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Yanis Varoufakis: “En la UE hay tanta democracia como oxígeno en la Luna, cero”

El exministro de Finanzas griego cree que ya no estamos en el capitalismo, sino en un tecnofeudalismo más propio de una distopía

Yanis Varoufakis fotografiado en su casa de Atenas el 8 de marzo de 2021.Vídeo: Georgios Makkas
Berna González Harbour

Ministro, activista, político, economista, catedrático, ensayista de éxito y hoy, en un nuevo giro de guion que añade una nueva capa a su figura carismática y contestataria, Yanis Varoufakis se ha hecho novelista. Probablemente nunca un ministro de Finanzas tan breve —lo fue entre enero y julio de 2015, en la etapa más dramática de la Grecia contemporánea— ha perdurado más tiempo en el imaginario de la opinión pública, pero ahí está de nuevo, con su estética de camiseta, jovialidad y gran humor, intentando cabalgar un movimiento internacional de izquierdas y con su novela, Otra realidad (Ediciones Deusto), a punto de publicarse en España. Recibe a EL PAÍS en su pantalla desde Atenas, donde es uno de los nueve diputados de su pequeño partido, MeRA25.

Pregunta. Su libro crea una realidad alternativa que nace para ser esclava del mundo y no al revés. ¿Somos esclavos?

Respuesta. Sí y no. La esencia humana es que siempre tenemos la capacidad para liberarnos, aunque estemos en medio de la peor esclavitud, y esto no puede ser destruido por ningún tipo de autoritarismo. Si ahora que cumplo 60 años sigo siendo marxista y me sigue importando Marx es por la descripción que hace del capitalismo. A diferencia de los comunistas que le siguieron, él era un verdadero liberal y lo interesante para él era que el capitalismo simultáneamente nos liberaba y nos esclavizaba. Nos libera porque crea una maquinaria que trabaja para nosotros, pero que terminamos alimentando y nos esclaviza. Por ejemplo, Google hoy nos libera de la estupidez porque tenemos acceso a toda la información del mundo, pero al mismo tiempo nos esclaviza porque alimentamos su maquinaria de anuncios sin darnos cuenta.

P. Entonces se sigue definiendo como marxista. ¿La palabra aún sirve?

R. Siempre me he definido como marxista libertario, raro, inconsistente, en el sentido de que estoy en desacuerdo conmigo mismo, como Marx. Sin él yo no entendería el capitalismo ni los mercados.

P. ¿Cómo interpreta la crisis que ha provocado la pandemia?

R. No es una nueva crisis. El verdadero inicio fue la crisis financiera de 2008, que ha sido el 1929 de nuestra generación. Sabemos lo que 1929 provocó en todo el mundo hasta desembocar en la II Guerra Mundial y ambas son muy similares. La única diferencia es que en 2008 los bancos centrales inyectaron gran cantidad de dinero para salvar a los bancos privados y ese dinero creó un tipo de capitalismo de Estado, un feudalismo de Estado que yo llamo tecnofeudalismo y que consiste en aplicar la austeridad para las masas y a la vez mucho dinero del Estado, es decir, socialismo, para los banqueros y las corporaciones. Y en esto llegó la covid-19. ¿Y qué hicieron los gobiernos? Más de lo mismo: más dinero del Banco Central para el sector financiero y un poco de ayuda a la población para mantenerse, no para empoderar a los que no tienen poder. Así que la pandemia va a ser una extensión y una profundización de lo ocurrido en los últimos 12 años.

P. ¿No cree que la reacción de la UE hoy ha sido más rápida y proactiva que en 2008?

R. Han mejorado en propaganda en comparación con esos días locos de 2010. Pero cuando vas a la realidad, te encuentras humo, espejismos, aire. En marzo, Sánchez, Mitsotakis o Macron pedían el eurobono, la unión fiscal efectiva y una deuda europea. Pero Merkel dijo “nein”, igual que en 2010 y el resultado son unos fondos de recuperación que son como fondos estructurales reforzados, y ya sabemos a dónde van a ir, a grandes negocios, a grandes corporaciones, mientras los pequeños negocios, los medianos, los jóvenes y los desempleados no conseguirán nada.

P. ¿Tal vez trabajo?

R. Algunos sí, pero macroeconómicamente es insignificante. Al no tener una unión fiscal dejamos a los gobiernos la distribución de ese dinero y eso genera corrupción, más toxicidad entre holandeses, alemanes, griegos, españoles… Nos señalarán con el dedo: mira lo que habéis hecho con el dinero que os hemos dado. No es una buena receta para unir a los europeos.

P. ¿Cuál es su solución para Europa?

R. Para crear una unión necesitas un tesoro común, una deuda común, un Parlamento real y un verdadero Gobierno federal que puedas despedir, no una Ursula von der Leyen a la que nadie puede destituir y que nadie nombró salvo Merkel y Macron. La gente dice que la UE tiene déficit democrático, pero eso no es así, lo que tiene exactamente es cero democracia. Es una zona libre de democracia. Si digo que en la Luna hay déficit de oxígeno, no es verdad, no hay déficit de oxígeno en la Luna, simplemente no hay oxígeno. Y lo digo como europeísta, yo quiero democratizar la UE.

P. ¿Cree que el euro está entonces aún en riesgo?

R. Absolutamente. No es sostenible. Europa es rica, pero tenemos un sistema insostenible que se mantiene porque hay una voluntad política muy fuerte para hacerlo. Cada día que pasa la riqueza europea merma, estamos derrochándola y creando más tensiones. Después de la pandemia vamos a tener más diferencias: auge de Vox en España; los holandeses mirando a los españoles o griegos con mayor recelo; Hungría, Polonia o República Checa cada vez más derechistas, racistas y antieuropeos, más abiertos a Putin y a la democracia iliberal. Las fuerzas centrífugas se hacen más fuertes. Vamos a salir de esta pandemia más desiguales aún de lo que entramos.

P. ¿Quién lo está haciendo mejor en el mundo?

R. Claramente China. Yo soy demócrata y liberal, soy marxista libertario y si estuviera en China estaría encarcelado, seamos claros en esto, es un régimen muy autoritario y cada vez más. Pero son muy buenos en la gestión de sus asuntos. El secretismo y la opacidad del régimen provocó que al principio la pandemia se expandiera, pero una vez que reaccionaron cerraron todo y lo erradicaron, crearon sus hospitales, su vacuna, mientras Sanofi en Francia o el Instituto Pasteur que lleva siglos de experiencia no lo consiguieron. Han logrado dirigir inversión. La educación en China es próspera, producen ingenieros, expertos en lenguas, inteligencia artificial, hacen investigaciones que en Europa no hacemos, tecnología de baterías… están a años de luz de Europa porque están invirtiendo. Y también estamos detrás de Estados Unidos, que es un país de una gran desigualdad pero con espacios en Seattle, Texas o Silicon Valley donde se invierte mucho dinero en el futuro.

P. Las grandes tecnológicas nos proletarizan, afirma en su libro.

R. Los gigantes tecnológicos han conseguido ampliar la fuerza laboral convirtiendo a cada usuario en un trabajador gratis. Frente a una empresa de coches, por ejemplo, en Google, Facebook, Apple y Amazon la mayoría de la producción de capital la realizan los consumidores. Cada vez que llevamos el teléfono, Google está actualizando sus mapas y haciéndolos más útiles. Tú consigues un producto gratis, claro, los mapas o lo que sea, pero ellos captan tu atención y venden tus datos a los anunciantes así que nos han convertido en proletarios sin siquiera pagar. Es un gran cambio en la división del trabajo. Todos somos productores de capital y solo una mínima proporción recibe un salario. Cuando entras en Facebook o Amazon sales del capitalismo. Yo lo sentí físicamente cuando visité Google. Entras en una empresa que está más cerca de la Unión Soviética: hay una estética, un politburó, una ideología. Hay un KGB en Google: muy amable, muy agradable, pero hay una política sobre qué puedes decir y qué no. Es como una ciencia ficción, como si anduvieras por la calle y toda fuera propiedad de una sola persona. Si esta no quiere que veas algo, no lo verás. Y si la compañía quiere que lo veas, lo verás. Esa es la vida en Facebook, en Amazon, en Google. Eso no es competencia, no es capitalismo, eso es feudalismo, una forma distópica de ciencia ficción de feudalismo de alta tecnología. Ya no estamos en el capitalismo, hay que encontrar otra palabra y yo lo llamo tecnofeudalismo.

P. El sector tecnológico y el sanitario han sido beneficiados por la pandemia. ¿Cuáles son los riesgos?

R. Hay una enorme concentración de poder. Las tres empresas que están produciendo las vacunas tienen capacidad para extraer enormes cantidades de dinero de la humanidad. Han podido producir las vacunas tan rápido porque Trump les dio 10.000 millones de dólares y sin embargo no van a devolver nada. Están usando dinero del Estado para crear una inmensa capacidad para extraer dinero del resto del mundo. Cuando se inventó la vacuna de la polio en los cincuenta se dio la patente al mundo porque los niños estaban muriendo. Hoy eso no está pasando. Así que las grandes tecnológicas, las compañías del sector sanitario y la industria de defensa están adquiriendo más poder respecto al resto de la población que el que nadie tuvo en la historia de la humanidad. Y sus intereses no son los mismos que los del resto de la humanidad. Hay una guerra entre los intereses de los más fuertes y los de la mayoría.

P. ¿Mantiene alguna relación con Tsipras [primer ministro de Grecia con Syriza, la coalición de izquierda radical]?

R. Cero. El pueblo griego nos dio un mandato para decir que no a la troika y él se rindió la misma noche del referéndum. Por eso dimití, él se rindió y el resultado fue la pérdida total de la dignidad y credibilidad de la izquierda, no solo en Grecia, sino en toda Europa. Podemos también se acabó esa noche. Rajoy salió con el papel que Tsipras firmó en la mano y dijo: esto es lo que conseguiréis si votáis por el Syriza español y ese fue el fin de Podemos. Esa noche se produjo un fracaso de la democracia. Así que mi relación es cero.

P. ¿Y con Podemos?

R. Creo que la participación de Podemos en el Gobierno de Sánchez es un error. Y antes de eso fue un fallo no tener un programa europeo. Intenté convencerles ante las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 de que la derecha tiene un programa para Europa, los fascistas tienen un programa para Europa. Pero Podemos nunca ha estado interesado.

P. El exbanquero central al que se enfrentó Grecia, Draghi, está hoy al mando de Italia. ¿Es una solución?

R. Es una solución para el sector bancario, para la troika, para asegurar que la democracia está formalmente acabada en Italia. Cuando el proceso político no puede producir un primer ministro y necesitas a un extecnócrata de Goldman Sachs, del Banco Central Europeo, para resolver los problemas que los políticos no pueden resolver, estás declarando que la democracia ha fracasado, es la mejor noticia para el Partido Comunista Chino, porque ellos tampoco creen en la democracia sino en los tecnócratas al servicio de la gente, pero sin las preocupaciones de la gente. Draghi ha fichado a la consultora McKinsey para distribuir en Italia los fondos de recuperación así que ya tienes el Tesoro en manos de Goldman Sachs, los fondos de recuperación en manos de McKinsey y lo siguiente puede ser dar a la mafia el Ministerio de Justicia porque saben de ley mucho más que yo. Es un fracaso total de la democracia en Italia.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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