Lentos avances digitales que debilitan a Europa
La fragmentación del mercado, la rigidez regulatoria y el déficit de inversiones en telecomunicaciones resta competitividad a los Veintisiete
Al hablar de redes digitales de telecomunicaciones, lo primero en lo que muchos piensan es en tecnología de última generación, antenas, satélites, internet… Pero la cuestión va mucho más allá. Estas redes son activos fundamentales que afectan en gran medida a la seguridad, la economía, los derechos y los valores. Unas herramientas estratégicas que son esenciales para la competitividad de la UE y que deben ser una prioridad para garantizar el crecimiento económico europeo. Más aún en el actual contexto global, dominado por EE UU y Asia, y en el que la UE se está quedando atrás.
En su último informe State of Digital Communications 2024, la asociación de las Operadoras Europeas de Redes de Telecomunicaciones (ETNO) afirma que apenas 10 de los 114 operadores de red del Viejo Continente están desplegando redes de telefonía móvil 5G puro o stand alone. Los objetivos de Europa pasan por conseguir una cobertura con 5G del 100% de la población en el año 2030. De momento, el porcentaje alcanza el 80%. Pero los retrasos en el despliegue de las infraestructuras que afectan a los usuarios se reflejan tanto en una inversión per cápita menor como en la “débil salud financiera general del sector” —según ETNO—, algo que preocupa en términos de competitividad.
El tema es complejo. “El progreso económico, social, tecnológico, cultural y casi la propia supervivencia de la UE como entidad estratégicamente significativa está ligado al desarrollo de las infraestructuras de telecomunicaciones”, sostiene desde el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) su vocal Antonio Portilla Figueras. Sin ellas, por ejemplo, no se pueden crear nuevos servicios digitales de última generación, como la cirugía remota, el automóvil conectado o autónomo, la Industria 5.0, los interfaces ciberfísicos… Para llevar a cabo todos estos proyectos, se necesitan unas redes de alta capacidad que proporcionen anchos de banda en el rango de cientos de megabits por segundo (Mbps) y latencias en decenas de milisegundos.
El riesgo de ser una colonia
A juicio de Portilla, el actual momento “es crítico”. Hace tiempo, sostiene el director de la Cátedra ISDEFE-UAH en TIC e Inteligencia Artificial, que el sector advierte de que debe tomarse conciencia de esta realidad o “nos veremos relegados a una mera colonia tecnológica con respecto a nuestros rivales geoestratégicos”, con China, Corea y EE UU a la cabeza. Las cifras son elocuentes. La cobertura de fibra óptica en China en 2023 rozó el 93%, con un porcentaje muy similar en Corea del Sur. La media europea fue del 65%. En el caso del despliegue 5G, la UE también está lejos de ambos países asiáticos, Japón y EE UU. Además, de los 50 gigantes tecnológicos más importantes del mundo, solo cuatro empresas son europeas.
Este experto apunta dos de las principales debilidades del sector tech en la UE: una regulación “parcialmente obsoleta y asimétrica” y una “excesiva burocratización”. En cambio, el ecosistema investigador europeo es muy potente. Sin embargo, no se consigue transferir esa investigación a la innovación ni al sector industrial “debido, sobre todo, al entorno regulatorio”, lamenta.
El informe de ETNO constata un déficit de financiación de 174.000 millones de euros de aquí a 2030 que, para esa fecha, podría dejar sin banda ancha a 45 millones de personas en la UE. “En cambio, cada vez va a ser más necesario aumentar el volumen, la velocidad y la capacidad de las infraestructuras de telecomunicaciones para habilitar el flujo de contenidos por la Unión Europea”, sostienen las investigadoras del Real Instituto Elcano, Raquel Jorge y Judith Arnal, en un informe sobre el paquete de conectividad de la UE. El repunte demográfico, el mayor uso de los dispositivos digitales y la intensificación de nuevas aplicaciones tecnológicas explican esta necesidad.
Las analistas recuerdan la “estrecha relación” que guardan estas infraestructuras con desafíos sociales como “las brechas de desigualdad” generadas por la ausencia de redes en las zonas rurales. Otra de las causas que lastran el crecimiento del sector en Europa es la fragmentación de reglas a nivel nacional, lo que evita que se avance hacia un Mercado Único de Comunicaciones Electrónicas. Ocurre que cada país cuenta con sus normas y defiende sus propios intereses. “Esta fragmentación limita la escala y el crecimiento de los operadores europeos, hay más de cien, así como su capacidad para invertir, innovar y ser competitivo”, añaden Jorge y Arnal.
España, líder en banda ancha
En España, las telecomunicaciones están consideradas un servicio económico de interés general como los suministros de agua y energía, las vías de transporte, la banca o el servicio de correos. Su impacto sobre el nivel de vida es evidente. Algunos estudios demuestran que las poblaciones rurales que disponen de conectividad superior a 100 megabits por segundo (Mbps) consiguen elevar su renta media un 1,4% respecto a las que no la tienen, al igual que las afiliaciones a la Seguridad Social (en este caso, el 3,1%). En estos lugares, además, baja la tasa de paro hasta un 0,7%. El presidente de la Asociación Nacional de Operadores de Telecomunicaciones y Servicios de Internet (AOTEC), Antonio García Vidal, destaca la ventaja competitiva de España respecto a la mayoría de países europeos en infraestructura de red de banda ancha (con una cobertura del 92,5%) y centros de datos. Una situación que “se debe aprovechar” pero que, por contra, difiere con la situación de la conexión móvil. “Infinidad de pequeños pueblos con conectividad de Giga por fibra carecen de una buena conexión móvil”, advierte García Vidal. Y desliza otra preocupación: el espectro está en manos de los grandes operadores sin obligaciones mayoristas, a los que el Gobierno ha aumentado la duración de sus concesiones entre el 23 y el 69%. “Esto rompe cualquier competencia debido al carácter sustitutivo de los servicios móviles con respecto a los fijos, y por la nula participación de los operadores alternativos en cualquier despliegue o facilidad de acceso a los servicios móviles”, arguye.
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