_
_
_
_

15.000 familias se adaptan a vivir sin luz en Sevilla y en pleno siglo XXI

Vecinos de barrios humildes de la capital andaluza cambian sus electrodomésticos para desengancharse de la red pública ante los continuos cortes de luz: “O lo haces o comes un bocadillo”

Familias sin luz en Sevilla
Víctor López, vecino del barrio Padre Pío de Sevilla, donde sufren cortes de luz cada verano e invierno, este jueves con dos luces portátiles recargables.PACO PUENTES
Javier Martín-Arroyo

La rabia impide a los vecinos describir el infierno que sufren en sus casas cada invierno y verano en Sevilla. Sin luz y con temperaturas extremas, tanto con calor asfixiante como cuando arrecia el frío, la crispación les nubla al intentar encontrar adjetivos para precisar cómo salen adelante, asfixiados o ateridos. Son unos 38.000 ciudadanos que en pleno siglo XXI se han resignado a buscar soluciones alternativas ante los cortes de luz intermitentes que sufren en la capital andaluza.

Ahora que llegan las Navidades y antes de que las temperaturas bajen aún más, muchos de ellos planifican su supervivencia: cambian la placa vitrocerámica por la cocina de gas; eliminan el calentador eléctrico para volver al de gas y así poder ducharse; se pertrechan de estufas con bombonas, lámparas de camping y baterías externas para los móviles; o logran una línea eléctrica trifásica que les permita sortear los cortes de luz. Estos miles de vecinos frustrados de 10 barrios humildes sevillanos sufren un llamativo retroceso. Progresar aquí significa regresar al gas, todo con tal de evitar la red de distribución eléctrica de Endesa, su pesadilla más recurrente, según coinciden todos los testimonios. Solo las familias más pudientes han instalado paneles fotovoltaicos y baterías para ignorar por completo -o casi- las intermitencias de corriente que atormentan a la mayoría.

“Cuando se va la luz funcionamos con un generador de gasolina que justo ahora estamos arreglando. Hemos pedido presupuesto para placas y baterías, pero nos sale por 12.000 euros y ahora mismo no podemos hacerle frente”, comenta resignada Dori García, con una hija electrodependiente de 23 años y vecina de la barriada Padre Pío-Palmete. Como ellas, la mayoría de vecinos ya sabe que la solución más eficaz y limpia es desengancharse de la red con baterías y paneles solares, pero los precios aún son elevados para economías ajustadas. Eso en los barrios de casas bajas, porque en otros como Los Pajaritos, Polígono Sur y Las Candelarias las familias viven en pisos, donde deben instalar pérgolas con placas solares en la azotea comunitaria, que exigen un mínimo consenso vecinal, además de baterías individuales.

Lo peor es que ni Endesa ni la Junta andaluza (PP) ofrecen una solución al problema, de ahí que cunda la desesperación. La respuesta a estos 38.000 vecinos es que deben resignarse a soportar los cortes cada vez que el frío aprieta y las calefacciones se multiplican, o cuando el calor hace que los miles de aparatos de aire acondicionado funcionen al unísono. Reunidos en la plataforma Barrios Hartos, las víctimas se concentran cada cierto tiempo ante la sede de Endesa, el Ayuntamiento, o se encierran en los centros cívicos. Las mejorías se notan con cuentagotas a medida que la red se renueva calle a calle, según los vecinos.

Las 15.503 familias que reconoce Endesa como afectadas, incluidos algunos comercios, representan el 5% de la población, unos 38.000 sevillanos dado que el tamaño medio del hogar en España es de 2,5 personas según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sobresalen como víctimas de los cortes de luz los miles de niños que sufren problemas de alimentación e higiene y los vecinos electrodependientes que necesitan la red para recibir oxígeno.

Víctor López, en su azotea del barrio de Padre Pío de Sevilla, donde ha instalado nueve placas solares, el pasado jueves.
Víctor López, en su azotea del barrio de Padre Pío de Sevilla, donde ha instalado nueve placas solares, el pasado jueves. PACO PUENTES

La distribuidora achaca el problema a los narcopisos, con plantaciones de marihuana cuyo consumo equivalen a 80 viviendas, y reduce la única solución a aumentar las operaciones policiales para desmantelar las mafias y que el consumo eléctrico masivo descienda. La Junta, que vela por la calidad del suministro eléctrico, fía el remedio a una “imprescindible colaboración institucional” entre Gobierno central, Ejecutivo autonómico y Ayuntamiento, a pesar de que se ha demostrado inútil ante un problema cíclico que lleva enquistado dos décadas, con un pico de cortes de luz agudizados durante los últimos cinco años. Mientras, los vecinos siguen con el ánimo por los suelos.

Sara Jiménez e Israel Salamanca sí que dieron el paso hace dos años de instalar ocho placas y dos baterías, cuyos 10.000 euros afrontaron junto a los padres de ella, que viven en la planta baja. “Sientes coraje porque te hayan forzado a irte de la red, no fue una decisión meditada, sino forzada. O lo hacías o comías un bocadillo”, relata Jiménez en alusión a los almuerzos y cenas frías que padecieron al no poder cocinar sin luz. Salamanca recuerda como un trago amargo los años anteriores al cambio de energía doméstica, sobre todo para su hijo de 12 años: “Pasamos dos veranos durmiendo en la azotea con los colchones tirados sobre el suelo y durante el día cogiendo el coche para ir al centro comercial buscando fresquito, porque en casa no había aire acondicionado”.

Muchos vecinos han optado por reformar su cocina para tener las llamadas vitro-gas, que les permite alternar ambos sistemas en caso de contar con luz o cuando esta falta, tal y como cuenta el fontanero Juan Cañamero en el bar Juan, del barrio Padre Pío-Palmete. “También instalo líneas trifásicas por unos 400 euros, que te permiten cambiar de línea cuando quieras, es legal y necesita la caja, los vampiros, la instalación de cables y el electricista”, explica. A su lado, en una mesa se ha ubicado un mini supermercado con charcutería y otros alimentos cuyos precios buscan los clientes del bar con naturalidad. A la salida, Asunción Colmena comenta desconfiada: “En Feria [de abril, cuando el consumo se dispara en el barrio de Los Remedios] tenemos cortes toda la semana y la casualidad no existe. Ahora estamos mejor por los apaños, pero veremos en Navidad”, desconfía.

En la cercana barriada de Su Eminencia, Santos Piña ha comprado un camping gas para cocinar en su patio y ha quitado su termo eléctrico para cambiarlo por otro de gas ciudad. “Se me ha partido el televisor, y dos móviles por las subidas de tensión. Me he visto sin poder calentar el biberón para mis nietas”, lamenta. Piña pasó la pasada Nochevieja sin luz y dentro de mes y medio se irá a casa de un familiar para evitar repetirlo. No muy lejos Fernando de la Orden, electricista, también se ha pasado al gas, comprado ventiladores portátiles y linternas de baterías. El año pasado contabilizó las horas sin luz que sufrió: 438, además de las 206 incidencias y las 33 reclamaciones telefónicas que reportó a Endesa. “Una incidencia puede durar hasta hora y media, y cuando les rebato, me cuelgan. Psicológicamente es machacante y devastador porque no duermes si estás 24 horas sin luz”, protesta.

Sara Jiménez e Israel Salamanca, junto a las baterías de almacenamiento de sus placas solares.
Sara Jiménez e Israel Salamanca, junto a las baterías de almacenamiento de sus placas solares. PACO PUENTES

El Ayuntamiento sevillano avanza que da por concluida la mesa de trabajo para encontrar soluciones, así como su papel de intermediador, “aunque estamos a disposición de los vecinos”, apunta un portavoz. El pleno del consistorio aprobó el pasado julio pedir a la Junta la declaración de emergencia climática por los reiterados cortes de luz, pero el Gobierno de Juan Manuel Moreno no ha movido ficha de momento. “Cuando el alcalde [José Luis Sanz, del PP] dice que se va a reunir con Endesa, le contestamos que ya se acuesta cada noche con Endesa”, ironiza Víctor López sobre que la esposa del regidor, Laura Díaz, es directiva de la compañía desde hace dos décadas. López, miembro de Barrios Hartos, ha instalado en su azotea paneles solares, pero de momento carece de baterías para almacenar la energía producida. Cuando se quedan sin luz en casa, sacan las lámparas de cámping “para una cena romántica”, remacha.

A su lado, Laura Cárdenas critica: “¿A mí qué me importan los narcopisos? Yo pago la luz cada mes y aquí no hay inseguridad, este barrio es un pueblo y todos nos conocemos”, añade. López resume la situación así: “En invierno es duro, pero en verano la gente se deprime al entrar en casa y ver que apesta el pescado de la nevera, que no enfría”. A pesar de que denuncian que los barrios afectados cada vez son más y ya alcanzan la decena, ambos admiten que por suerte los cortes van a menos.

Dori García manejaba el pasado jueves los aparatos eléctricos necesarios para la salud de su hija.
Dori García manejaba el pasado jueves los aparatos eléctricos necesarios para la salud de su hija. PACO PUENTES

Endesa reclama más intervenciones a la policía en los narcopisos, pero los agentes se topan a menudo con las garantías legales que les exigen los jueces para acceder a los registros de domicilio, aunque tengan la certeza de que se cultiva marihuana a gran escala. En la provincia de Almería este año ha habido 198 expedientes por enganches ilegales a la red, en Sevilla 127 y en Granada 667, según la compañía. Los datos incluyen también las intervenciones de la Guardia Civil, y esta última provincia es la meca de la marihuana en España.

En la reciente operación policial Vulcano desarrollada en el Polígono Sur de Sevilla contra los narcos, Endesa comprobó cómo la demanda eléctrica bajó un 40% tras desmantelarse cuatro plantaciones en pisos. La firma defiende que desde 2020 ha invertido 12,7 millones para reforzar y digitalizar las infraestructuras y redes, con una inversión media por cliente cinco veces superior a la inversión en los barrios ricos.

Ante los enganches ilegales a la red, Endesa ha pedido que aumenten las penas por fraude eléctrico para que los narcos se lo piensen dos veces. El PP presentó el pasado julio una proposición no de ley al Congreso para elevar las penas de uno a tres años de prisión para el tipo agravado del delito de defraudación de fluido eléctrico. Preguntado el grupo parlamentario del PSOE sobre la iniciativa, este diario no ha obtenido respuesta.

Juan García, de Barrios Hartos, eleva los 38.000 afectados en Sevilla a una horquilla entre 50.000 y 60.000. “La deficiente infraestructura desplegada por Endesa quizás era apropiada hace medio siglo, pero no para la demanda actual, mucho más intensa”. Esta plataforma recuerda que el Plan Alborada ejecutado en 2005 supuso una inversión millonaria en ciertos barrios, dejando fuera las zonas obreras y periféricas de la capital andaluza. “Los cortes se remontan a hace 25 años, justo cuando tuvo lugar la privatización de la empresa, conllevando la absoluta mercantilización de un servicio esencial. El Gobierno central no puede permitir este asunto y exigimos que las distribuidoras eléctricas sean renacionalizadas como recurso de primer orden para el país”, critica García.

Dos mujeres pasan frente a un transformador eléctrico del barrio de Padre Pío en Sevilla.
Dos mujeres pasan frente a un transformador eléctrico del barrio de Padre Pío en Sevilla. PACO PUENTES

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_