Almeida en la encrucijada
El alcalde de Madrid, aquel que un día lo fue de toda España, hace un tiempo que ha perdido ese halo de transversalidad que se granjeó en las primeras semanas de la crisis de la COVID-19
Es cierto que Almeida tuvo el privilegio de contar con la oposición más generosa -quizá, hasta cierto punto, ingenua- que ha tenido cualquier gestor político desde que estalló la pandemia, pero no es menos cierto que él cultivó aquella imagen de pactista suscribiendo con todos los grupos con representación en el Pleno municipal los llamados “Acuerdos de la Villa”.
Esa forma de actuar le valió el reconocimiento de muchos que, aun no situándose en su mismo espacio ideológico, felicitaron públicamente al alcalde por su capacidad de negociación.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, Almeida ya no es el mismo. Tras asumir la portavocía nacional de su partido, ha ido dejando a un lado los problemas de la ciudad que gobierna para centrarse en confrontar con el gobierno de España desde la alcaldía de Madrid. Por si esto fuera poco, su batalla por la presidencia del PP madrileño con Ayuso, le ha hecho situarse en posiciones cada vez más extremas y reactivas para no ser menos (de derechas) que la presidenta.
Y en este contexto llegamos a la negociación de los presupuestos de 2022. Desde que a mediados de octubre la junta de gobierno que preside Martínez-Almeida aprobara el proyecto de cuentas para el año que viene, el alcalde no ha contemplado otra posibilidad que sacarlas adelante con el apoyo de la extrema derecha. Sus súplicas al portavoz de Vox en el Ayuntamiento, Ortega Smith, para que se sentara a negociar los presupuestos han abochornado a muchos madrileños. Pero ni eso ha impedido que los ultras, en su innoble juego electoralista ya, le dieran calabazas acusando al alcalde de haber traicionado a sus votantes por haber mantenido Madrid central en la ordenanza de movilidad sostenible aprobada hace unos meses.
Pese a esta negativa, Almeida tiene alternativa para aprobar los presupuestos. Los concejales de Recupera Madrid le hemos tendido la mano para negociar unos presupuestos que acometan los principales problemas de los madrileños: el tráfico, la desigualdad, el acceso a la vivienda o la protección de derechos de los colectivos más vulnerables. Del mismo modo, planteamos que se le rebaje el IBI a quien más lo necesita (a todos los inmuebles cuyo valor sea inferior a 300.000 euros, mucho más de los que planteaba Almeida) y se le incremente a quienes poseen inmuebles cuyo valor supere el millón de euros. Quien se oponga a esto se retratará.
Si en este escenario, el alcalde se resigna a prorrogar las cuentas, lastrando con ello la salida de Madrid de la crisis, estará poniendo sus intereses partidistas por encima de los madrileños.
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