Bendodo, el hombre que vino del sur
El coordinador general del PP quería exportar el éxito de su partido en Andalucía a la campaña de Feijóo en las generales, pero los números no salieron
Antes de decidir marcharse a Madrid para formar parte del equipo de Alberto Núñez Feijóo como coordinador general del PP, su amigo y presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, le aconsejó que lo pensara bien. La política nacional, vino a decirle, es muy dura. Hablaba por su propia experiencia de más de 15 años en la dirección de Génova en el equipo de Soraya Sáenz de Santamaría. Elías Bendodo Benasayag (Málaga, 49 años) se lo pensó y cambió Sevilla por Madrid, la sala de prensa de San Telmo, donde ejercía como portavoz del Gobierno y consejero de la Presidencia de la Junta, por la de la sede nacional, para interpretar el papel de poli malo de Feijóo. Era la primera vez en su intensa vida política que se estrenaba en la dura oposición. Y tenía la oportunidad de emprender una nueva ruta política: “A mí lo que me gusta, de lo que disfruto, es hacer el camino, más que de la meta. Eso es lo importante”, suele decir.
Antes de eso no es que su carrera fuera de vino y rosas, pero casi. Convirtió al PP de Málaga en una máquina de ganar, estuvo dos mandatos en la presidencia de la Diputación, desde donde aspiró sin conseguirlo a la candidatura a la alcaldía de Málaga, en la que reina desde hace 23 años Francisco de la Torre. Luego, de virrey como número dos de facto en la Junta de Andalucía, la comunidad con el segundo presupuesto más elevado tras el del Estado.
Moreno no colocó a Bendodo en Madrid, no quería prescindir de él y la decisión de quedarse o marcharse solo fue del aún coordinador general. Pero dado el paso, nadie duda de que Bendodo es cuota Moreno y la voz del hoy poderoso PP de Andalucía tras la victoria por mayoría absoluta en las elecciones autonómicas de junio de 2022. Él siempre ha dicho que Feijóo lo fichó por su experiencia en campañas electorales y por su éxito a la hora de pivotar con un pie a izquierda y derecha con el otro anclado firme en el suelo. Ese modelo fue el que empleó en Andalucía cuando Moreno formó su primer gobierno de coalición con Ciudadanos y con apoyo externo de Vox. Para ganar en una comunidad en la que los socialistas habían gobernado casi 37 años seguidos y sociológicamente de izquierdas, la mejor manera era ampliar la base social y además con un candidato del que creó, junto con otros, una marca: Juanma.
Bendodo quería exportar todo eso a la campaña de Feijóo en las generales, pero los números no salieron. La izquierda se movilizó, Vox no se hundió y las encuestas fallaron. La transferencia de voto de los sondeos, el dato en el que más se fija el malagueño, tampoco acertaron. Pocos días después de las elecciones de julio y con el malestar en el cuerpo, los dirigentes populares andaluces criticaban los fallos de coordinación en Génova. Tenían a tres dirigentes —Cuca Gamarra desde la secretaría general, Bendodo desde la coordinación y Miguel Tellado desde la vicesecretaría de Organización— dando órdenes y no siempre unívocas. También empezaron a quejarse del peso del clan gallego, el equipo que acompaña a Feijóo desde su etapa en la Xunta. En un acto de inicio del curso político en septiembre pasado, en Málaga, Moreno se deshizo en elogios a su compañero y amigo. No pasó desapercibido el achuchón.
La salida de Bendodo y también la de Juan Bravo al frente de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno andaluz han creado huecos que no han sido cubiertos del todo. La exposición de Moreno, pese a su cómoda mayoría absoluta, es mayor que la que tenía con un gobierno de coalición. Hay dirigentes del PP que lo echan en falta.
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