Aragonès llama a recomponer la unidad soberanista tras el fiasco de ERC en las municipales
El ‘president’ pide responder al 23-J con pactos municipales en clave independentista mientras que Junts insiste en una lista unitaria al Congreso
Dos días después del desmoronamiento electoral del independentismo, especialmente de Esquerra Republicana, en las municipales del 28-M, el president de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, ha salido este martes a tender la mano a las fuerzas soberanistas para forjar en un “frente común” que permita contrarrestar “al Gobierno de las derechas” que cree saldrá de las elecciones generales anticipadas del 23-J, y que será, considera, “un ataque a los consensos básicos” de Cataluña. Se trata de una manera pomposa de invocar un intento de acercamiento a Junts, que permitiría a los republicanos minimizar pérdidas en la negociación de los pactos municipales y garantizar estabilidad a lo que queda de legislatura autonómica. La formación fundada por el expresident fugado Carles Puigdemont exige que esa unidad venga en forma de lista electoral conjunta secesionista, un instrumento que los republicanos no quieren y cuya viabilidad ha sido motivo de disenso en el pasado. El tercer actor parlamentario del independentismo, la CUP, solo ve electoralismo en ambas propuestas.
Aragonès ha dado por sentado que los comicios adelantados por Pedro Sánchez abrirán la puerta de La Moncloa a PP y Vox. Eso, según él, pone en riesgo el modelo de escuela catalana, la sanidad y los derechos civiles. Ante esa hipótesis, ha instado a las fuerzas soberanistas — independentistas más comunes— a “acordar los mecanismos sólidos de estabilidad y gobernanza del país” y él se ha ofrecido para acompañarles. Tras la salida de Junts del Govern, ERC solo tiene 33 diputados. El jefe del Ejecutivo también ve tocada la mesa de diálogo con el Gobierno central, que también ha mandado oficialmente al congelador: “Si las condiciones que teníamos para avanzar antes ya eran difíciles, ahora ante un Gobierno de PP y Vox, es imposible”, ha añadido.
ERC ha apostado en el Congreso por la vía negociada con Sánchez, usando sus 13 diputados para condicionar la legislatura. Junts (4), por su parte, se centró en la vía del enfrentamiento. La coordinación del independentismo, especialmente en Madrid, ha sido un escollo constante entre los partidos después del desenlace del referéndum ilegal de octubre de 2017. En las filas republicanas creen que tras esa acción alineada está el deseo de que sea Junts, más específicamente Puigdemont, quien controle la hoja de ruta. En la dura noche electoral para ERC y el pasado lunes, el presidente del partido, Oriol Junqueras, respondió a su fracaso apelando a recoser el consenso secesionista. “Podremos hablar de todo”, llegó a decir el exvicepresident. En Junts decidieron pasar esa afirmación por la prueba del algodón y su secretario general, Jordi Turull, desempolvó la propuesta de la lista unitaria secesionista para el 23-J. “Tenemos que convertir este momento en una oportunidad, hay que superar las siglas”, había pedido el exconsejero.
El jefe del Govern no se ha querido referir a la lista conjunta propuesta por Turull y ha optado por elevar el debate al concepto de “frente común”. Dentro de esas fórmulas a explorar, Aragonès ha incluido acuerdos que garanticen “una presidencia independentista” del Parlament —engullendo así el debate sobre la sucesión de Laura Borràs, pendiente de que la Junta Electoral le retire el escaño—, una reflexión sobre cómo fortalecer al Ejecutivo monocolor que sobrevive con 33 de 135 diputados y, muy especialmente, la política de pactos en clave soberanista. Junqueras ya había apostado porencarar el post 23-M como momento de reconstruir la unidad independentista. Incluso en Barcelona, donde Xavier Trias solo tiene 11 concejales y ERC, 5. No suman una mayoría absoluta, pero podrían garantizar que Junts se quede con la alcaldía. Sin embargo, el sorpresivo adelanto electoral de Sánchez añadió un factor extra de complejidad a todas las negociaciones en unos partidos obligados a reactivar la maquinaria electoral y se ha impuesto la prudencia.
Horas antes que Aragonès, la portavoz republicana, Marta Vilalta, había aguado la gran coalición al recordar “la experiencia” de la lista única Junts pel Sí para el Parlament en 2015 y que sostuvo al Govern de Puigdemont. “Si fuese una propuesta real y seria, seguro que no se haría por los medios de comunicación”, había remarcado. El exportavoz de ERC en el Congreso Joan Tardà ha salido a reivindicar la acción del partido en Madrid y el diálogo. “Quiero entender que las palabras de Pere Aragonès no modifican la estrategia aprobada en el último congreso”, ha escrito en Twitter.
La decisión de ERC de tender la mano a su exsocio, por un lado, le permite enmascarar la pérdida, el domingo, de uno de cada tres votos recibidos en 2019. Por otro, es un mensaje al independentismo para intentar contener el auge de un PSC que ve en el 23-J un triunfo asegurado. Una victoria que prácticamente sería la antesala del desembarco de Salvador Illa en el Palau de la Generalitat, en unas catalanas cada vez más complicadas de mantener como están previstas, en 2025. Aragonès ya está en modo electoral. Ha decidido dar por sentada la victoria de PP-Vox para poder vender el voto independentista como el único útil para frenar a la derecha. Preguntado sobre la irrupción de Vox también en varios consistorios catalanes, como los de Barcelona o Tarragona, el president ha dicho que son contextos distintos. " y “Hemos de trabajar las causas, entender las angustias y miedos que hay detrás de la decisión de muchos ciudadanos de haber dado apoyo a determinadas candidaturas”, dijo.
De momento, el planteamiento ha sido recibido con cautela. “Exactamente es lo que venimos pidiendo desde hace cuatro años. Propongamos al país el conjunto de una estrategia compartida. Pero para hacer la independencia, claro. Para otra cosa no hay que perder el tiempo”, ha escrito en Twitter Puigdemont. Borràs, presidenta de esa formación, ya llamó a Aragonès para sentarse a negociar. El diputado de la CUP, Xavier Pellícer, ha lamentado que tanto la propuesta de Aragonès como la de Turull surjan “a golpe de papeleta”. “Lo que toca es una reflexión profunda sobre la estrategia independentista, ha pedido. El portavoz de los comunes, David Cid, cuyo partido está claramente alineado con el proyecto de la vicepresidenta Yolanda Díaz, ha optado la ironía: “Aragonès sale a perder las elecciones generales en Cataluña, nosotros a ganarlas. Vamos”, ha tuiteado.
El PSC recupera la hegemonía municipalista 16 años después
Tras ganar las autonómicas en 2021, el PSC ha certificado el fin de su travesía del desierto en Cataluña en estas elecciones municipales e impuesto la hegemonía perdida en 2007. Con el 23,72% de los votos y 712.000 en números absolutos, los socialistas han ratificado su condición de primera fuerza y desplazado a Esquerra, su principal rival, a la tercera posición (el 17,3% y 520.000 votos). Junts ha sido segunda (552.000 y 18.3%). Con todo, el PSC ha perdido estos comicios 56.000 sufragios. Su mejor botín ha sido recuperar las alcaldías de Tarragona y Lleida y ser primera en Girona aunque empatado con Guanyem, la coalición de izquierdas vinculada a la CUP. Los históricos alcaldes del PSC metropolitanos han reeditado sus mayorías aplastantes (L’Hospitalet, Cornellà o Santa Coloma de Gramenet donde se presentó Gabriel Rufián). Su principal fracaso ha sido en Badalona donde el popular Xavier García Albiol ha cosechado un triunfo histórico.
El balance del PSC queda desdibujado por la derrota de Barcelona donde Jaume Collboni se propuso desbancar a Ada Colau y ha sido finalmente segundo por detrás de Xavier Trias (Junts). La alcaldía de Barcelona era, sin duda, el principal objetivo del PSC en esta campaña. Con el diálogo por bandera, la construcción de una “alternativa progresista y responsable” -han aprobado los presupuestos del Govern- y seguros de que han contribuido a pasar página del procés, Salvador Illa, primer secretario, buscará el 23 de julio ampliar el granero de votos y cerrar el ciclo electoral con una tercera victoria. Todo apunta a que habrá una pugna entre el PSC y ERC para captar el voto útil y frenar a la derecha y a la extrema derecha. Illa reclama una concentración de voto en defensa de las políticas de Pedro Sánchez y Pere Aragonès avisa de la regresión democrática, dice, que puede sufrir Cataluña si gana el PP. ÀNGELS PIÑOL
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