El giro al espectáculo de Sonsoles Ónega
La presentadora, perteneciente a una saga de periodistas y que durante años fue corresponsal parlamentaria, da el salto al entretenimiento de la mano de Jorge Javier Vázquez
Sonsoles Ónega se ha convertido en la gran apuesta de Mediaset y parece que va camino de convertirse en su nueva presentadora estrella. La madrileña, de 42 años, ha sido elegida por la cadena para copresentar La casa fuerte, el nuevo reality que Telecinco estrenará próximamente una vez Supervivientes llegue a su fin. Ónega, que pertenece a toda una saga de periodistas, intercalará de esta manera Ya es mediodía, el magazine diario que presenta desde hace dos años, para ponerse al frente de este formato totalmente nuevo para ella. Mientras Jorge Javier Vázquez continuará de maestro de ceremonias cada jueves en el nuevo reality en el que varias parejas de famosos vivirán confinados en una villa, Ónega será la encargada de conducir la gala de cada domingo en horario prime time.
Un salto al vacío para el que se ha puesto el paracaídas, ya que esta noche se estrena presentando el último debate de Supervivientes. “Soy como una candidata a la presidencia que se enfrenta a unas elecciones de Gobierno. He estado de campaña electoral, el sábado de jornada de reflexión y el domingo son las elecciones”, bromea al otro lado del teléfono sobre los nervios por si estará a la altura de las expectativas puestas en ella. La jerga política la lleva en las venas y sigue formando parte de su discurso, algo normal si se tiene en cuenta que durante diez años se dedicó a la información parlamentaria.
Hija del reputado periodista Fernando Ónega y hermana de Cristina Ónega, directora del canal 24 Horas de Televisión Española, a nadie en el entorno de Sonsoles le resultó extraño que quisiera dedicarse al periodismo. Poco después de licenciarse en la Universidad San Pablo CEU de Madrid, la pequeña de las Ónega dio sus primeros pasos como redactora y reportera de informativos de la mano de Iñaki Gabilondo en CNN+, donde coincidió con la hoy reina Letizia Ortiz con quien conserva una buena amistad. Cuando el canal de información 24 horas desapareció continuó tres años cubriendo tribunales para Cuatro y en 2008 se incorporó a los informativos de Telecinco, donde durante una década fue cronista parlamentaria. Una labor que en 2015 le valió la Antena de Plata otorgada por la Asociación de Profesionales de Radio y Televisión. Su característico flequillo y pelo corto y su entereza a la hora de informar sobre los políticos hicieron de ella su seña de identidad para que su apellido quedara en un segundo lugar.
En 2018, la cadena la puso al frente de Ya es mediodía, una tertulia que cubriría el hueco entre El programa de Ana Rosa e Informativos Telecinco que buscaba competir con la audiencia de Al rojo vivo. Algo que al principio costó hasta que a la actualidad política se sumaron los sucesos y un espacio para la prensa del corazón, un terreno aún más desconocido para Ónega y en el que ella misma se definía como “un pez fuera del agua”. Ahora, más familiarizada con los personajes de la crónica social se atreve a dar el salto definitivo al espectáculo. “Llevo años reflexionando el efecto social que causa una sesión de control y una gala de Supervivientes. Al final lo primero rompe el país, y lo segundo hace que olvides ese país atrincherado”, asegura.
“Me da mucho respeto, como todo. Aprendí mucho cuando estuve en la calle, Ya es mediodía me ha enseñado la última hora y el suceso y ahora pretendo aprender entretenimiento”, dice quien ha pasado de ponerse el rímel y colorete frente al retrovisor del coche a tener una hora marcada en la escaleta para peluquería y maquillaje. En este programa, sin embargo, ha mostrado su lado más humano. Se ha emocionado, ha abroncado a los colaboradores e incluso ha coincidido por primera vez con su padre en un plató. Fue durante el 30º aniversario de la cadena cuando padre e hija protagonizaron una emotiva escena en la que ambos mostraron su orgullo recíproco que, incluso, hizo flojear la voz y arrancarle unas lágrimas a la presentadora. “Él es mi maestro. Mi padre y mi hermana, con la que comparto experiencias diarias, son mis referentes y también mis confesores”.
A ellos acudió cuando le ofrecieron copresentar el nuevo reality. Al primero que llamó fue a su padre y él, igual que cuando le pidió consejo para dejar los informativos por presentar desde un plató, le dijo lo mismo: “Sé tu misma y pa’lante”. Aunque les consultó su decisión ella tenía clara su respuesta. “Dije que sí enseguida. No le dediqué demasiado tiempo, quizá es una irresponsabilidad”, bromea.
A su gran etapa profesional se suma, además, una magnífica racha con otra de sus pasiones: la escritura. Y es que desde hace años, Ónega combina su trabajo ante la cámara con el que realiza fuera de ella como autora. En su palmarés cuenta ya con cinco novelas publicadas y el próximo 2 de junio lanza la sexta, Mil besos prohibidos. “Disfruto tanto escribiendo que es mi momento de mayor evasión y de diversión”, admite.
Celosa de su intimidad, no solía acaparar titulares por su vida privada hasta principios de este año, cuando se conoció que la presentadora se separaba de su marido, el abogado Carlos Pardo, después de once años de matrimonio y dos hijos en común, Yago y Gonzalo, de los que sí ha hablado en alguna ocasión para referirse a ellos como “la mejor decisión de mi vida”. También cuando al pequeño, Gonzalo, de nueve años, le diagnosticaron diabetes y la periodista se volvió una defensora acérrima de la buena alimentación. Es con sus hijos con los que intenta pasar el mayor tiempo posible cuando el trabajo se lo permite y también con sus amigos, aquellos con los que coincidía durante su etapa de cronista política —algunos ocupan un asiento en el Congreso de los Diputados— y que le han animado en este nuevo proyecto televisivo.
Mira con respeto su estreno en un plató de entretenimiento, pero no teme el qué dirán porque sabe que su profesionalidad se mantendrá intacta. Ahora pondrá el mismo empeño en descubrir la historia que esconde cada uno de los personajes que alcanzaron la fama en el momento en el que ella dedicaba su tiempo a comprender los fallos de los jueces o a traducir los mensajes de los políticos. Que comience el espectáculo.
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