Se vende la mansión de Bahamas en la que residieron Eduardo VIII y Wallis Simpson tras la abdicación del monarca
La casa de estilo colonial español donde el duque de Windsor vivió su 'destierro’ tras renunciar por amor al trono de Inglaterra está valorada en más de 7,5 millones de euros
Los años pasan rápido y la historia se empeña en repetirse una y otra vez, aunque sea con distintos protagonistas. La salida consensuada de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle de la familia real británica para buscar la seguridad y la felicidad de su familia y de su hijo Archie, recuerda otro momento clave de la historia del Reino Unido: la abdicación de Eduardo VIII que renunció a la corona para contraer matrimonio con Wallis Simpson, una norteamericana divorciada con quien las rígidas normas de la monarquía británica no contemplaban que pudiera casarse mientras siguiera siendo rey.
Hoy la casa en la que se refugió o desterraron a esa pareja, para mantenerlos alejados del Reino Unido, está a la venta por 8,5 millones de dólares, algo más de 7,5 millones de euros. Se trata de una mansión situada en Nassau (Bahamas) donde recalaron cuando la reina María, madre del monarca amenazó con cortar la sustanciosa asignación económica que recibía el duque de Windsor si regresaba a Gran Bretaña después de su decisión. La solución fue otorgarle el cargo de gobernador de Bahamas y alejarle lo más posible del país cuya corona había rechazado. Allí la pareja adquirió una mansión en la isla de Nueva Providencia, mientras esperaba que finalizarán las obras de la que sería su residencia oficial.
La casa, conocida como Sigrist House, que ahora ha salido a la venta es de estilo colonial español en su exterior pero conserva su carácter británico en el interior con paneles de madera y varias chimeneas que se importaron de casas de campo inglesas. Está situada a las afueras de Nassau en una gran finca de 16.000 metros cuadrados en una colina con vistas al océano y a la bahía. La construcción principal es un edificio de 1.400 metros cuadrados construido en los años treinta por el productor de cine británico Frederick Sigrist, que también fue conocido por sus hazañas como aviador.
En sus jardines e interior no faltan detalles que revelan el gusto exquisito y el poderío económico de quienes fueron sus dueños: piscina y spa con vistas al océano, cuidado paisajismo tropical con terrazas, macizos de flores, árboles frutales y cocoteros, mosaicos de pavos reales y palmeras en las paredes de la cocina y madera de caoba blanca en el salón seleccionada en Honduras, trabajada en Inglaterra y después ensamblada en Nassau. Una vivienda de 15 habitaciones y trece baños que ha sido restaurada por completo en la última década y que está considerada como una de las propiedades más exclusivas de la isla.
La venta de la propiedad, que está a cargo de Damianos Sotheby’s International Realty en Nassau, cuenta con el atractivo extra de quienes han sido sus regios habitantes en el pasado. La vida de los duques de Windsor ha sido para unos la historia de amor más romántica del siglo XX y para otros la traición más flagrante cometida hacia la corona británica. La decisión del rey Eduardo de abdicar por amor cambió el curso de la historia de su país cuando renunció al trono el 11 de diciembre de 1936. Su hermano, el príncipe Alberto, que era el duque de York, se vio obligado a recoger el testigo y reinó como Jorge VI hasta su muerte en 1952, momento en el que su hija mayor fue proclamada reina, con 25 años, y dio comienzo al que ha sido el reinado más largo de la historia de su país, casi 67 años hasta ahora.
De momento los historiadores y el público que desee conocer los pormenores de la historia del duque de Windsor, su esposa, Wallis Simpson, y su relación con la familia real británica antes y después de la abdicación tendrán que esperar ya que las cartas, notas y documentos que forman parte del testamento del duque no serán de dominio público hasta 2042, tal y como estableció en noviembre de 2017 una sentencia de un tribunal de Londres. Un fallo que surgió a consecuencia de la solicitud que presentó Oliver Urquhart Irvine, bibliotecario y guarda de los archivos de la Reina y que ha conseguido que al menos haya una autorización a largo plazo para romper el sobre que custodia el testamento del duque de Windsor. Entonces será el momento de descubrir quién es el heredero de los derechos de autor de sus documentos y sí da luz verde a que su publicación permita recrear con la mayor precisión posible una vida que ha fascinado a varias generaciones que incluso desconocen que el destino de Isabel II no hubiese sido reinar si su tío no hubiera renunciado al trono por amor.
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