Un ‘fontanero’ del PSC catapultado por la pandemia
El ministro fue clave para negociar el apoyo de ERC a la investidura de Pedro Sánchez
El coronavirus ha marcado un antes y un después en la vida de todos, y en la de Salvador Illa el cambio ha sido radical. De ser un discreto servidor de partido, un fontanero del PSC, ha pasado a ser el ministro con más atención mediática de la historia reciente de España. Pocos titulares de Sanidad llegan a ser conocidos por el gran público, pero Illa lo es. Durante nueve meses, su temple y rictus serio han copado los medios de comunicación. Illa por tierra, mar y aire. Una encuesta del CIS de noviembre lo situaba como el segundo político mejor valorado en Cataluña, solo superado por Oriol Junqueras, líder de ERC, en prisión. Los socialistas quieren aprovechar su tirón para dar el sorpasso en las elecciones catalanas del próximo febrero.
Salvador Illa nació en 1966 en La Roca del Vallès. Este municipio de Barcelona es sobre todo conocido por tener en su demarcación el outlet de ropa más popular de Cataluña, la Roca Village, un centro comercial construido durante su etapa como alcalde. El ahora candidato a la presidencia del Govern ha jugado todos los papeles en el PSC: fue alcalde durante los años en los que el socialismo dominaba la política municipal catalana, y asumió responsabilidades en el Ayuntamiento de Barcelona entre 2010 y 2017. En la última etapa fue gerente de Empresa, Cultura e Innovación, con Ada Colau como alcaldesa. Durante los Gobiernos del tripartito de izquierdas en la Generalitat (2003-2010) ocupó una dirección general de infraestructuras.
Illa dejó sus responsabilidades municipales en un momento clave del procés independentista: asumió en 2016 la secretaría de Organización del PSC, codo a codo con Miquel Iceta, para reconstruir el partido después de la fuga de numerosos militantes y dirigentes partidarios de la autodeterminación de Cataluña. Su dedicación al PSC y la fidelidad de los socialistas catalanes a Pedro Sánchez frente a su rival interna, Susana Díaz, llevaron a Illa al Consejo de Ministros del actual Gobierno.
Licenciado en Filosofía, el candidato explicó en 2019 al diario La Vanguardia que posteriormente cursó el máster en dirección de empresas de IESE para tener estudios que le permitieran “ganarse la vida”. Pero lo cierto es que Illa se ha ganado la vida prácticamente por completo en la Administración pública, con excepción de un paso breve por el sector privado cuando fue director de la productora audiovisual Cromosoma.
Su manera de ser y trayectoria le avalan para el diálogo ante un futuro escenario para alcanzar pactos de gobierno: Illa fue pieza clave en las negociaciones con ERC para que este partido apoyara la investidura de Sánchez. Y negoció en 2019 con Junts per Catalunya su apoyo a la socialista Núria Marín para presidir la Diputación de Barcelona.
A Illa le une con el candidato de ERC, Pere Aragonès, que ambos rehúyen el radicalismo en las formas y el fango de las redes sociales. Su estrategia respecto al independentismo siempre ha seguido la contención, incluso cuando extremistas del nacionalismo realizaron en 2018 pintadas en la entrada de su domicilio. “Conocen poco a los socialistas si piensan que conseguirán algo”, dijo. Ahora habrá de prepararse para las críticas de sus rivales por la gestión de la pandemia, en la que España es uno de los países con peores datos acumulados del mundo.
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