Las maravillas de Alicia se hacen joya y escultura en Serrano

La plaza del tiovivo será el nombre con el que muchos conocerán a ese espacio situado frente a Serrano, 47, uno de los pocos respiraderos y lugares de esparcimiento de esta amplia vía que ocupa cerca de 250 números. Un lugar de encuentro, paseos, niños y compras. Y desde ayer es también un pequeño museo al aire libre, porque acoge tres obras del escultor catalán Samuel Salcedo. Tres cabezones de hormigón de un metro largo de altura y 200 kilos de peso que llegaron el 6 de abril y estarán allí hasta el 18 de este mes, al menos. Tres figuras oníricas que se basan en la figura de Alicia y su país de las maravillas, y que parten de una colaboración inédita entre el creador y su mecenas e inspiradora, la casa joyera madrileña Suárez.

Es Gabriel Suárez, tercera generación de la firma y director creativo de la misma, quien ideó hace ya 18 meses una colección de joyas basada en la magia del libro de Lewis Carroll de hace 155 años, y también del clásico de Disney, que este año cumple 70. Pero además Suárez quiso que sus joyas tuvieran un reflejo en la ciudad con ese componente artístico que siempre le acompaña en sus creaciones. Por eso unió las dos docenas de joyas que realizó en los talleres de la marca madrileña junto a las tres obras de Salcedo, que se pueden ver en esa plaza en la que se sitúa el Corte Inglés Woman de Serrano, 47, en cuyos escaparates se ven algunas joyas. El resto está a pocos metros, en Serrano, 62, en la joyería, y allí hay una decena de cuadros, también basados en Alicia, del artista cubano Rubén Alpízar. Algo que convierte a esta zona de la ciudad en un minimuseo temático de joyas y arte, con la soñadora niña como eje central.

(H)Arte, ni un hospital sin sus cuadros

Desde la decana casa joyera ya habían conjugado joyas y arte, mezcla que les encanta, en alguna ocasión, pero nunca con una salida tan evidente hacia la ciudad. “Es lo más espectacular que hemos hecho, porque las obras de Samuel son muy potentes y van a llamar muchísimo la atención“, cuenta ilusionado Suárez. “La gente va a interactuar con ellas, los niños se van a subir, se van a hacer fotos... y eso es lo que él quiere. Y que luego vayan a conocer las joyas y los cuadros de Rubén Alpízar en el 62″.

Para Salcedo, la ejecución de estas obras ha sido “muy diferente” de lo que acostumbra. “La oportunidad de hacerlo en la calle es una pasada”, reconoce desde su estudio de Barcelona, contando que la idea de tener “a niños ahí jugando” le entusiasma. Ha creado tres cabezas de rasgos femeninos “que recuerdan a Alicia y están durmiendo, soñando”. También ha jugado con diferentes tamaños y con esa narrativa de que la niña crece y decrece en la historia. “Tiene dificultades logísticas y técnicas, así que me va bien hacerlas, es un reto”, explica.

Gabriel Suárez conoce a Samuel Salcedo desde hace algunos años, y rápidamente se dio cuenta de que encajaba no solo con este proyecto, sino con lo que desde “los últimos cuatro años” llevan haciendo desde la marca. “Queremos que nuestras colecciones cuenten historias fuertes y que sean como amuletos, como quien se hace un tatuaje. Es algo bonito en tu vida, tienen una carga emocional, significan algo para nosotros”, explica. “En nuestra forma de ver las cosas está que la joyería se viva también como un arte”, explica. Por eso pensó en ese arte onírico de Alpízar, al que contactó en una visita a la feria de Miami Art Basel y que ha hecho “16, 18 obras, de las que vamos a exhibir 10″, y también en Salcedo. “Tenemos amigos en común, yo había ido a su estudio y le había comprado una escultura, evidentemente más pequeñita”, cuenta, riendo. Vio su proyecto en los jardines d’Etretat, en Normandía (Francia) y supo que quería algo así para su Madrid. Algo que se confirmó cuando Salcedo expuso varias esculturas en la plaza de Juan Goytisolo, frente al Museo Reina Sofía, hace un año.

Pero Salcedo cuenta que nunca había hecho colaboraciones así. “Nunca jamás. Normalmente digo que no porque no me veo capacitado. Pero Gabriel es persuasivo, no sabes como y te ha convencido”, bromea. Además, cree que su tipo de arte no es fácil de asociar con una marca, al tener “un punto más irreverente, o más dramático a veces”. Pero aquí le dieron libertad. “Me gustó porque no tenía ni idea de cómo ponerme a ello y también porque no se me impuso nada. Tenía una responsabilidad, pero también confianza por parte de ellos”, explica el creador, que ha fabricado estas obras de 120 centímetros completamente a mano.

Desde el principio se aliaron con El Corte Inglés, que les ayudó con la gestión de la plaza que hay delante de su centro, y también con la feria Urvanity. Esta, además, será la encargada de vender la obra de Salcedo y de Alpízar a todo aquel que la desea. “La gente está pidiendo alegría, que pasen cosas”, reflexiona Suárez sobre esta intervención, que busca equiparar el arte al aire libre de Madrid con el de grandes como Londres o Nueva York. “Todo el mundo está deseándolo, y más al aire libre, sin miedo de contagio. Eran el momento y el espacio perfectos”.

Para Salcedo, estas obras ayudarán “a perder los prejuicios que se tienen con la joyería y con el arte, que pueden parecer elitistas, pero disfrutar de esto es gratis”. “Yo no expongo para el que compra, es para todos”, argumenta. Por eso también Gabriel Suárez anima a la gente a que pierda el miedo a entrar en espacios a veces temidos por ser de lujo. “Nos encanta que la gente entre y disfrute de lo que hacemos”, ríe. “No hay ninguna joyería del mundo donde se vea tanto lo que pasa dentro. ¡No nos comemos a nadie!”.