Los pacientes con cáncer del hospital de El Bierzo denuncian la falta de oncólogos: “Están colapsados”
El número de médicos ha pasado de siete a cuatro, y dos de ellos van a cambiar de destino. Castilla y León anuncia incentivos de hasta 6.000 euros anuales para atraer a especialistas
La madre de José Miguel Abraila supo que tenía cáncer en enero de este año. Desde entonces solo ha repetido oncólogo una vez, pues la escasez de profesionales lleva al Hospital de El Bierzo (Ponferrada, León, 60.000 habitantes) a necesitar refuerzos rotatorios. Eso cuando hay sanitarios. Las personas con cáncer y sus allegados denuncian que han vivido bloques de varios días seguidos sin especialistas, camas saturadas y un equipo médico desbordado. La Junta de Castilla y León (PP) achaca las ausencias a las bajas y a la falta de profesionales en las bolsas de empleo y ha anunciado recientemente incentivos de 6.000 euros anuales para aumentar la contratación. Los familiares se exasperan: “Es flagrante, no nos quejamos de la gente que viene porque son excelentes, pero están colapsados”.
El berciano Abraila, de 45 años, habla con la rabia de presenciar durante meses las penurias asistenciales sobre su madre, de 71, sin mejoras perceptibles. El hombre recuerda tiempos en los que había siete plazas de especialistas en oncología en Ponferrada, cuya área de salud cuenta con 130.000 pacientes. Ahora mismo solo hay cuatro cubiertas, y dos de ellas serán abandonadas por sus beneficiarios para trasladarse a otros destinos. Del par restante, uno se encuentra de baja paternal y el otro de vacaciones. “Es muy legítimo, pero ha habido días en las fiestas de Ponferrada donde había 28 pacientes sin ser atendidos y 14 camas ocupadas. Traen parches de distintos hospitales de Castilla y León, gente que le pone ganas y voluntad, pero leer el historial diez minutos antes no sirve para dar seguimiento a un paciente”, se queja. Emocionado, Abralia cuenta que “hace media hora” ha muerto en ese Hospital un joven, de 30 años, que llevaba allí seis días y no recibió la visita de ningún oncólogo.
El desconcierto general se nota en escenas como las del pasado lunes: “Mi madre está muy, muy débil. La citaron a las ocho y media en las consultas externas de Oncología y la médica, de Valladolid, llegó a las diez y tenía 20 consultas. Ha estado esperando en un pasillo hasta las 12 y cuando nos atiende le dice ‘¿No sabéis vuestra situación?”, relata Abraila. Ahí fue cuando supieron que ya tenía asignado turno de quimioterapia, sesión que han aprovechado porque la siguiente oportunidad sería para dentro de una semana.
La tensión y el miedo que se vive en las salas de espera crea empatía entre familiares y movimientos comunes, como la presentación constante de quejas a la gerencia del Hospital. A esos oncólogos que permanecen, asignados o temporales, les tienen máximo respeto: “Ellos mismos nos dicen que no tienen alicientes y que se comen un marrón. En El Bierzo no hay planes de formación y promoción, y no les interesa”, afirma el berciano. Y agrega: “Este Hospital está trabajando con mínimos. El otro día era festivo, no había médico y las Urgencias colapsaron. Imagínate la desesperación de los pacientes, profesionales y trabajadores”.
Una portavoz de la Consejería de Sanidad ha asegurado a este diario, sin embargo, que “hay oncólogos de refuerzo que llegan desde los hospitales de León, de Salamanca y del Clínico de Valladolid” y ha negado que se suspendieran citas. Además, ha remitido un correo electrónico para responder a preguntas más concretas, aunque luego no ha respondido ni él ni nadie de su departamento.
El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), César Rodríguez, valora el “esfuerzo importante” de los especialistas desplazados a Ponferrada y afirma que han planteado colaboración a la Junta pero “pese a este ofrecimiento a través de la gerencia de alguno de los hospitales de la región, no se ha recibido respuesta”. Rodríguez pide garantizar la asistencia a los pacientes y “evitar la continuidad de soluciones provisionales”.
Las frecuentes protestas, tras meses de duración, han traído novedades esta semana. La gerente de Asistencia Sanitaria de El Bierzo, Pilar Fernández, ha dimitido. Su decisión se ha sabido horas antes de que el Consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, anunciara un “plan integral de atención sanitaria” para esta comarca leonesa, con incentivos de hasta 6.000 euros anuales o apoyos para la estancia o desplazamientos. “Es necesario mantener el programa de asistencia oncológica en el Bierzo por parte de otros hospitales de la comunidad”, ha admitido Vázquez, al menos hasta que se apruebe legislativamente y se ejecute ese proyecto para mejorar tales carencias.
Ruth Barrientos, del sindicato sanitario de enfermeras y fisioterapeutas Satse, habla de “momentos dramáticos” con pacientes esperando al oncólogo, que luego se tienen que ir a casa. Últimamente, se han interpuesto más de 300 denuncias por las penurias del Hospital y Barrientos insiste en que ve “abandonado” este centro médico. Barrientos insta a ofrecer mejoras para los sanitarios, pues muchos de los graduados en León terminan en Cantabria o en Asturias porque los contratos son más largos o tienen mejores condiciones.
Una de las médicas del Hospital, que pide el anonimato, alude a una situación “muy preocupante” y agravada en los últimos meses. “Pagamos unos impuestos y necesitamos que los recursos públicos se repartan de manera pública, si no, es un fracaso de la salud pública”, lamenta la doctora, que trabaja en otra especialidad, pero es consciente del escenario en Oncología. “Los pacientes están abandonados, con mucha inseguridad. Que no haya una continuidad asistencial provoca desasosiego en patologías graves. Esto va a colapsar”, señala.
Castilla y León aumentó sus presupuestos sanitarios un 2,7% entre 2023 y 2024 y destina a la Sanidad un 33% de sus recursos, por encima de la media de la media nacional, aunque también es una de las regiones más envejecidas de España, más necesitada de atención sanitaria.
La situación concreta de El Bierzo recae sobre pacientes como Pilar Abella, de 60 años y con cáncer de colon detectado el 31 de enero. Abella, que lleva ingresada desde el domingo 8 de septiembre, asegura: “No ha pasado ningún oncólogo, solo internistas, que son encantadores y más no les podemos pedir, porque es una enfermedad que no conocen del todo”. La mujer siente “abandono total” y en estos días se le han hinchado “la tripa y las piernas”, por lo que pasa el día con calmantes y suero a expensas de saber si la operan o le dan quimioterapia. “Yo lo veía venir, dije en casa que nos quedamos sin oncólogos como dos y dos son cuatro”, lamenta la berciana. Otra compañera de desatención y de quejas en salas de espera, Rosario Anta, de 71 años, padece cáncer desde hace seis y ha vivido ese deterioro del servicio: “Nunca he tenido problemas, pero ahora es un desastre, llevo ocho días ingresada y no he visto a oncólogos”. Anta ensalza el compromiso y empeño de los internistas, “majísimos”, pero asume que no tienen la capacitación exacta para tratar esta enfermedad: “Se tendrían que ver ellos [los políticos y gerentes del Hospital] en esta situación para que valoraran la necesidad de estar bien atendidos por especialistas”.
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