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DJ Nano: “Mi trabajo me permite llevar a mi niño al cole todos los días”

Con más de 30 años en cabina a sus espaldas, el pinchadiscos madrileño produce el espectáculo ‘The Rhythm of the Night’, en el que se mezcla el musical con los grandes temas de la música electrónica de los noventa

Dj Nano
José Luis Garaña de los Cobos, conocido como Dj Nano, fotografiado en el Teatro de Príncipe Pío de Madrid.Aitor Sol
Sergio C. Fanjul

—Entonces, ¿Josito es usted?

—No.

Josito es un buen chaval, proveniente de familia de clase media, brillante estudiante de Telecomunicaciones, que en 1993 descubre la explosión de la música electrónica en la Ruta del Bakalao. Y la noche lo confunde, llevándole a una espiral de oscuridad y abuso de drogas que, afortunadamente, consigue enderezar. “Josito no soy yo”, dice DJ Nano, “pero su historia sí que refleja la que muchos jóvenes de la época vivieron al descubrir la noche y la electrónica”. La peripecia de Josito se cuenta en el espectáculo The Rhythm of the Night, producido por el propio DJ Nano, en el que se mezcla el musical con los grandes temas de la época, es decir, el musical con el musicón.

José Luis Garaña de los Cobos (Madrid, 1977), luego DJ Nano, pinchó por primera vez por aquella época, a mediados de los noventa, la canción Da Funk, del dúo electrónico francés Daft Punk, en una discoteca ante unas 1.500 personas. “Me enganchó la sensación de compartir mis gustos musicales con la gente”, recuerda, y desde entonces ha vivido de esa sensación. “De hecho, nunca he sido demasiado discotequero, demasiado fiestero”, añade el también presentador del programa World Dance Music en Los40, “suelo estar en la cabina, trabajando mientras otros festejan”.

Nano, como Josito, también tomó malas decisiones pero no tan relacionadas con las drogas. “Ese fue un mundo que nunca me llamó demasiado”, explica con su voz áspera, “aunque la escena de la música electrónica siempre se relacionase con la oscuridad y la droga, yo siempre estuve en el lado más cultural y luminoso, que también existía”. Lo suyo era más bien buscarse malas compañías y meterse en líos, venía de una familia desestructurada en la que la figura paterna faltó prematuramente. Curiosamente, en este caso fue la música electrónica la que le hizo centrarse y sentar la cabeza. Y, si bien este género ha estado tradicionalmente asociado al desfase, ahora es de dominio público, para todos los públicos, está en bandas sonoras, anuncios y hasta en las bases de los discos de Rosalía: la electrónica ha salido de su reducto y permeado los otros estilos.

Las gentes electrónicas ya no son almas perdidas en el vicio y el hedonismo: prueba de su popularización es que DJ Nano fue uno de los representantes de la cultura en una recepción de la Casa Real, en 2020. Una de sus últimas colaboraciones es con una artista tan mainstream como Marta Sánchez. “En los comienzos era un mundo muy underground, un círculo muy pequeño de clubes a los que iban los aficionados, y era difícil nutrirse de música, conseguir los discos”, dice el pinchadiscos, “ahora parece que se han subido algunos escalones y hay grandes eventos… aunque añoro aquella cultura de club”. Una cultura que, según recuerda, unía a todo tipo de clases sociales y tribus urbanas en torno a los bajos gruesos y los ritmos bailables. “Yo empecé en el techno trance, aunque ahora somos muchos los DJ que utilizamos todo tipo de estilos en nuestras sesiones, incluso el rock o el pop. Si tuviera que definir mi estilo, diría que tiene mucha positividad, melodía, partes vocales”, dice Nano.

Nano lleva casi 30 años en la cabina, y no solo en las cabinas, sino produciendo espectáculos (como la legendaria fiesta Oro viejo), escribiendo libros (Al otro lado de la cabina, publicado en Libros Cúpula en colaboración con Miguel Ángel Bargueño) o el musical que ahora estrena, y que se puede ver en el madrileño Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío. Pero su gran proyecto es ser padre de un niño de nueve años, Travis (”como el piloto Travis Pastrana, el personaje Travis Bickle en Taxi driver, como el baterista punk Travis Baker, como muchos Travis que molan”, recuerda), fan irredento, como tantos niños, de Freddie Mercury y de Michael Jackson. “Todos pasamos hoy en día por momentos difíciles, pero sobre todo los jóvenes, a los que les han quitado años muy importantes de sus vidas… y me flipa la capacidad de adaptación de los más pequeños”, dice Nano.

Su ajetreada vida como pinchadiscos de éxito le lleva a viajar mucho y a trabajar muy adentrada la noche, eso sí, sin liarla. “Mucha gente puede pensar: ‘Mira este, todo el día de fiesta”, explica, “pero en realidad hay mucho trabajo detrás. Si yo pincho en un club a las cuatro de la mañana, estoy durmiendo en el hotel hasta las tres. Luego una ducha y a trabajar”. Pero es fácil dejarse llevar, no cuidarse y acabar quebrando: Nano ha visto cómo muchos compañeros se han tenido que retirar o han vivido situaciones dramáticas. Dos recientes víctimas de la vida de pinchadiscos han sido los fallecidos Avicii y Erick Morillo. El trabajo de Nano pinchando, concentrado los fines de semana, le permite dedicar la semana a otros asuntos, algunos de suma importancia: “Puedo llevar a mi niño al cole todos los días”, señala con satisfacción. Aunque ha habido temporadas en las que ha pinchado hasta en 87 ciudades distintas. Ahora, en ese tiempo más tranquilo, también prepara un disco con colaboraciones “sorprendentes”.

De esa positividad que DJ Nano lleva por bandera hace falta mucha en este mundo convulso. “Sí, hay veces que creo que soy demasiado positivo para las circunstancias que me rodean”, concluye. “La posibilidad de una escalada militar en la guerra de Ucrania me da pánico”. Lo dicen por ahí: menos guerra, más tecno.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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