Deporte, rosario e inhibidores sexuales: las técnicas para “curar la homosexualidad” en un centro católico de Valencia
El presidente de la institución, cuya actividad ha suspendido el Arzobispado, promovía terapias sin rigor científico para “sanar” la atracción por el mismo sexo
![El querellante Javier Martínez Cal, en una foto facilitada por él mismo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I35A7MQ4KNFQJMAP2DGCLLHW3E.jpg?auth=8ae7d5d98d0a7b51fe1cb2e831fa76789a8c9cb5b50da62e67a57fd7f2365a4d&width=414)
![Joaquín Gil](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe105b4de-97fd-4573-8d1c-e50d5dd32362.jpg?auth=a390e718d929d7e94faa4de2752877f7b68c23897ab6b8609219c342200885c4&width=100&height=100&smart=true)
Oración, deporte, psiquiatras, fármacos inhibidores del impulso sexual, internados,... El Centro de Orientación Familiar (COF) Mater Misericordiae, una asociación de fieles de Valencia acusada de practicar falsas terapias de conversión, prometía con este cóctel sanar la homosexualidad, según los documentos a los que ha tenido acceso EL PAÍS.
Un juzgado de Valencia instruye una querella presentada por el enfermero Javier Martínez Cal, de 28 años, contra la cúpula del movimiento Es Posible la Esperanza, el paraguas asociativo de ámbito nacional al que pertenecía el presidente del COF, el profesor de inglés Federico Mulet, y entidades católicas. El Arzobispado de Valencia suspendió esta semana al centro y “aceptó” la dimisión de su máximo responsable.
La víctima de esta historia y paciente de Mulet sostiene que la jerarquía de la Iglesia alentaba el tratamiento. “Participé en actividades que acababan con una misa privada de Juan Antonio Reig Pla [arzobispo de Alcalá de Henares (Madrid) entre 2009 y 2022]. Nos decía que estaba formando un ejército contra la ideología de género. Que éramos los elegidos. Según él, Dios selecciona a sus mejores para las peores batallas”, recuerda serio Martínez Cal.
Este relato arranca en diciembre de 2014 y se construye con la querella de la víctima. Con 18 años, Javier, un chaval criado en una familia de fuertes convicciones católicas, asiste por primera vez a una reunión con el docente y otro miembro de su organización en el valenciano Convento la Encarnación de los Carmelitas. Le ha derivado la Iglesia. El chico confiesa que es homosexual y que tiene problemas para encajar vida íntima y fe. Es sometido a una batería de preguntas sobre su vida sexual. Ahondan en fantasías y hábitos de masturbación.
Mulet le garantiza que la atracción por un hombre se puede curar a través de un “itinerario de maduración”. La “vida gay”, sostiene el profesor, es la antesala de un camino demoníaco repleto de infelicidad y enfermedad.
El primer paso es el diagnóstico, establecer si el paciente “sufre” AMS, que es como se denomina en la jerga de las terapias de conversión la atracción por el mismo sexo. Y para ello, el docente envía un correo al joven. Le pide que rellene un cuestionario. Justifica que es para “sacar toda la belleza que lleva dentro”. El interrogatorio incide en cuestiones como, “¿tus compañeros te han etiquetado alguna vez de afeminado?, ¿has sentido rencor o rechazo hacia tu padre? ¿a qué edad tuviste tu primer contacto sexual? ¿en tu familia existe algún caso de consumo compulsivo de tabaco, drogas o alcohol?
Tras el test, el entonces presidente del centro Mater Misericordiae remite una ficha a su paciente. Le deja claro que la homosexualidad es reversible, una aseveración carente de rigor científico. Y arranca con él unas sesiones quincenales de hora y media que se prolongarán hasta 2019 en dos conventos de Valencia.
Obsesión con la masturbación
En la intimidad, Mulet desciende a preguntas sobre los “morbos” del joven, que el profesor considera “perversiones, depravación y acción demoníaca”. Le repregunta con insistencia si se masturba y resalta que la abstinencia es la mejor vía para alejarse de la atracción por el mismo sexo. “Si te masturbas, rompes el proyecto que tienes con Dios”, llega a decir.
Para controlar sus deseos sexuales, el docente recomienda a Javier que rece el rosario o practique deporte. Un escape para ahuyentar ese tipo de pensamientos.
El chico participa en un grupo de WhatsApp con otros cuatro pacientes con los que se conjura a comunicarse ante el abismo de “caer en la tentación”. Uno de ellos pone como ejemplo de superación y castidad los mensajes de la Virgen María.
Mulet les insiste en que les relaten sus fantasías y morbos. Si estos no se atajan cuando es debido, sostiene, pueden conducir a “prácticas de riesgo, promiscuidad y enfermedades de transmisión sexual”. Y les emplaza a rellenar 45 minutos al día unas fichas que remarcan el mismo mantra: “La homosexualidad es una mentira impuesta por el lobby gay”. Este ejercicio en línea concluye con una oración.
En paralelo, el entonces presidente del centro Mater Misericordiae coordina cuatro “grupos de maduración” que reúnen a 36 personas en Valencia. Quedan cada 15 días a rezar. Y, tras la oración, los asistentes tienen que confesar si han sufrido recaídas -pensamientos homosexuales- o se han alejado de la castidad, según los documentos a los que ha tenido acceso este diario.
El profesor recomienda al chico que se ponga en contacto con un psiquiatra de Málaga, responsable en Andalucía del movimiento de conversión. El joven mantiene sesiones quincenales de terapia con este médico a través de la aplicación de vídeo Skype. Y para completar el tratamiento, participa seis meses durante 2018 en un internado en un convento en el municipio cántabro de Ruiloba (65 habitantes) junto a otros cuatro chicos. Se llega a rapar la cabeza como gesto purificador. La rutina del campamento de fe contempla levantarse a las 7.15 horas para hacer laudes (oración de mañana) en la capilla, deporte y trabajo físico. El desarrollo de la “verdadera masculinidad” le lleva también ese año a otra actividad en Málaga. Unas jornadas en las que se prohíben las fotos y se pide a los participantes que no den información a nadie ajeno al movimiento. Son secretas.
Tras cuatro años y medio sin “sanación”, tratamiento psiquiátrico e internado de por medio, Mulet le recomienda a Javier dar un paso al frente: tomar fármacos que tienen como efecto secundario la inhibición del deseo sexual. Antidepresivos, ansiolíticos...
El joven se planta. Decide salir finalmente del pozo de la terapia. Y concluye que esa etapa vital le causó un reguero de daños: ruptura familiar, soledad, homofobia, pérdida de peso, depresión, baja autoestima, autolesiones y empeoramiento de su rendimiento académico.
Este diario ha intentado sin éxito recabar la versión del profesor de inglés que presidió el COF Mater Misericordiae. “No tengo nada que decir”, zanja por teléfono Mulet. Un juzgado de Valencia instruye una querella contra él, otras diez personas y seis instituciones -entre las que se encuentra la Diócesis de Alcalá de Henares (Madrid)- por atentar contra un colectivo protegido, dirigir una organización criminal y delito contra la integridad moral. Las leyes LGTBI estatal de 2023 y la valenciana de 2019 prohíben las falsas terapias de conversión.
El promotor de la querella, el abogado Saúl Castro, presidente de la asociación No Es Terapia, asegura que la investigación de Valencia, adelantada por el Levante EMV, supone el primer paso para “acabar con la impunidad de unas prácticas que atentan contra el colectivo LGTBI”. El tejido asociativo de Es Posible la Esperanza opera desde 2010.
Javier Martínez Cal, la víctima de esta historia, trabaja hoy como enfermero en un hospital valenciano y tiene novio. “Estoy intentando volver a ser yo”, explica a este periódico. Cuando se le pregunta por el docente que le prometió sanar su homosexualidad con rosarios y deporte, reacciona con determinación: “Es un monstruo”.
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