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Ribera señala a Mazón y niega cualquier responsabilidad en la catástrofe

El PP insiste con la amenaza de un proceso judicial a la vicepresidenta y elude cualquier referencia al presidente valenciano

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, es aplaudida tras su intervención este miércoles en el Congreso, donde ha comparecido para ofrecer sus explicaciones sobre su gestión de la dana.Foto: Jaime Villanueva | Vídeo: EPV

El pueblo español se expresó este miércoles en el Congreso de los Diputados por boca de una joven e impetuosa diputada del PP. Ester Muñoz acabó su alegato contra la ministra de Transición Ecológica y futura vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, a la que culpó por entero de la catástrofe de las riadas, erigiéndose en la voz de todo un pueblo. “Yo no sé cuándo se va a juzgar esto, lo que sí sé es que el pueblo español ya ha emitido su veredicto: usted, señora Ribera, no ha estado a la altura”, clamó Muñoz, levantando de los asientos a toda la bancada del PP, unida en un estruendoso y largo aplauso. Sobre el directo responsable de gestionar el desastre, el presidente valenciano, el popular Carlos Mazón, ni una sola palabra. Ni para bien ni para mal. La misma historia se repitió por la tarde en el Senado, en una jornada inusual en la que Ribera compareció por partida doble en las Cortes. La vicepresidenta sí señaló, aunque sin hacer mucha sangre, al presidente de la Generalitat valenciana para negar cualquier responsabilidad propia en la tragedia.

Tres semanas después de la gota fría, la todavía vicepresidenta tercera del Gobierno dio la cara en el Congreso. Esa demora, así como su ausencia de las zonas afectadas, fue un constante reproche por parte del PP, al que se sumó, con modos más suaves, alguna otra formación como Junts.

La comparecencia de Ribera ante el Parlamento español era una de las condiciones de los populares europeos para levantar el veto a su candidatura a vicepresidenta de la Comisión. Y justo en medio del debate llegó desde Bruselas la confirmación de que quedaba desbloqueado su nombramiento, con la salvedad de que los conservadores le exigirán que dimita si es imputada judicialmente por una hipotética responsabilidad en el desastre.

En el Congreso, los populares esgrimieron con insistencia la amenaza de ese proceso judicial, que casi dan por hecho. Muñoz habló incluso de “dolo eventual” y preguntó dos veces a Ribera si dimitiría en caso de ser imputada. La vicepresidenta ignoró olímpicamente la pregunta. El contragolpe al PP llegó a cargo del diputado Alejandro Soler, presidente de los socialistas valencianos, quien devolvió el interrogante: “¿Y si el señor Mazón es imputado va a dimitir?”. Soler subrayó que en los primeros días del desastre el PP no atribuyó ninguna responsabilidad a Ribera, que ni siquiera fue incluida por Mazón en los siete ministros elegidos por él para los grupos de respuesta a la crisis.

Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno, en el Congreso de los Diputados, este miércoles.
Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno, en el Congreso de los Diputados, este miércoles.Jaime Villanueva

Para compensar la larga ausencia de la ministra responsable de la política hidráulica, el PP le dedicó triple ración: un aperitivo de dos preguntas cortas en la sesión de control al Gobierno, larga comparecencia matutina en el Congreso y remate final con otra comparecencia en el Senado, donde campea la mayoría absoluta popular. En la sesión de control el PP lanzó al bombardero Miguel Tellado. El portavoz popular calificó a Ribera de “fraude político sin precedentes en la historia de nuestro país” y le llamó “incompetente”, “intransigente”, “egoísta” e “indolente”. Ahí Ribera ya soltó lo que sería su gran línea de defensa: señalar a la Generalitat por no actuar ante los avisos de lo que se venía encima: “Si se burlan de los avisos rojos de Aemet es difícil que nos preparemos para la siguiente emergencia”.

Luego volvería sobre la idea en la comparecencia larga, en la que defendió que los organismos dependientes de su ministerio, la Aemet y la Confederación Hidrográfica, alertaron debidamente y con antelación. Pero “de poco sirve tener información si quien tiene que actuar no lo hace”, manifestó. Ribera adoptó un tono deliberadamente bajo y apenas citó a Mazón de pasada, aunque enfatizó que el máximo responsable de la emergencia era el president. La línea de ataque de los populares fue achacarle que no pusiera en marcha obras previstas desde hace tiempo para minimizar los riesgos, como el drenado del barranco del Poyo. Ella se escudó en que fueron paralizadas por los gobiernos de Rajoy y que ahora estaban pendiente de sugerencias de la Generalitat. “Hemos estado disponibles antes, durante y después, y vamos a seguir estándolo”, resumió la actuación del Gobierno la futura comisaria europea, sin aceptar ninguna responsabilidad en lo sucedido.

Para el combate de más calado con Ribera, los populares no eligieron a ninguno de sus primeros espadas -su líder, Alberto Núñez Feijóo, estuvo entrando y saliendo del hemiciclo- ni siquiera a un representante valenciano, sino a Muñoz, diputada por León y una oradora que jamás se queda corta de adjetivos. De entrada, sentenció que Ribera “está inhabilitada política y moralmente para tener ningún cargo”. Dijo que “no se enteró de nada porque estaba preparando su examen en Bruselas” y hasta la acusó de “sectarismo y dogmatismo climático”, un camino por el que transitó también, como es habitual, Vox. El diputado ultra José María Figaredo sí descalificó la gestión de la Generalitat por “absolutamente incompetente”, mientras al Gobierno lo rebajaba aún más: “Unos malvados”.

El calibre de las acusaciones despertó palabras de repulsa en los demás grupos. Ninguno tan contundente como Oskar Matute, de EH Bildu: “Yo no sé qué pensarán los que aún están quitando el barro cuando escuchen algunas intervenciones en este lujoso hemiciclo. Yo no sé si sentirán alguna esperanza en que la política pueda ser útil a la gente”. Lamentos de esa índole y de cómo estos enfrentamientos contribuyen al descrédito de la política abundaron en boca de otros portavoces, como Cristina Valido, de Coalición Canaria.

El PP se encontró con duros reproches entre las formaciones minoritarias. “¿Qué dirían ustedes si Mazón no fuese del PP?”, preguntó Águeda Micò, de Compromís. “Ustedes deberían pedir perdón, pero están en el barro de la indignidad absoluta”, clamó, muy airada, Martina Velarde, de Podemos. “Un desbordamiento de incompetencia absoluta”, resumió lo sucedido Teresa Jordà, de ERC. Aun así, el Ejecutivo de Sánchez tampoco quedó completamente eximido de críticas ante lo que Idoia Sagastizabal, del PNV, definió como un ejemplo de “desgobernanza”.

La estrategia de Feijoo saltó por los aires poco antes de las seis de la tarde. Pocos minutos antes de que Ribera compareciese en el Senado, saltaba una última hora de Bruselas muy incómoda para el líder de la oposición: el acuerdo entre el PP europeo, los socialdemócratas y los liberales de desbloquear la Comisión Europea con Ribera como vicepresidenta primera. Es decir, como la número dos de Ursula von der Leyen. Ribera fue recibida entre aplausos y con la bancada socialista en pie. Ángel Pelayo Gordillo, de Vox, tildó el recibimiento de “casi soviético”. Los rostros serios de los senadores del PP contrastaban con el jolgorio de los socialistas después de que el PP europeo levantase el veto que Feijóo había alentado y mantuvo en vilo una semana a la UE con el concurso Manfred Weber, líder del PP continental enfrentado a Von der Leyen. La

Inasequible al desaliento, el PP insistió en el Senado, en el segundo asalto de la jornada con Ribera, en que la futura vicepresidenta primera de la Comisión Europea dimita si es imputada por la gestión de la dana. “Usted comparece aquí por interés personal cuando ha visto peligrar sus aspiraciones en Bruselas. En Europa la están mirando, comprométase a dimitir si la justicia le acusa de irregularidades por la dana”, le instó Paloma Martin, que como Muñoz pertenece a la dirección nacional del PP, en una sesión descafeinada y condicionada por el pacto cerrado en Bruselas por las familias políticas tradicionales. En contra de la afirmación de la senadora popular, esta semana el PP celebraba que había “logrado” que la vicepresidenta Ribera “diese explicaciones también en el Senado por su gestión en la dana”.

Como si fuera un déjà vu, la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica del Gobierno prácticamente repitió su intervención de la cámara Baja, reivindicando la acción de la Aemet y de la Confederación Hidrográfica del Júcar. “Necesitamos protocolos más eficaces y ágiles porque en las situaciones reales no hay margen ni tiempo para la duda. Cuanto más protocolizada y reconocida sea la respuesta, más eficaz será”, sentenció Ribera, que estuvo respaldada por los ministros Fernando Grande-Marlaska, Óscar López, Diana Morant e Isabel Rodríguez. La próxima responsable comunitaria de Transición Justa, Limpia y Competitiva y de la potente cartera europea de Competencia combatió la impresión que agitan la ultraderecha y otros movimientos populistas de que la dana ha revelado a España como un Estado fallido.

La izquierda y el resto de socios del Gobierno cargaron contra el PP. “Bienvenida, vicepresidenta de la Comisión Europea, gracias a los votos del PP europeo. Feijóo haciendo el ridículo una vez más”, echó sal en la herida Carla Antonelli, de Más Madrid. “¡Mazón dimisión!”, clamó Enric Xavier Morera (Compromis) en el atril. “¿Dónde estaba Mazón?”, inquirió sobre las diversas excusas que el barón del PP, que el 29 de octubre comió durante horas con una periodista, ha dado para tratar de salvar su gestión. “El PP ha encendido el ventilador, avergonzado por la mala gestión de la dana, con excusas y mentiras para intentar tapar lo que es evidente: la inacción y la mala gestión de la Generalitat valenciana antes, durante y después de la catástrofe”, apostilló Sara Bailac, de ERC. La socialista Rocío Briones, valenciana, silenció al hemiciclo. “Mi hija tuvo suerte pero muchas otras personas no”, resumió el fatídico 29 de octubre conteniendo a duras penas la emoción.

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