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Trabajar cansa
Columna
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Ven a Mordor, paraíso del fútbol (masculino)

Sospecho que ninguna futbolista iría a Arabia Saudí ni por todo el oro del mundo, y mira que les pagan mucho menos

Futbol Femenino
Los fans del Al Ahli durante un partido con Al-Tai durante la Saudi Pro League, en Yeda a finales de agosto.Yasser Bakhsh (Getty Images) (Getty Images)
Íñigo Domínguez

Me preguntaba si me iría a vivir a Arabia Saudí por 25 millones de euros al año, como el hasta ahora entrenador de fútbol de Italia, Roberto Mancini, para ser seleccionador de ese país. Obviamente, nadie me ofrecería ni la milésima parte para hacer nada, pero muchas estrellas del fútbol acuden allí como moscas, atraídas por sueldos estratosféricos. Ya solo por el clima es para pensárselo, como si te ofrecieran ir a vivir al Polo Norte. No sé si hay dinero que pague eso, pero hay algo más que se debe pagar, reparos más insalvables.

Lo último que sabemos de esta loca teocracia que descuartiza disidentes en consulados y masacra civiles en Yemen es que ametralla a mujeres y niños etíopes que se aproximan a sus fronteras, según Human Rights Watch. Y por eso me preguntaba qué haría yo, si tengo un precio. Supongo que lo tengo (por favor, que alguien me ponga a prueba), pero no iría ni loco. Me fascina que tipos que pueden forrarse igual en otro país —no tanto, pero sí muchísimo— vayan a Arabia de todos modos. Pasado un límite, te deben de dar igual 10 millones que 20, que te llega para caprichos pero no se te cae la cara de vergüenza. Solo hay dos explicaciones: falta de información o de principios. Que no sabes nada o que te da igual. Pero eso ya no es problema, sino tendencia (libertad y todo por la pasta). Si te preocupa el qué dirán, tranquilo, que nadie dice nada. Y esa es la tercera explicación.

El qué dirán puede ser importante. Por ejemplo, un señor puede creer que nadie dirá nada si se abalanza sobre una futbolista para morrearla en un momento de exaltación. Luego descubre que no es así. Si fuera consciente de ello quizá se habría cortado. Esto de Arabia no crea ningún descrédito social, nadie les abuchea en un restaurante, salen en anuncios, no se desploman sus seguidores. No tiene coste, y eso sí que lo ponemos los demás. El precio lo pone un sátrapa, el coste no. El futbolista que se va a Arabia goza de la comprensión general, se supone que todos haríamos lo mismo, lo que pasa allí no es nuestro problema. Arabia ahora es ese lugar de moda donde juega Cristiano Ronaldo.

Sería igual si montara una liga millonaria Corea del Norte o el conde Drácula. Yo creo que irían incluso a Mordor si pagaran bien. Está siempre oscuro y lleno de troles, pero con una urbanización de lujo con luz artificial ni te enteras. En cambio, sospecho que ninguna futbolista iría a Arabia ni por todo el oro del mundo, y mira que les pagan mucho menos (bueno, una alemana ha ido a entrenar a la selección femenina). Además de lo dicho, sabemos que es un país donde la mujer es un ser inferior, y ellas se lo toman más en serio, sí es asunto suyo. También es por el qué dirán, que con ellas funciona al revés: todo lo que hacen es político y tienen más presión para ser ejemplares o militantes. Hasta en eso están en desventaja. Paradójicamente, la igualdad llegaría cuando puedan pasarse por el forro toda consideración ética y hacer lo que les dé la gana, como los hombres (un modelo de mierda, dicho sea de paso). Ellos solo se lo tomarían en serio si en ese país también obligaran a los hombres a ir cubiertos hasta las orejas, les trataran como si fueran tontos que necesitan una tutora y tuvieran encima una policía moral. No iría ni uno. Lo llamativo es que tantos hombres no consideren su problema lo que les pasa a las mujeres. Ni a unos yemeníes, a unos etíopes, ni todo lo demás, que le da igual a todo el mundo, tanto a hombres como a mujeres.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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