dorado, una de oro rosa y otra de oro blanco— se juntan y, de manera armoniosa, forman una unidad. El Trinity, que cumple un siglo de vida, se ha convertido en un símbolo del amor en todas sus formas —filial, familiar, amistoso, marital— y en uno de los modelos más solicitados por los clientes que quieren declarar su amor a alguien… o a sí mismos.
“Generalmente, cada pieza de Cartier empieza con un dibujo hecho a mano. En este caso, el punto de partida era un objeto que ya tiene mucha historia y que ya es perfecto. Porque el Trinity es perfecto: tres bandas en una y una en tres, una celebración del concepto de inclusión”, explica Cérède tras recibirnos en una de las salitas de este piso parisiense. Frente a ella se despliega su nueva colección Trinity: anillos, pulseras XL, colgantes… La directora creativa de la maison empezó hace dos años a trabajar en este proyecto con la idea de conmemorar el centenario de la línea original. Hizo más de 50 prototipos. “En realidad, perdí la cuenta de cuántos intentos hicimos. No teníamos ninguna obligación de sacar adelante esta nueva colección. Si el resultado final no era bueno o no nos convencía, no íbamos a sacarla. No obstante, había mucha presión porque estábamos trabajando con un objeto icónico”, reconoce.
Cérède comenzó su carrera en Cartier en 2002 y, después de pasar casi 12 años en Harry Winston, regresó a la casa francesa. En 2017 fue ascendida al puesto más alto en diseño, convirtiéndose en la responsable final de la estética de todos los relojes y joyas de Cartier. Conoce bien la historia de la maison y, como suele ocurrir, empezó esta nueva colección visitando los archivos. “Siempre vuelvo a ellos. Parte de mi trabajo es tener un conocimiento profundo del legado de la marca. Y otra parte consiste en ver ese legado con nuevos ojos. Queríamos algo nuevo, no sabíamos qué, pero queríamos algo nuevo”, dice.
Es difícil reinventar la rueda, o, mejor dicho, el círculo, pero Cérède lo ha conseguido jugando con los tamaños, los volúmenes y las formas: anillos y brazaletes Trinity más grandes y maximalistas, nuevos colgantes… La pieza más prometedora es el anillo Trinity en forma de cushion (cojín, en inglés), una sortija casi cuadrada que rompe con la circularidad del diseño original pero no con la esencia de las tres bandas entrelazadas. “Es difícil conseguir una nueva forma en el mundo de la joyería. Hicimos un prototipo en oro y nos dimos cuenta de que tenía el mismo valor que el diseño original”, explica. “Desde un punto de vista emocional, la esencia de Trinity son esas tres bandas que giran alrededor del dedo. La gente puede jugar con la joya en su dedo y crear un vínculo personal con ella. Eso no se podía perder”.
Desde su creación, hace ahora cien años, Trinity es una colección unisex, destinada tanto para los hombres como para las mujeres. En los años treinta del siglo pasado, personajes como la decoradora Elsie de Wolfe, la actriz Kendall Lee y el poeta y multifacético artista Jean Cocteau ya llevaban los tres anillos entrelazados. Cocteau, por ejemplo, lucía el suyo en el dedo meñique -a veces llevaba dos- y regaló otro igual a su amante, el apolíneo actor Jean Marais, con la siguiente dedicatoria: “La primera banda es para ti, la segunda es para mí y la tercera es nuestro amor”. “Todo el mundo piensa que Cartier creó el anillo Trinity para Cocteau, pero no es verdad”, aclara Cérède, que está encantada con esta “confusión”. “Me parece cool. Ya es parte de la historia. Ves las fotos de Cocteau con el anillo y tienes la sensación de estar ante algo muy innovador, novedoso y fresco. Queríamos volver a conseguir eso, continuar esa historia”, dice. Las nuevas piezas tienen el punto moderno y genderless (sin género) que los compradores de lujo reclaman en estos tiempos. “De hecho, en Cartier nunca pensamos en términos de género. No pienso en hombres o mujeres. Si algo es muy femenino o muy masculino, entonces no es Cartier”, sentencia.
La idea de esta nueva colección no es reemplazar las piezas antiguas por las nuevas, sino añadir otro capítulo a la historia de Trinity. “Por eso las joyas nuevas tienen que funcionar con las viejas. Tienen que funcionar para las madres que llevan el Trinity original y para las nuevas generaciones que están descubriendo esta colección”, apunta la creadora. Cartier, una marca fundada en 1847, lleva años acercándose a los más jóvenes a través de redes sociales como TikTok e Instagram y recurriendo a nuevos rostros famosos que ejercen de embajadores de la firma. “Esta nueva generación está conectada con todo. Tienen acceso a tanta información y a tantas imágenes, están tan bien informados sobre el lujo, que sus ojos miran todo de otra manera. Son más exigentes y tienen capacidad de identificar rápidamente lo que desean o a lo que aspiran”, explica la diseñadora.
Los tiempos cambian, pero Trinity no pasa de moda. La prueba está en que celebridades como el actor francoestadounidense Timothée Chalamet, de 28 años, y otros ídolo de la Generación Z son nuevos fans del centenario anillo de tres bandas. “Si algo no tiene un significado, solo funcionará por unos meses. Pero un objeto con sentido nunca pierde su vigencia”, concluye Cérède.
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