Llegan a España las obras de arte valoradas en 15,6 millones que la trama Púnica ocultó en Suiza
Parte del ‘botín’ artístico del cerebro de la trama, David Marjaliza, recalará en el Museo Reina Sofía, y el resto será subastado. En la colección hay cuadros de Chillida, Barceló o Tàpies
El largo culebrón judicial para que las valiosas obras de arte que el constructor David Marjaliza, cabecilla confeso de la trama Púnica, ocultaba en Ginebra (Suiza) regresen a España llegará previsiblemente este miércoles a su fin, según han confirmado a EL PAÍS fuentes de la Audiencia Nacional y de los ministerios de Justicia y Cultura. Más de siete años después de que la Audiencia iniciara, en marzo de 2015, los trámites para intervenir y repatriar este tesoro artístico, valorado por la Guardia Civil en 15,6 millones de euros, los cerca de 40 cuadros, fotografías y esculturas, además de 185 plumas estilográficas de colección, que lo componen llegarán a Madrid, donde serán custodiados hasta que se decida su destino final. Entre las obras hay creaciones de Eduardo Chillida, Miquel Barceló, Antoni Tàpies, Manolo Valdés, el Equipo Crónica, Juan Uslé y Torres García, entre otros.
El Museo Reina Sofía ya ha mostrado su interés para que 18 de estas obras formen parte de sus fondos. Del resto, una parte será subastada, entre ellas las estilográficas, valoradas algunas en varios miles de euros. El dinero que se recaude servirá para cubrir parte de la millonaria cantidad que, previsiblemente, la justicia impondrá al constructor como responsabilidad civil si es condenado por el caso Púnica, uno de los principales casos de corrupción que afecta al PP madrileño.
En todo el proceso para repatriar los objetos artísticos ha sido clave la cooperación del propio Marjaliza, quien colabora con la justicia desde el verano de 2015; eso ha permitido vencer las reticencias iniciales de las autoridades helvéticas a entregar las obras de arte con el argumento de que las mismas figuraban a nombre de la empresa Millenia Trading Pte Ltd, con sede en Singapur. El constructor ha comparecido por videoconferencia ante la justicia suiza para confirmar que las obras son de su propiedad y que esta sociedad había sido creada por él para realizar, precisamente, una falsa operación de compraventa de arte con estos bienes y así blanquear 4,2 millones de euros que tenía ocultos en Suiza para poder repatriarlos a España en 2013.
La fase final del proceso se inició la semana pasada en Ginebra, hasta donde se desplazaron representantes de España, entre ellos un letrado del Juzgado Central de Instrucción 6, donde se instruye el caso Púnica, para estar presente en el acto de entrega y, así, “dar fe de los objetos y de las obras entregadas”. También participaron responsables de aduanas helvéticos y un representante de la empresa Natural Le Coultre S. A., propietaria del almacén donde las obras han permanecido depositadas desde 2013. Las instalaciones de esta compañía en Ginebra son el refugio de cientos de miles de bienes artísticos de inversores privados, por lo que son consideradas en el mundo del arte como un museo oculto. Según detallan fuentes jurídicas, el proceso duró “varios días” en los que se cotejó el listado de objetos que constaba en el sumario y las obras de arte que se entregaban. Posteriormente, las obras fueron cargadas, para su traslado por carretera hasta Madrid. El coste de este transporte se cubrirá con el saldo de una cuenta bancaria también intervenida a Marjaliza en Suiza, donde hay bloqueados cerca de ocho millones de euros.
Una vez en España, la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA), creada por el Ministerio de Justicia a finales de 2015 para administrar el embargo de bienes de personas condenadas, será la responsable de su custodia. De hecho, desde 2016 tiene firmado un convenio con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, para que los expertos las autentifiquen y, posteriormente, el museo las exponga en sus salas. No obstante, fuentes de esta institución cultural señalan que hasta después del verano, fecha en la que está previsto que terminen las obras de rehabilitación de nuevos espacios del centro como almacenes, no contará con espacio para guardarlas. Se encargará de ello hasta entonces el Ministerio de Cultura, confirman fuentes de este departamento, que detallan que las estilográficas, valoradas algunas en varios miles de euros, serán guardadas inicialmente en una cámara acorazada en la sede del propio departamento, aunque declinan concretar “por motivos de seguridad” a qué instalaciones irán los cuadros y esculturas, que necesitan unas especiales condiciones de conservación.
Fuentes de la defensa de Marjaliza señalan que este atesoró estas obras, que adquiría asesorado por expertos de arte, como inversión. “Las estilográficas eran para su colección particular”, añaden. En un informe elaborado en 2016, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, encargada de la investigación, cifró el valor de todo lo que se ocultaba en Suiza en 15.688.000 euros. En ese documento, el instituto armado concluía, precisamente, que gran parte de ellas habían sido adquiridas por el constructor “para invertir y ocultar parte de las ganancias ilícitas procedentes de los delitos de corrupción”. De su elevado valor real ya daban cuenta las facturas de adquisición que los agentes localizaron durante los registros realizados tras las primeras detenciones, en octubre de 2014.
Así, por ejemplo, bajo un colchón se halló el cargo por la compra de un cuadro de Antoni Tàpies por 941.000 euros. También apareció la factura de la compra, en 2007 en Madrid, del cuadro Furor Penellis, de Miquel Barceló, por 663.970 euros. Por Cabeza de Mujer, de Manolo Valdés, el empresario pagó 172.770 euros, y otros 92.690 por The Astronaut, del Equipo Crónica. En Barcelona había adquirido en diciembre del año anterior una terracota de Eduardo Chillida por 220.000 euros y una obra de Manolo Millares por 300.000 euros. Otra parte de las obras que ahora llegan a España fueron adquiridas en galerías de arte en el extranjero. En Singapur, Marjaliza adquirió, en julio de 2006, un tàpies por 250.000 euros; en Toronto (Canadá), una fotografía de José Manuel Ballester por 30.000 euros, y en Zúrich (Suiza), un collage de Douglas Kolk por 9.500 euros. En Lisboa, compró obras de Peter Zimmerman y Günter Fog por un total de 97.500 euros; en Múnich (Alemania), una fotografía de Thomas Ruff por 12.000 euros; y en Nueva York, un José Guerrero por 66.142 euros.
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