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“La situación ha empeorado mucho. Tenemos miedo”

Tres catalanes atrapados en Nicaragua por la pandemia piden volver a España

Thomas y Ana (nombres ficticios) llevan desde principios de marzo en Nicaragua.
Thomas y Ana (nombres ficticios) llevan desde principios de marzo en Nicaragua.

Ana y Thomas llegaron a Managua (Nicaragua) a principios de marzo. Esta pareja de 24 años —ella es de Lliçà de Munt (Vallès Oriental) y él, de Hasselt (Bélgica)— tenían pensado realizar un viaje por Centroamérica cuando la pandemia del coronavirus empezó a extenderse en Latinoamérica. Ante la complicada situación por la pasaba España entonces, decidieron quedarse en una de las islas del turístico archipiélago de Corn Island. Tres meses después, la pareja se encuentra atrapada, junto a más de un centenar de europeos —tres de ellos, catalanes—, en un país que se prepara para encarar la fase más dura de la crisis sanitaria: “La situación ha empeorado mucho. Tenemos miedo”. Los nombres empleados en este reportaje son ficticios, por petición expresa de los protagonistas.

En un comunicado que han hecho llegar a las embajadas, 158 ciudadanos europeos de 14 nacionalidades piden poder regresar a sus países y denuncian la falta transparencia que, a su juicio, el gobierno de Daniel Ortega está mostrando respecto al número de casos y de muertes por coronavirus. Los últimos datos facilitados el pasado 19 de mayo por el ministerio de Salud nicaragüense sitúan el número de contagios en 254.

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Pau y su padre son los otros dos catalanes cuya estancia en el país centroamericano se ha acabado alargando más de lo esperado. “Mi padre llevaba aquí un mes cuando yo llegué a principios de marzo. Teníamos que volver a finales de mes, pero nos cancelaron el vuelo y todavía no nos han dado una fecha nueva”, explica por teléfono este joven gerundense de 28 años. Después de varios intentos con la embajada, Pau consiguió contactar con Ana y tanto él como su padre se sumaron a la iniciativa.

“Con tanta desinformación tenemos miedo hasta de ir a comprar. Si en España ya se ha notado la falta de material, imagínate aquí”, explica Julián. Este turolense de 42 años está casado con una nicaragüense y tenía pensado volver a Europa en agosto junto a su hija de cinco años. “Al principio la cosa estaba tranquila y parecía que había pocos casos confirmados. Cuando nos dimos cuenta de la situación real, los aeropuertos ya habían cerrado”, lamenta. En este tiempo, Julián ha sido testigo de cómo en pocos días dos familiares de su esposa fallecían oficialmente por una “neumonía atípica”. Medios locales e internacionales informan de saturaciones en algunos hospitales, donde crecen los ingresos con cuadros respiratorios graves.

Para Esme van Veen, la estancia en Nicaragua debía ser una oportunidad para emprender un nuevo trabajo como instructora de submarinismo. “Crucé la frontera con Costa Rica a mediados de marzo, dos días antes de que la cerraran. Una vez aquí, me informaron de que la plaza de monitora había sido cancelada y a los pocos días se confirmó el primer positivo”, relata esta holandesa de 35 años. Esme se registró en la página web del consulado de su país en Nicaragua para explicar su situación. Todavía espera una respuesta. “Solo pedimos a los países que colaboren para habilitar un vuelo de repatriación a un precio razonable”, asegura Esme, que confía en retornar antes de julio, cuando se prevén los primeros vuelos internacionales desde Managua.

Desde la embajada española en Nicaragua señalan que la Unión Europea organizó entre marzo y abril hasta tres vuelos humanitarios de repatriación a Francia y Alemania y que, en su momento, ya se recomendó a todos los españoles inscritos en la base de datos que abandonaran el país. Estas fuentes confirman que se ha organizado vía agencia un vuelo comercial para el 9 de junio entre Managua y Madrid, cuyo precio sería de 1.300 euros.

El gobierno español ha fletado desde el inicio de la pandemia cerca de 50 vuelos comerciales, que han permitido la vuelta a casa de unas 8.000 personas. También se ha colaborado con distintos estados y administraciones para garantizar el regreso de otros 27.000 españoles de países como Filipinas o Uruguay. Fuentes del ministerio de Exteriores apuntan que se ha tratado de “negociar precios asequibles” para todos estos desplazamientos, pero que gran parte de los aviones han tenido que hacer el viaje de ida vacíos porque muchos países no permiten la vuelta de sus ciudadanos, lo que hace aumentar el coste de los billetes.

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