Condenado un médico que falsificó una historia clínica
El perito de la acusación descubrió que había escrito una anotación posterior para justificar la muerte del paciente
Un cardiólogo tendrá que indemnizar con 40.900 euros a las dos hijas de un paciente de 85 años que murió tras sufrir un infarto de miocardio, después de someterse a una operación para sustituir la cadera izquierda. El facultativo incluyó una anotación posterior a la historia clínica del enfermo para justificar su visita a la unidad de reanimación, como demostró el informe caligráfico de la defensa, ejercida por la Asociación El Defensor del Paciente.
Así consta en la sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 39 de Madrid y contra la que cabe recurso. El fallo judicial recoge que el paciente tenía antecedentes de hipertensión, cardiopatía isquémica con infarto agudo de miocardio hacía 42 años y artrodesis de columna lumbar. Ingresó en el madrileño centro hospitalario —que la asociación ha preferido no desvelar— el 6 de febrero de 2017 para ser sometido a una operación para sustituirle la cadera. Se realizó en un centro privado, en el que el especialista contrató un despacho profesional y el quirófano para la intervención, según consta en la sentencia.
Tras la intervención, ingresó en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y sobre las nueve de la noche le fueron administrados dos fármacos hipotensores que le provocaron una brusca caída de la tensión arterial.
Alteraciones evidentes
”A renglón seguido, se registró una elevación de la troponina que advertía de lesión cardiaca y se le hubo de pautar neurolépticos y sujeción mecánica para controlar la agitación psicomotriz”, recoge el fallo, al que ha tenido acceso EL PAÍS.
En la UCI se le hizo un electrocardiograma que mostraba “alteraciones evidentes” y que sugería “ya síntoma inicial de infarto”. Pese a tales circunstancias, el cardiólogo no acudió a observar al paciente, “pese a que existe en la reseña clínica una anotación de dicho especialista” que se realizó con posterioridad, según la sentencia.
Dos días después de la operación, el paciente comenzó a convulsionar, tras haberse caído previamente de la cama pese a la existencia de barras elevadas. A partir de ahí, dejó de responder a los estímulos. Las maniobras de reanimación por parte del médico de guardia y de los especialistas de la UCI resultaron infructuosas. Se certificó la muerte a las 1.45 horas, a causa de una parada cardiorrespiratoria debida a un infarto agudo de miocardio.
El fallo considera probado que existió “falta de diligencia en el manejo médico del posoperatorio del paciente”. En opinión de la magistrada, había “indicios evidentes y ciertos del fallo cardiaco que fueron despreciados por los facultativos intervinientes”. ”No se puede olvidar de inicio que nos encontramos ante un paciente con antecedente médico relevante por cardiopatía isquémica, portador de un stent coronario y con factor de riesgo vascular, como hipertensión”, recoge el fallo. La juez incide en la anotación realizada por el cardiólogo a las 10.00 del 7 de febrero de 2017 y asume que se trata de una falsedad en la historia clínica.
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