El Ayuntamiento de Madrid guarda en un cajón una herramienta ya pagada para ver los datos de contaminación al detalle
Madrid contrató el servicio en 2020 y los datos, analizados por EL PAÍS, muestran que casi el 40% de los colegios de Madrid superan la contaminación permitida. Barcelona o Londres cuentan herramientas de este tipo
El Ayuntamiento de Madrid dispone de una potente herramienta, ya pagada, que permite mostrar los datos de calidad del aire de la ciudad calle a calle. Sin embargo, este sistema lleva más de año y medio en un cajón. Numerosos colectivos le reclaman que los haga públicos, ya que son esenciales para constatar y reducir la contaminación en colegios, residencias y otros lugares vulnerables. Una reciente investigación de EL PAÍS y Lobelia Earth, la empresa a la que el Consistorio contrató dicho sistema, demostró que el 46% de los niños de Madrid y Barcelona respiran más polución de la permitida.
Las ciudades están obligadas a medir su contaminación a través de estaciones de medición municipales (en Madrid son 24). La Comisión Europea establece que la media anual de dióxido de nitrógeno (NO₂) en cada una de ellas no debe superar los 40 microgramos por metro cúbico (µg/m3). Madrid es la única urbe española que incumplió ese límite en 2021 a pesar de la bajada de la movilidad por la pandemia, por lo que se enfrenta a una posible multa millonaria del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
En urbes como Barcelona, desde 2020 el Gobierno municipal ofrece en la web del Ayuntamiento un mapa de la ciudad con los niveles de los principales contaminantes en cada calle y, con el impulso de esos datos, ha puesto en marcha un programa para reducir los coches en los entornos de casi 150 colegios. En Londres, el propio Consistorio se preocupa de medir la calidad del aire alrededor de los centros educativos para poder tomar luego decisiones con las que reducir el tráfico en estos lugares.
Madrid tiene a su disposición datos similares, pero los mantiene en un cajón. En julio de 2020, el equipo municipal realizó un contrato menor con Lobelia Earth “para la implementación de un visor web de la calidad del aire de la ciudad de Madrid por 18.029 euros”. El proyecto, que ya contaba con un trabajo previo de la empresa en los últimos años, se llevó a cabo en cinco meses y se dio por concluido en noviembre de ese mismo año, momento en que el Ayuntamiento abonó la cantidad a la compañía. Sin embargo, el visor sigue sin estar disponible para los ciudadanos.
Según el pliego de ese contrato, el visor debía mostrar la calidad del aire de la ciudad calle a calle a partir de una modelización que tiene en cuenta los datos de la red de la calidad del aire, de tráfico, climatológicos... Además, tenía previsto cruzar dicha información con la localización de centros sensibles, como colegios, centros de mayores o carriles bici, e incluso un servicio de rutas a pie en bici con información sobre la contaminación.
El contrato habla de la obligación municipal “de facilitar [...] información relativa a la calidad del aire proporcionada a la ciudadanía en nuestra ciudad”. Sin embargo, ahora el equipo municipal mantiene que el visor ha pasado a ser “un software de uso interno” sin explicar el por qué de este cambio. Además, el Pleno municipal aprobó en abril de 2021 una propuesta de PSOE y Más Madrid que instaba al Consistorio a monitorizar la calidad del aire en los centros educativos y a mejorar los entornos escolares.
Datos para saber qué se respira en los colegios
A raíz de la investigación de EL PAÍS, el grupo municipal de Más Madrid se interesó por el visor de calidad del aire y reclama ahora que se haga público cuanto antes, una petición reiterada también por la comunidad educativa, los padres y madres de alumnos y otros sectores de la sociedad. “La contaminación es un problema muy grave para la salud, que necesita una implicación real y no esta falta de interés y este ir arrastrando siempre los pies del alcalde, José Luis Martínez-Almeida”, explica Esther Gómez, concejala portavoz de Medio Ambiente y Movilidad de Más Madrid. El grupo político preguntará sobre ello al Gobierno municipal el próximo lunes 18 de abril en la Comisión de Medio Ambiente.
Es el tipo de información que recopiló Lobelia en el marco del contrato firmado con el Ayuntamiento de Madrid. EL PAÍS, utilizando esos datos, demostró que el 38% de los centros de la capital registran una media horaria anual que supera los 40 µg/m3. Son datos que se basan en una estimación muy precisa obtenida utilizando un sistema de calidad del aire avalado por el Instituto Meteorológico de Países Bajos (KNMI, por sus siglas en holandés) para conocer los valores de contaminación en cada calle.
Las mediciones que se suelen emplear, las oficiales, se basan en los datos recogidos en puntos concretos de la ciudad (24 en Madrid y 11 en Barcelona). Pero este modelo (de dispersión atmosférico, es decir, describe la física de la atmósfera) añade otras variables como el tráfico de cada calle, la densidad de población, las características de las vías o la meteorología para rellenar los vacíos que deja la medición oficial y estimar indicadores para cualquier punto de una ciudad.
De hecho, la preocupación por la salud de los más pequeños, que respiran aire contaminado cerca de sus colegios, ha impulsado la Revuelta Escolar, un movimiento con el que las familias de más de un centenar de escuelas de toda España (muchos de ellos en Madrid) piden desde 2020 entornos escolares más seguros, con menos coches, ruido y polución.
Yetta Aguado, portavoz del movimiento Revuelta Escolar en la capital, critica que no se hagan públicos esos datos: “Parece que al Ayuntamiento le importa poco la contaminación. Como no tienen intención de reducir el número de vehículos en la ciudad y ven que las medidas que están proponiendo no están funcionando —en plaza Elíptica la polución no deja de aumentar pese a las restricciones—, estos datos no les vienen bien, porque sería tirar piedras sobre su propio tejado”.
Aguado, madre de una niña de seis años, reconoce que el reportaje de EL PAÍS sobre contaminación en los colegios ha llevado a muchas familias a concienciarse sobre este problema, así que el visor municipal podría ser una gran ayuda para que el mensaje llegue más lejos. “Si padres y madres pudieran conocer la polución que respiran sus hijos a diario aumentaría la implicación de las familias, y así sería más fácil impulsar medidas como las que pedimos en la Revuelta escolar, que implican reducir el tráfico junto a los colegios”, señala. El Consistorio madrileño tan solo está estudiando ocho proyectos piloto para reformar el entorno escolar de otros tantos colegios.
Consultada por EL PAÍS, el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento madrileño rehúsa responder a los motivos de este retraso alegando que el tema se tratará en la Comisión de Medio Ambiente del lunes. El Consistorio tiene entre manos un plan para renovar el sistema de medición de calidad del aire en el que podría incluir un monitoreo calle a calle, pero depende de un nuevo contrato que está todavía sin adjudicar. En cualquier caso, los datos siguen desde 2020 guardados en un cajón.
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