El tren que “batió un récord mundial” y tenía su destino final en Madrid
Un ferrocarril que recorrió 14.133 kilómetros llegó en agosto cargado de mascarillas, pero nadie se hizo la foto para recibirlo
El 21 de agosto llegó a Madrid sin fotos ni fanfarrias un tren que cubrió una distancia “de récord”. Había partido desde la ciudad china de Qingdao junto al océano Pacífico y recorrió 14.133 kilómetros hasta entrar en la terminal logística de Abroñigal, dos kilómetros al sur de Atocha. Su carga era también especial: 65 millones de mascarillas quirúrgicas para los hospitales de España, una mercancía imprescindible para combatir la segunda ola de coronavirus.
Sí hay fotos del momento de la partida, el 1 de agosto. Las tomó la empresa que fletó el tren, la multinacional danesa de la logística DSV, contratada por el Gobierno central para traer material sanitario desde China a España. Aparecen junto al tren ocho empleados de la compañía mostrando el pulgar hacia arriba. Un cartel festeja la ocasión, incluyendo los nombres de las ciudades, la bandera china y la de España. La agencia de noticias estatal del país asiático, Xinhua, publicó un artículo un día antes de la salida. La historia tenía tintes épicos: China ayudando al mundo y batiendo récords.
El largo trayecto del tren de las mascarillas es una de las historias de viajes extraordinarios que ha dejado la pandemia, pero apenas es conocida, quizás porque DSV no le dio mucho bombo, o quizás porque el Gobierno de Pedro Sánchez no reparó en ese hito o no se interesó en difundirlo. Una vez cumplido su contrato, la empresa danesa ha contado a este periódico los detalles. DSV está convencida de que es el trayecto en tren más largo jamás hecho y afirma que ha solicitado su registro en el Libro Guinness de los Récords.
Como medio mundo, España miró a China como la tabla de salvación cuando comenzó la pesadilla del coronavirus hace un año. Solo había una pequeña fábrica de mascarillas en toda España, en Alcalá la Real (Jaén). Para traer el material desde China, el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) contrató a DSV. Al principio, la empresa recurrió a vuelos especiales operados por Iberia y otras aerolíneas porque la urgencia era extrema. El avión fue el protagonista y Barajas la puerta de la esperanza. En el imaginario colectivo quedaron las fotos que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso se hizo en abril con una de las aeronaves fletadas por su Gobierno con la ayuda de otros intermediarios. Sin embargo, pasados los dos primeros meses de la crisis el tren tomó el relevo, un medio de transporte más lento pero más económico.
Lo peor había pasado pero la demanda de mascarillas no tenía freno. En verano comenzó la segunda ola y los tapabocas pasaron a ser obligatorios. Jorge Valera, director de cuentas estratégicas para España de DSV, dice que al contrato con el Gobierno se sumaron las peticiones de grandes empresas españolas que buscaban proteger a sus empleados en fábricas o en oficinas. También las tiendas las querían para revender el producto estrella de la pandemia.
Para traer la mercancía a Madrid, DSV solía usar el tren de la ruta de la seda, que con 13.052 kilómetros era considerada como la más larga del mundo desde que comenzó a operar regularmente el 18 de noviembre de 2014. Pero como había varios pedidos de compra a empresas del área de Qingdao, en el norte de China, DSV decidió fletar un tren para hacer un camino nuevo.
El tren de la ruta de la seda, el que se cree tenía el récord, sale desde la ciudad de Yiwu, el “supermercado del mundo”, en el este del país, y se dirige hacia Europa a través de Kazajistán. Se llama así porque pasa por los caminos comerciales que conectaron Eurasia hace 2.000 años. El trayecto por esta vía de tren es 1.081 kilómetros más corto que el de la ruta chárter de Qingdao, que salió de China por el norte para atravesar la Siberia rusa y luego pasar por Bielorrusia, Polonia, Alemania, Francia y España. “Sumamos kilómetros y vimos que era una barbaridad”, dice Valera. Entonces decidieron iniciar los trámites para registrar el récord y aún están en el proceso.
Para sus directivos es parte de una “hazaña” mayor. En 2020, DSV trajo a España desde China más de 400 millones de mascarillas, lo que según la compañía los convierte en el principal operador logístico sanitario de la pandemia. Según la Secretaría de Estado de Comercio, España importó 875 millones de mascarillas desde el país asiático (El año anterior la cantidad de tapabocas comprados a China había sido cero).
El matador y el taichi
Como el viaje desde la nueva ruta fue único, la empresa YXE podrá seguir presumiendo de que hacen la ruta regular más larga del mundo. YXE fue muy aplaudida cuando consiguió su hito en 2014. Desde entonces han aparecido muchas veces en los medios chinos, según su director en España, Carlos Santana. Beijing ve el tren que sale de Yiwu como parte de su iniciativa geoestratégica “Un cinturón, una ruta”, un proyecto de infraestructuras que conectan con Europa y que tiene como meta el año 2049.
YXE tiene su oficina en la terminal madrileña de Abroñigal. A los visitantes les suelen sentar en torno a una enorme mesa de conferencias y les muestran un vídeo promocional de seis minutos que habla de un tren que conecta la guitarra y la pipa; el matador y el taichi; la ópera y el flamenco. Todo con música e imágenes que recuerdan a una superproducción hollywoodiense. Cuando acaba el vídeo, el público chino suele ponerse en pie y aplaudir.
Santana habla con entusiasmo del tren. El barco es con diferencia el principal transporte de las exportaciones chinas a España, pero el tren le gana terreno. YXE ha crecido año tras año desde que abrió su ruta en 2014. Una razón de peso es que contamina menos. “Con la pandemia ya nos hemos olvidado de que en el 2019 había una niña que se llamaba Greta y nos marcaba la pauta”, dice Santana.
Fuera de la oficina el ambiente es distinto. Abroñigal es un sitio sin glamur que bordea por el sur la M-30. El paisaje está dominado por contenedores de mercancías y los barracones de aduanas y la Guardia Civil. Ni siquiera hay pantallas indicando cuándo llega un tren, como en las estaciones de pasajeros. La vía que conecta con China acaba en asfalto. Sin más. Por el motivo que sea, no hay ninguna placa celebrando que ahí empieza o termina la ruta de tren más larga del mundo.
Corrección: En una primera versión de este artículo se llamó Albroñigal a la terminal de mercancías en Madrid. Su nombre correcto es Abroñigal.
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