Barcelona entra en preemergencia por sequía con restricciones para más de cinco millones de habitantes
La Generalitat activa el plan previo a la emergencia para postergar más allá de diciembre las limitaciones más duras
Barcelona y su área metropolitana se enfrentarán a partir del jueves a prohibiciones como regar jardines o limpiar calles con agua potable, y reducirá la presión con que sale el agua de los grifos para evitar ingresar en el estado más grave de emergencia después de tres años de sequía. Las pocas probabilidades de lluvias a corto y medio plazo y el bajo nivel de los embalses han empujado a la Generalitat a decretar nuevas restricciones, con la creación de un estadio de alerta y cuyo contenido presentó ayer el consejero de Acción Climática, David Mascort. La apuesta del Ejecutivo es estirar las reservas hídricas mediante campañas de concienciación antes de fijar restricciones más duras contenidas en la fase de emergencia. En total, dos de cada tres catalanes, vecinos de 202 municipios del área metropolitana de Barcelona, y algunas poblaciones de Girona, se verán afectados por este plan. “Nos ponemos en modo emergencia. Todos tenemos que hacer un esfuerzo extra para administrar bien los recursos de los que disponemos”, ha asegurado Mascort. El consejero ha aceptado que a finales de diciembre será inevitable la entrada en vigor del máximo grado de restricciones, pero ha enfatizado que ya se trabaja en asegurar vías alternativas de suministro de agua, incluso con obras en el Puerto de Barcelona.
El plan, aprobado en la reunión semanal del Ejecutivo catalán, no incluye el corte del suministro que ya sufren otras poblaciones de la Conca de Barberá, pero sí rebaja en 20 litros al día el límite permitido por cada habitante. Pasa de los actuales 230 a 210. El consejero ha recordado que superar estos baremos puede implicar sanciones por parte de los Ayuntamientos o la Agencia del Agua Catalana (ACA). Consistorios y ciudadanos no podrán regar con agua potable parques y jardines, de acuerdo con el texto que entrará en vigor previsiblemente el jueves, una vez sea publicado en el Diario Oficial de la Generalitat (DOGC). Quedan marginados de esa restricción los árboles y los espacios dedicados al deporte federado, donde se podrá regar 200 metros cúbicos por hectárea. Tampoco se permitirá la limpieza de vehículos y calles con agua apta para el consumo humano, el llenado de piscinas privadas de uso individual y fuentes ornamentales. Las restricciones de los sectores económicos se mantienen igual, con la reducción del 15% del recurso.
Muchas de estas medidas estaban planteadas para en el peor escenario, pero el Gobierno de la Generalitat ha optado por anticiparlas de una manera menos drástica y así preparar a la ciudadanía para el momento más grave. En la memoria colectiva sobrevive la crisis del 2008, pero datos como los bajos niveles de las cuencas hidrográficas internas (al 18,85% de su capacidad) y las altas temperaturas de este año superan con creces ese escenario y convierten al actual episodio de sequía en el más intenso desde que se guardan registros. De ahí que, preguntado si se encomendaría a la virgen de Montserrat para que llueva, como hizo en su día el consejero de Medio Ambiente Francesc Baltasar, Mascort fuera tajante: “Yo no me encomiendo a ningún santo ni a ninguna virgen. Me encomiendo a la ciudadanía del área metropolitana, que ha logrado que el consumo sea desde hace meses el más bajo del entorno. El agua durará tanto como podamos estirarla”, dijo.
Otro de los símbolos de la crisis de la sequía de 2008, que puso en jaque al Gobierno tripartito que lideraba Pasqual Maragall, fue la llegada de barcos cisterna con agua potable al Puerto de Barcelona. Mascort no ha rehuido esa posibilidad y ha adelantado que ya se están haciendo obras en los muelles para poder recibir los recursos. El Govern evitó cualquier tono catastrofista y centra sus esfuerzos en transmitir la urgencia de reducir el consumo de agua y reutilizarla para diferentes usos como única manera de maximizar las bajas reservas actuales. Según los expertos, habrá que esperar al menos hasta mayo para que llegue la próxima ventana de lluvias, aunque nada garantiza que sean suficientes para revertir el déficit hídrico.
Mascort ha aprovechado para sacar pecho de la gestión de la actual crisis. Además de las infraestructuras comenzadas a raíz de la sequía de 2008, el republicano defendió que el Plan Especial de Sequía aprobado en 2020 han permitido dar una mejor respuesta y alejar un año el escenario de emergencia. La Generalitat destinará 407 millones de euros hasta 2040 a plantas de regeneración, como la que ya funciona en el Baix Llobregat, y agilizará los estudios para ampliar el abanico de usos de un agua que hasta ahora se usa para riego y recuperación de caudales de los ríos. El uso de consumo humano depende de su paso por potabilizadoras.
Cataluña lleva 36 meses de sequía prolongada. En ese tiempo, solo ha habido dos períodos de precipitaciones normales: en la primavera de 2022 y en el pasado verano. Los 1.400 litros por metro cuadrado que han caído en los últimos tres años son insuficientes para abastecer a los embalses que nutren al área metropolitana de Barcelona, que necesita 1.900, la cantidad de lluvia que cae normalmente en Barcelona. De los 202 municipios que se abastecen del sistema Ter-Llobregat, la principal fuente de las cuencas internas, 115 superan el límite establecido por la Generalitat o bien no han presentado datos, aunque representan un 20% del total de habitantes abastecidos por este sistema. Las 37 localidades que ya se encuentran en fase de emergencia continuarán con el umbral de 200 litros por persona y el 25% de reducción para los usos industriales.
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