El sentido poético de la existencia, según La Zaranda
El Romea ha acogido durante siete únicas funciones, ‘La batalla de los ausentes’, la última sacudida escénica de este grupo de teatro andaluz
Durante siete funciones La Zaranda han llevado al teatro Romea su última sacudida escénica: La batalla de los ausentes; un trabajo en el que la compañía de Jerez ofrece una suerte de ejercicio que encierra un acto de conmemoración a personajes que han perdido el sentido poético de la existencia.
En la presentación del espectáculo José María Pou, al tiempo que recordó que fue su colega Carles Canut, su antecesor como director del teatro Romea, quien les traía desde hace años, dio la bienvenida al grupo: “Siempre nos gusta mirar hacia el sur, ver qué teatro de calidad surge en Andalucía, y en este caso solo puedo decir que les he admirado como espectador hace años, siempre impactado por su poesía, su compromiso, su estética revolucionaria convirtiendo el discurso en arte”, dijo Pou.
Son los raros del teatro español. Eso sí, rodeados de prestigio, de premios, de admiración. Está considerada un grupo de culto, y su teatro poético, alegórico, simbolista, crítico, incluso con ellos mismos, y de vanguardia.
Esta compañía gaditana de Jerez que insiste en autodenominarse Teatro Inestable de Ninguna Parte, ha contado con el que ha sido su núcleo duro desde hace cuarenta años: Paco de la Zaranda, Francisco Sánchez como actor, quien comparte escenario con Gaspar Campuzano y Enrique Bustos, sin olvidar al dramaturgo de cabecera, Eusebio Calonge, quien domina como nadie una prosa cargada de todos esos elementos que manejan los poetas y no tanto los autores dramáticos. “Hemos querido estar solo los que siempre hemos estado, para hacer una limpieza, para intentar volver a la esencia…”, señala Paco de la Zaranda, quien cree que todo hombre sirve para librar una batalla metafórica, como la que ellos han librado consigo mismos y con esos enemigos que no se presentan a la contienda.
Discurso crítico
“Nuestra batalla es que el teatro siga siendo un misterio”, comenta Calonge. “Y esa es esencialmente la gran metáfora, esa lucha en un mundo donde nadie se escucha, el discurso de la Zaranda es muy crítico y nada complaciente, pero sin abandonar una búsqueda que nos lleve a otros territorios más cercanos a la metafísica”.
“En el Romea sentimos una presencia, algo mágico, quizá un fantasma que hace que en el escenario nos sintamos protegidos. Y las calles de Barcelona suponen mucho para nosotros, nos han dejado preñados de posibilidades, nos han inspirado mucho. No olvidemos que nuestro teatro nace de un sentimiento y no de un pensamiento”, sostiene Paco de la Zaranda.
Durante más de cuatro décadas La Zaranda no solo ha realizado una intensa labor creativa que le ha valido un gran prestigio internacional. Su compromiso también pasa por instruir a jóvenes que quieren dedicarse al teatro. De hecho, acaban de abrir en Madrid un gran espacio, en un barrio obrero, en el que bajo el nombre de El Atrio, abren sus puertas a nuevas generaciones: “Queremos ayudar a nuevos y jóvenes creadores con el fin de que no lo pasen tan mal como lo hemos pasado nosotros, estamos entusiasmados con el proyecto”, señalan.
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