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Un grupo de narcos dispara con armas de guerra contra los guardias civiles que abortaron un alijo en Cádiz

Los agentes lograron detener a nueve personas e intervenir 2.500 kilos de hachís tras un tiroteo que se saldó sin heridos

Fardos de hachís incautados por la Guardia Civil en la madrugada de este miércoles en Cádiz.
Fardos de hachís incautados por la Guardia Civil en la madrugada de este miércoles en Cádiz.. (EFE)
Jesús A. Cañas

La carretera que discurre paralela a la orilla gaditana del Guadalquivir es un festín de indicios del narco para el que sepa mirar. Este pasado domingo, multitud de marcas de rodadura en el fango, algunas resecas, otras frescas, reposaban bajo los pies de un grupo de chavales que pasaban el rato apostados en sus coches, mirando al horizonte. Son rastros a la luz del día de la intensa actividad que se vive en las noches. Y en la madrugada de este miércoles el trasiego de hachís ha sido mucho más que una sospecha: la Guardia Civil ha conseguido abortar un alijo durante una operación en la que los narcos recibieron a los agentes con ráfagas de armas automáticas de guerra.

Los hechos se han saldado con nueve supuestos traficantes detenidos y unos 2.500 kilos de hachís intervenidos, según ha detallado la Comandancia de Cádiz en un comunicado. El peligroso encontronazo se produjo a las 3.20, cuando los guardias civiles que vigilaban el SIVE —el servicio de cámaras y sensores de vigilancia que monitorea el Estrecho y sus alrededores— detectaron una embarcación que navegaba de forma sospechosa en la zona de la desembocadura del Guadalquivir.

Los agentes del instituto armado, apoyados por policías nacionales de la Comisaría de Sanlúcar, localizaron el lugar exacto en el que se estaba produciendo el alijo en tierra: los narcos tenían desplegados cuatro vehículos todoterreno y estaban introduciendo en ellos la droga a toda velocidad. Al verse descubiertos huyeron a la carrera, mientras abrían fuego contra los agentes, que fueron “recibidos con numerosos disparos de armas automáticas de guerra desde varias direcciones”, según la nota. Los guardias civiles respondieron a la ráfaga “utilizando sus armas reglamentarias”. Pese a la refriega, no hubo heridos ni daños.

La Guardia Civil de Cádiz sospecha que las ráfagas procedían de armas de guerra tipo fusiles M16, AR15 o G36. Sin embargo, por ahora solo han podido decomisar las municiones y casquillos. “Por ellas, sabemos qué tipo genérico son. Pero no podemos saber el tipo concreto”, apuntan fuentes cercanas a la investigación.

La actuación se saldó con el decomiso de los cuatro vehículos todoterreno y 77 fardos de hachís con un peso total de unos 2.500 kilos. Los agentes lograron detener a nueve sospechosos, aunque la embarcación y otros implicados consiguieron huir del lugar de los hechos, cuya ubicación exacta la Guardia Civil no ha precisado. La Comandancia de Cádiz mantiene la investigación abierta.

Vista aérea del cauce del Guadalquivir, por donde entran las lanchas de los narcos hasta Sevilla.
Vista aérea del cauce del Guadalquivir, por donde entran las lanchas de los narcos hasta Sevilla.

El cerco policial sobre el Estrecho de Gibraltar desde el verano de 2018 ha provocado en estos casi seis años una diáspora del narco hacia distintas zonas de la costa andaluza. Eso ha hecho que focos como el Guadalquivir vuelvan a cobrar protagonismo en el tráfico de drogas. El río, navegable hasta Sevilla y lleno de marismas y recovecos, supone todo un desafío para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. De hecho, las asociaciones de la Guardia Civil llevan meses denunciando que los actuales turnos de trabajo de su servicio marítimo —ha pasado de 24 horas a 12— y la falta de medios dificulta en muchas ocasiones el control de la costa y del río.

El control de la zona más inmediata al Estrecho también ha provocado otros cambios en el modus operandi del narco, que ahora es capaz de aguantar durante días embarcado en una narcolancha, esperando a encontrar el momento propicio para desembarcar la droga. También ha hecho que los traficantes se armen más y recurran con mucha más frecuencia a la violencia, tanto como respuesta a los agentes como por el miedo a que otras organizaciones les roben la droga, los conocidos como vuelcos. Y en ese blindaje han mostrado preferencias por arsenales de guerra, según fuentes policiales.

La Fiscalía Antidroga de Andalucía lleva ya años alertando de este incremento gradual de la violencia del narcotráfico. “La tenencia ilícita de armas en los lugares de custodia de la droga es muy preocupante, pero durante 2022 se ha podido comprobar el crecimiento de la potencia de las armas”, afirmó el ministerio público en la memoria de 2022, publicada el pasado mes de octubre. Justo en agosto de ese año la Policía descubrió un arsenal inédito en el subsuelo de una vivienda de Chipiona (Cádiz). Recuperó un AK-47, un fusil Zastava, un subfusil Skorpion (capaz de disparar 850 tiros por minuto), pistolas, revólveres, escopetas de dos cañones... “Todas en perfecto estado de funcionamiento”, apuntaron entonces los agentes.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.
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