Siete meses después de ingresar en la UCI, Juana Román sale a dar un paseo
La mujer de 70 años fue intervenida el 4 de enero en el Hospital Gregorio Marañón por un problema cardiaco crónico que le provocó un infarto de extrema gravedad
El 4 de enero de este año, Juana Román, de 70 años, tomaba un autobús para ir a hacerse unos análisis al Hospital Gregorio Marañón. Normalmente, su marido, Luis Luque, le acompañaba a hacer todos los recados, pero como se encontraba mal decidió quedarse en casa y ese mismo día a Román le dio un infarto de extrema gravedad, provocado por un problema cardiaco crónico. “Lo que cuenta mi madre es que no era capaz de pedir ayuda. La presión en el pecho, la taquicardia, no le permitía hablar. Afortunadamente, en el autobús había unas enfermeras que se bajaron en la misma parada. Fue entrar al hospital y directamente a quirófano y ahí comienza el calvario”, cuenta por teléfono Amanda Luque, una de las tres hijas del matrimonio, que este viernes ha podido celebrar, entre cables y personal, las bodas de oro (50 años de casada).
A pesar de la delicada situación en la que se encuentra Román, el personal del hospital ha puesto en marcha un sistema móvil que ha permitido que pudiese salir al patio central del edificio. Algo que la familia no creía que fuese posible. “Los médicos son muy reservados con el pronóstico de mi madre. Está muy enferma, tiene problemas neuronales, aunque aún no sabemos hasta qué punto, tiene una bacteria en la sangre...Todo está muy en el aire”, admite Amanda.
“Nada más salir comenzó a decir, ‘ay los árboles, los pajaritos’, y estaba muy contenta”, narra Bárbara González, enfermera de la Unidad de Cuidados Críticos Postquirúrgicos, en una nota de prensa distribuida por el Gregorio Marañón este viernes. “Para nosotras ha sido una gran satisfacción y para la paciente su mejor medicina, porque está mucho mejor”, añade.
El hospital esperó a que llegase el marido de Román, que ha contado esta mañana al equipo que la veía “fenomenal” y que estaban ya “locos por volver a Moratalaz”, para que pudiesen salir juntos a dar el paseo.
Este diario no ha podido hablar con el marido de la paciente, ya que el también es mayor, 77 años, y necesitaba descansar. Sin embargo, Amanda cuenta que su padre ha pasado por unos meses muy complicados. “Están acostumbrados a hacerlo todo junto. Para él es como si le hubiesen cortado un brazo”, admite la hija, que también reconoce que su madre está “enamoradísima de él, hasta las trancas”.
La intervención del 4 de enero no fue la primera de Román, en agosto del año pasado le dio un síncope y unos meses después un Ictus, o infarto cerebral. Posterior al ataque al corazón de principios de año, la paciente sufrió múltiples complicaciones que han convertido su estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en siete largos meses. “Es una paciente muy compleja, con 70 años y patologías asociadas, y que ha sufrido las complicaciones habituales en este tipo de intervenciones, como precisar asistencia ventricular y problemas de sangrado, entre otras afectaciones”, informó el jefe de sección de Reanimación y Anestesiología, el doctor José María Barrio.
La familia ha tenido problemas a la hora de combinar la horas de hospital con el resto de su vida, el trabajo y la casa, comenta Amanda Luque. Esto ha supuesto “muchas discusiones, enfados y perdones”, pero asegura que a pesar de todo están muy unidos. “Lo peor es el pensar que mi madre podía fallecer en cualquier momento. Es joven para morir, pero muy mayor para todas las intervenciones que le han hecho”, destaca Amanda.
Ella personalmente, se ha volcado mucho en su trabajo durante esos meses. “Llevo 16 años como administrativa en Adif, tengo muy buena relación con todos y es como mi segunda casa. Ahora mismo estoy con el ordenador, pero es que si no toda esta situación te chupa y acabas en un bucle del que no se puede salir”, reconoce.
Más allá de la situación médica de Juana Román, su hija cuenta que es “una mujer muy bonita, muy buena y complaciente. Es muy pacífica y no le gusta discutir, no le gustan los problemas”, hija única y abocada a cuidar de los demás. “La sacaron del colegio cuando aún era muy joven, luego aprendió a coser, que le encantaba, y durante treinta años se dedicó a la limpieza. Es muy trabajadora”, afirma Amanda con la voz entrecortada.
En estos siete meses, Román ha pasado varias veces por quirófano y por ello, la cronología y los detalles de todas las intervenciones se le escapan a Amanda, quien pide disculpas. “Primero fue lo del 4 de enero, donde le pusieron dos o tres stent, luego una máquina en la pierna, creo que en la izquierda, que le ayudaba a bombear sangre al corazón. Volvió a quirófano para quitarle la máquina. Pasó a planta para ver si estabilizaba y decidieron ponerle otra máquina, que al parecer es muy potente; pero al abrir vieron que el otro ventrículo estaba muy dañado así que le tuvieron que poner otra asistencia más”, rememora.
Aunque los entresijos se le escapan a Amanda, lo que sí recuerda a la perfección es el amor, cariño y atención que han puesto “médicos, celadores, enfermeras y hasta personal de limpieza”, en el cuidado de su madre.
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