Santiago Rusiñol, afectado por el plan de hoteles de Colau y por la pandemia
El edificio de la calle Princesa donde nació el pintor, de cuya muerte se cumplen este domingo 90 años, está tapiado desde 2011 y afronta un futuro incierto
El nombre del dramaturgo y pintor Santiago Rusiñol se asocia con lugares como Sitges, localidad que puso de moda a partir de finales del siglo XIX y, en concreto, al Palau Maricel, donde creó el Cau Ferrat, uno de los epicentros del Modernismo, un edificio que alberga una colección de arte que donó a esta ciudad cuando falleció, el 13 de junio de 1931, hoy justo hace 90 años. La fecha se conmemora con una decena de actos en esta ciudad durante este fin de semana. Pero casi nadie asocia a Rusiñol con Barcelona, donde nació el 25 de febrero de 1861 en el número 37 de la calle Princesa, donde su familia, perteneciente a la alta burguesía originaria de Manlleu, se había instalado en la planta noble del edificio, situado en el floreciente barrio de La Ribera donde, además, abrió una tienda para vender los productos textiles que producía en la colonia textil de Can Ramissa. Rusiñol también está presente en el busto que preside la cercana plaza de La Puntual, llamada así por la tienda que aparece en L’auca del Senyor Esteve, una de las obras más conocidas del artista.
Las ventanas del piso principal y de casi todo el edificio (que también da a la calle Flassaders y Assaonadors en su parte posterior) están tapiadas desde 2011, después de que una docena de personas intentara ocuparlo, en espera de tiempos mejores. Los planes para rehabilitarlo y convertirlo en un hotel chocaron con el Plan Espacial Urbanístico de Alojamientos Turísticos impulsado por el gobierno municipal de Ada Colau en 2017, que impedía crear nuevos hoteles, sobre todo en el centro de la ciudad. Ante la imposibilidad de tirar adelante el hotel, los dueños del edificio desde 2006, un grupo de accionistas catalanes que gestiona CiutatHotels, con hoteles en Barcelona —el Hotel Ciutat de Barcelona, en los números 33 y 35 de la misma calle Princesa— en Granollers y Mollet del Vallès, pensaron rehabilitar el edificio para convertirlo en pisos de alquiler, manteniendo los elementos más destacados como el techo y la chimenea del piso de la planta noble donde Rusiñol vivió hasta que marchó a París, en 1889, a los 28 años. Pero la pandemia también lo ha impedido.
El aspecto de abandono del edificio es grande. Si no fuera por la placa que instaló en 1997 el Ayuntamiento en la fachada, entre los balcones centrales del entresuelo, que recuerda que allí nació Rusiñol, nadie se fijaría en esta construcción situada en una calle que la pandemia ha castigado duramente. “Era la milla de oro y ahora es la milla de plomo, porque el 90% de los negocios que había en esta calle tan transitada, que va desde el Born y que luego continúa por calle Ferran hasta La Rambla, han cerrado desde marzo”, explica Jordi Parente, director de los hoteles del grupo Ciutat Hotels, como el Hotel Ciutat Barcelona, situado al lado del edificio donde nació Rusiñol.
Según Parente, hubo un segundo intento de ocupar el edificio hace algo más de un año intentando entrar por la parte superior. “Ahora todo son gastos en sistema de seguridad contra incendios, alarmas, antiplagas de termitas y cucarachas y un largo etcétera”. También han tenido que arreglar la cubierta para evitar el efecto de las lluvias que ha llevado, incluso, a que cayera parte del techo de la planta noble, “aunque sigue siendo espectacular”, apunta Parente, que no duda en calificar la situación de “pozo sin fondo”.
“Es una pena que el Ayuntamiento no nos permita poner en valor este edificio. Pensábamos iniciar las obras en diciembre de 2017, pero meses antes entró en vigor el PEUAT. El hotel tenía que tener solo 30 habitaciones en las que se resaltara la vinculación con Rusiñol; un valor añadido que podíamos ofrecer, dando a una de las habitaciones principales, un salón de reuniones, el nombre del pintor y manteniendo el mayor número de elementos originales del piso principal”. Según explica, conservan la puerta original que se retiró para hacer una de obra para impedir nuevas ocupaciones. “Una vez abierto, queríamos colaborar con el Cau Ferrat y Maricel de Sitges; pero no ha podido ser; todo está en stand by”, prosigue.
Lo que están decididos es a mantener sus planes, para cuando la situación generada por la pandemia mejore. “Ha habido ofertas por parte de fondos buitre para hacerse con el edificio, como han hecho con edificios de otras cadenas, pero los accionistas están decididos a no venderlo”.
El contiguo hotel Ciutat Barcelona abrió, explica Parente, después de casi un año cerrado, el 30 de abril y ahora tienen ya el 90% de la ocupación. “En el barrio nos lo han agradecido por la vida que da; hasta ahora estaba todo muy muerto”, explica.
Hasta que la situación se supere, en los últimos meses se ha añadido un nuevo elemento que recuerda al artista en este edificio. En uno de los dos bajos, donde hasta el año pasado había una tienda de objetos de regalo, ha abierto sus puertas la peluquería “Russinyol”, en honor al pintor. “Funciona muy bien, porque es un negocio para los vecinos, no para los turistas”, acaba Parente.
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