Del tiquismiquis al listo: fauna de los críticos online de restaurantes
Si hace mal tiempo, las críticas son peores. Ésta es la conclusión más sorprendente a la que ha llegado un megaestudio sobre los comentarios de restaurantes escritos en webs como TripAdvisor o Foursquare. Elaborado por Yahoo Labs tras analizar más un millón de opiniones vertidas de 2002 a 2011 en Estados Unidos, el informe es el primero que analiza factores externos en la valoración de los locales. El resultado apunta a que las condiciones atmosféricas influyen, de forma que la misma hamburguesa churrutera puede obtener aplausos o insultos en función de que haga sol o llueva.
Demographics, weather and online reviews también revela que los restaurantes con mejor atmósfera son mejor calificados aunque sean más caros, que en noviembre se dan las puntuaciones más altas y en verano las más bajas, y que los habitantes de ciudades pequeñas son menos pacientes con las esperas que los de las grandes. En el fondo, el trabajo vuelve a poner sobre la mesa el viejo debate sobre la fiabilidad de los comentarios, discutida ya en el pasado por otros estudios que hablaban de un 16% de críticas falsas en Yelp o por las críticas de los propios hosteleros.
Como persona que, cuando va a un restaurante, no se resiste a mirar antes qué dice la gente en TripAdvisor, 11870 y toda web que se ponga a tiro, pienso que la clave es saber interpretar lo que leemos en ellas. ¿Muchas opiniones, la mayoría positivas? El local puede estar bien. ¿Muchas opiniones, la mayoría negativas? Lo más seguro es que sea un truño. ¿Pocas opiniones? Mejor no hacer caso. Ahora bien, es fácil saltarse esta norma y dejarse influir por comentarios concretos, sobre todo si son chungos. Para los que, como a mí, os pasa esto, El Comidista y su equipo de fieles seguidores en Facebook han elaborado una pequeña guía para identificar los especímenes humanos que pululan por estos sites, con sus diferentes niveles de fiabilidad.
El tiquismiquis
Nuestro primer biotipo se caracteriza por irritarse ante los detalles más nimios. Le molesta todo: que el mantel tenga una arruguita, que las copas no sean de cristal ultrafino como las que le tocaron en el sorteo del Carrefour, que el plato tenga una pequeña mella sólo perceptible bajo el microscopio o que los camareros no le hagan reverencias como si fuera la reina de Inglaterra. Frase identificativa: "Me pusieron cerca de la puerta, había corriente y me pillé una gripe que me ha tenido tres meses en la cama". Fiabilidad: 2.
El avaro tragón
En realidad, esta categoría funde dos que suelen ir parejas: los que lloriquean por los precios porque pretenden pagar 3 euros por una lubina salvaje, y los que se enfurecen sin motivo por el tamaño de las raciones al no entender la diferencia entre un restaurante y un pesebre para vacaburras. Frase identificativa: "El chuletón sólo pesaba 800 gramos, vaya timo". Fiabilidad: 3
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