Muerto en Marbella, resucitado en Budapest, reclamado en Vigo: el curioso caso del capo Wouter
Paul Wouter, exmilitar brasileño, dejó tirados a sus compinches gallegos que fueron condenados por tráfico de cocaína, un juicio que ahora le obliga a regresar a Galicia
La Interpol puso fin a 13 años de fuga del exmilitar brasileño Sergio Roberto Carvalho (65 años) cuando en junio de 2022 logró detenerlo en un restaurante de Budapest (Hungría) con la ayuda de varios confidentes. También conocido como Paul Wouter, el astuto mayor Carvalho está reclamado en al menos cinco países —entre ellos, España— por delitos de narcotráfico y blanqueo de dinero, en una historia rocambolesca que le obligará a regresar a Galicia, donde participó en varias operaciones de tráfico de cocaína.
Bajo su falsa identidad, el capo Wouter no dudó en fingir su muerte en 2020 para evitar una condena de 14 años de prisión y multa de 340 millones de euros en Galicia, por una operación de cocaína con la que iba a coronarse como financiador de históricos narcos gallegos. La mayoría de estos ya estaban relegados al segundo escalón del negocio, pero la propuesta del exmilitar era una oportunidad para recuperar su estatus económico, la principal garantía para los proveedores sudamericanos.
La Audiencia de Pontevedra ha pedido la extradición de Wouter para que sea juzgado por la Sección Quinta de Vigo. El tribunal, que ya había solicitado lo mismo a Hungría, ha tenido que ampliar su reclamación referente al preso declarado en rebeldía a Bélgica, donde fue trasladado tras su detención en el país húngaro. Sin embargo, la solicitud todavía no ha tenido respuesta, por lo que no hay fecha para la entrega de Wouter, según han confirmado fuentes del Tribunal Superior de Galicia (TSXG).
El alto tribunal gallego confirmó el pasado lunes las condenas impuestas por la Audiencia de Pontevedra a los 14 narcos que prepararon con Wouter la descarga de 1,7 toneladas de cocaína en las Rías Baixas en agosto de 2017, la época dorada del capo brasileño en España. Su puesta en escena deslumbró a experimentados traficantes y arrastró a miembros de la saga de Los Charlines y a otros históricos como Jacinto Santos Viñas para que participasen en esta intentona de alijar la droga.
El mayor Carvalho se presentó ante los narcos gallegos como un holandés afincado en Málaga llamado Paul Wouter, de 56 años y nacido en Guyana, que utilizaba su avión privado para desplazarse a todas partes desde Marbella, donde vivía en una lujosa mansión en la que mantuvo varias reuniones con sus nuevos socios. Su papel en el transporte de más de 80 millones de euros era el de principal contacto con el proveedor de la cocaína y financiador, sin levantar ninguna sospecha sobre su verdadera identidad.
Pero Wouter y sus secuaces cayeron en un operativo policial que llevaba en marcha desde un año antes, con una llamativa secuencia de pruebas, como grabaciones en el interior de vehículos. Los agentes incluso lograron interceptar las múltiples citas que mantuvieron los numerosos integrantes de este narcogrupo que los llevaría incluso a reunirse en un cementerio para coordinar la última fase de la operación fallida.
La Policía, tras el abordaje del Titán III, un mercante de bandera panameña en el que se transportaba la droga, señaló que se trataba de una operación similar a las “clásicas” perpetradas por las organizaciones gallegas de los años noventa, al haber recuperado los mismos métodos de entonces para los transportes marítimos y tras constatar que viejos narcos “volvían a las andadas”.
Después de pasar unos meses en prisión, Wouter quedó en libertad con una fianza de 200.000 euros. En el verano de 2019, el tribunal le dio por muerto cuando la Fiscalía de Pontevedra formulaba la acusación contra él para llevarlo a juicio. Los jueces consideraron válido el parte de defunción por infarto derivado de una complicación al contagiarse de la covid; así como la incineración de su cuerpo que certificó el médico de una costosa clínica estética de Marbella, de la que el presunto fallecido era asiduo.
En ese mismo establecimiento, en una suite de lujo donde se sometía a un régimen de adelgazamiento, había sido detenido Wouter en 2018. Pero meses después de comunicarse el óbito, cuando las diligencias referidas al narco estaban ya archivadas por fallecimiento, una comunicación judicial enviada desde Curitiba (Estado de Paraná, en Brasil) ponía al descubierto la verdadera identidad del capo: Sergio Roberto de Carvalho, nacido en 1958 y en busca y captura por narcotráfico y blanqueo de dinero desde 2009.
Curitiba avisó de que había indicios de que este polifacético empresario seguía vivo. Las huellas dactilares de ambos personajes coincidían, pero esta coincidencia pasó inadvertida, pese a que en el sumario que se instruyó en Galicia aparecían las dos identidades. El pasaporte de Wouter, requisado por el grupo Greco de la Policía, fue expedido por las autoridades de Surinam y se dio por auténtico en la instrucción judicial en Galicia.
La Interpol atribuía a Wouter la introducción de medio centenar de toneladas de cocaína en Europa. En su faceta de empresario, gestionaba varios negocios de importación de mariscos en Marruecos y Dubái. Aunque en el historial que envían las autoridades brasileñas a España se le consideraba el capo de una organización dedicada al transporte de cocaína en Portugal, Bélgica, Alemania, Holanda y Algeciras.
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