Noticias, cuentos y cómo distraerse mejor
La realidad es muy confusa, y más aún si en las noticias que te llegan ves una nueva masacre en Gaza o Líbano o Ucrania, seguida muy de cerca por otra sobre el modo correcto de cortarse las uñas de los pies
El mundo está fatal, uno no sabe qué decir, así que permítanme acercarme a la actualidad de forma muy tangencial. La realidad es muy confusa, en eso creo que estaremos todos de acuerdo, y más aún si en las noticias que te llegan ves una nueva masacre en Gaza o Líbano o Ucrania, seguida muy de cerca por otra sobre el modo correcto de cortarse las uñas de los pies. Es como para tambalear tu sentido de las prioridades. Yo ya dudo, lo confieso, ya no sé si preocuparme más por mis pies, pero los míos, ni siquiera los pies en general, o por el último naufragio en el Mediterráneo o la situación en Sudán, que total, no puedes hacer nada. En cambio, sí está al alcance de tu mano cómo reconocer la mejor mortadela, afecta a tu vida. Nos dejan solos con nuestro criterio, a orientarse en este caos, y al final como que te rindes, casi agradeces que te diluyan o escamoteen las graves cuestiones que nos rodean. Preferimos el entretenimiento. Si creyera en las conspiraciones podría llegar a pensar que ese es el objetivo, que dimitas de estar informado y te acabes poniendo una serie, cuantas más temporadas mejor, diez temporadas, cien temporadas, mil, todas seguidas, casi una realidad paralela. Porque además debes verlas (precisamente para eso, para estar enterado), ni siquiera te las aconsejan. Yo colecciono titulares intrascendentes como este que decía de los pies para sacarlos algún día y ya comentar con perspectiva, si es que algún día logramos llegar a ella. Es decir, me parece que no es una tontería, sino un síntoma. Queremos distraernos, cosas ligeras. Distraer es, desde luego, el verbo más certero para definir lo que está pasando. Preferimos estar distraídos, ser espectadores.
Menos mal que a veces hay noticias que te obligan a tomar partido, como esta que vi el otro día: “Una influencer quiere un nuevo seno y lanza una campaña de recaudación de fondos”. He aquí por fin una de esas cuestiones que invitan a la reflexión. Se trata de una chica muy mona de Turín, Michelle Comi, de 29 años, un millón de seguidores entre TikTok e Instagram, muy activa en OnlyFans, esa plataforma más o menos porno donde uno paga por seguir a alguien y ver lo que le dejen. Esta mujer ha planteado así su iniciativa: “Contribuye al aumento del seno de tu princesa”. Y prosigue: “Hola, súbditos. Hace tiempo que tengo el deseo de aumentar mi seno en una talla. Donad para contribuir a la operación de vuestra soberana”. Salud y república, vienen ganas de decir. Frase para enmarcar: “Con un pequeño gesto podéis cambiar el mundo, en este caso el mío”. Resumiendo, he llegado a tal punto de desorientación que ya no sé si donar a Médicos Sin Fronteras o a este proyecto, que al menos es algo concreto, palpable. O incluso ponerme yo a pedir dinero por todo el morro para lo que sea. En todo caso, la cosa ya está resuelta: esta mujer ya ha sacado 15.000 euros. Para mí todo esto es un misterio tan insondable como la materia oscura del universo. ¿Pero de dónde demonios sale toda esta gente? Tanto los soberanos como los súbditos, estos microestados virtuales de idiotas que son casi la nueva ONU, la nueva opinión pública. Miles de personas viviendo del cuento y millones mirando y pagándoselo, y de dónde sacan tanto dinero para malgastar. No sé si en algún momento la realidad irrumpirá, quizá con algún estrépito, a deshacer este encantamiento de princesas, príncipes y súbditos, o acabaremos todos dentro del cuento. Y colorín colorado.
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