El porvenir imperfecto de 7.000 sanitarios en Andalucía: “Nuestro futuro es de 30 días”
La vida de los refuerzos covid en la región está inmersa en la incertidumbre tras la última renovación por cuatro meses: no tienen tiempo de buscar alojamiento, no pueden formarse ni planificar nada a medio plazo
José Carmona se pasó el 31 de enero pendiente del teléfono. Esperaba la llamada del Servicio Andaluz de Empleo que le confirmara que le renovaba su contrato como celador. Él es uno de los 7.000 sanitarios eventuales —los conocidos como refuerzos covid― a los que la Consejería de Salud prometió a mediados de diciembre pasado, que renovaría sus contratos, que expiraban a finales de 2023, primero por un mes, y luego por otros 11 meses. El 23 de enero, sin embargo, la Junta rectificó y anunció que la renovación sería de uno o de cuatro meses. A Carmona nunca le sonó el móvil y está en el paro desde el 1 de febrero. Confía en que le llamen para hacer sustituciones en Semana Santa. “Nuestro futuro son 30 días”, dice resignado.
Manuel Nogales —nombre ficticio porque teme represalias― es enfermero en el hospital Virgen Macarena. A él le confirmaron que renovaba por cuatro meses seis días antes de que venciera su contrato. El cambio de criterio de la Consejería de Salud, reduciendo de manera drástica la ampliación anunciada de 11 meses, ha trastocado sus planes. “Pasas de tener una perspectiva a no tenerla. Nosotros nos habíamos planteado hacer una obra que hacía falta en la casa que acabamos de comprar, pero evidentemente, ya no nos vamos a meter, porque si en cuatro meses me voy al paro, no sé si voy a poder tirar de ahorros”, señala.
La Consejería de Salud confirmó el cambio de criterio de 11 a un máximo de cuatro meses el 23 de enero (cuando apenas quedaban 10 días para que finalizaran los contratos de los 7.000 sanitarios eventuales). Argumentó que no se quería que esas renovaciones se solaparan con los procesos de estabilización del 94% de la plantilla previsto para finales de 2024. “Como Administración, tenemos la obligación de ser estrictos y buscar la solución que mejor armonice con los procesos laborales de toda la plantilla”, señaló la titular de ese departamento, Catalina García.
Los sindicatos convocaron una movilización el pasado lunes para manifestar su completo rechazo a la decisión de la Junta y reclamar un trato digno a unos profesionales que están ocupando puestos estructurales, que fueron esenciales durante la pandemia y que ahora, con el pico de gripe y covid, son más necesarios. “Estos refuerzos están permitiendo a los centros sanitarios públicos funcionar con cierta normalidad, a pesar de que aun así sigue faltando personal. Sería catastrófico prescindir de ellos en este momento en el que ha aumentado la presión asistencial”, señalan desde el sindicato de enfermería SATSE. Desde UGT, su responsable de Sanidad en Andalucía, Antonio Macías, cuestiona la “opacidad” por parte de la Consejería “que no ha informado ni de cuántos contratos se han renovado, ni su duración”, y sobre todo “el maltrato hacia los profesionales, porque hasta el último momento muchos de ellos no han sabido ni por cuánto tiempo ni a dónde se tenían que incorporar”. Fuentes de la Consejería han indicado a este diario que se han renovado todos los 6.940 pendientes y que si queda alguno es debido a “alguna incidencia”.
Inmaculada Pérez, enfermera en el Virgen del Rocío, supo el 7 de febrero ―siete días después de que expirara su contrato― que le ampliaban su contrato hasta el próximo 31 de mayo. En julio del año pasado le confirmaron que le iban a renovar con un contrato de interinidad por tres años, pero desde entonces lleva enlazando contratos temporales de tres meses y, el penúltimo, de un solo mes. “Yo pregunto por el que me prometieron de tres años, pero me dicen que está pendiente de fiscalizar por la Consejería de Hacienda. De momento esa interinidad no existe y lo que tengo es un contrato de un mes y acabo de enterarme una semana después que me contratan por otro de menos de cuatro, Lo que nos dicen es que estemos tranquilos, porque vamos a renovar sistemáticamente y no vamos a volver a la bolsa”, explica. “Están jugando con nosotros y con nuestras vidas”, zanja.
Pérez tiene 29 años. Cuando terminó la carrera, en 2017, empezó a enlazar contratos de días, por eso se decidió a irse a Madrid, donde la continuidad era mayor y podía conseguir puntos para la bolsa en Andalucía. Cuando estalló la pandemia, en noviembre de 2020, decidió regresar a Sevilla. “Vi que por la situación nos iban a ofrecer contratos más estables. Pensé que tras la crisis del covid íbamos a aprender algo, que nuestro trabajo se iba a valorar y dignificar, pero no ha sido así”, se lamenta.
Sus contratos de mayor duración —seis meses― se produjeron durante la pandemia. Igual que en el caso de Nogales y de Carmona. Todos recuerdan que una de las primeras promesas del Gobierno de Juan Manuel Moreno, cuando accedió al poder en 2019, fue terminar con los contratos por días en el SAS y que su duración fuera de seis meses como mínimo. “Eso solo ha pasado durante el covid y fue porque venían fondos europeos”, recalca Nogales.
“Mis primeras vacaciones con mi hijo fueron el año pasado”
Con renovaciones semestrales, y ahora cuatrimestrales, Nogales no puede plantearse nada. Ni siquiera unas vacaciones. “Dependo de ver cuándo me renuevan. Mi hijo tiene cuatro años y el año pasado fue el primero en que me fui de vacaciones con él porque hasta entonces nunca sabía si iba a estar trabajando o cuándo podría pillarlas, con lo que es imposible planificar”, señala.
Esta misma semana, la Cámara de Cuentas andaluza publicaba un informe sobre la fiscalización de la gestión de los recursos humanos del SAS durante la pandemia en el que, entre otras muchas llamadas de atención, recomendaba a la administración autonómica que firmara contratos de larga duración para frenar la elevada rotación de los profesionales. Nogueras ha tenido suerte y todas las renovaciones han coincidido en el mismo hospital. Carmona ha ido pasando del Hospital Puerta del Mar, en Cádiz, luego al Virgen de Valme, en Sevilla, después al Centro Técnico de Morón y, por último, al Virgen del Rocío, de nuevo en la capital andaluza. “En la mayoría de ocasiones sabes cuál va a ser tu destino de un día para otro, con el problema de encontrar un sitio donde vivir. Nosotros tenemos un grupo de WhatsApp en el que compartimos habitaciones que se quedan libres, pero yo he tenido amigos que han estado días viviendo en su coche mientras encontraban un alquiler”, señala.
El hecho de pasar por tantos hospitales y por tan poco período de tiempo afecta también a las rutinas de trabajo. “Tienes que conocer la dinámica de trabajo, cómo funcionan los turnos y cuando te adaptas, tienes que cambiar de rutina”, indica Carmona. En el caso de Pérez, esa incertidumbre ha frenado su progresión en su especialización. “Siempre había estado en Pediatría, pero ahora estoy en retén de Traumatología y no estoy ubicada en ningún servicio concreto”, cuenta.
Desde UGT se ha criticado también el caos en el proceso de renovación por la premura —se comenzó el 26 de enero a revalidar 6.940 contratos que expiraban el 31 de ese mes― y la escasa dotación de personal. Una desorganización que también afecta a la estructuración laboral y personal de los profesionales sanitarios afectados. Macías relata cómo un compañero que trabajaba en un hospital de Sevilla recibió este miércoles la confirmación de que era trasladado a la zona de la Sierra Cazorla, en Jaén. “Tuvo que pedir que le pusieran guardia ese mismo día porque no tenía dónde dormir”, explica el representante de UGT que también ha denunciado el desbordamiento del personal de recursos humanos que ha tramitado las renovaciones. “Son pocos, realizan otras funciones y nos han trasladado su malestar”, indica. El estrecho margen temporal para trasladar a los sanitarios su próximo destino ha provocado también que muchos no hayan podido responder al teléfono y hayan perdido la oportunidad de trabajar, denuncia también Macías.
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