Cientos de argentinos marchan en Buenos Aires contra el hambre
En Argentina "no faltan alimentos, falta voluntad política", dicen los convocantes
"¡El hambre es un crimen!", volvieron a gritar el pasado miércoles cientos de argentinos en el cierre de la campaña 2009 contra la indigencia en este país, que en 2010 cumplirá 200 años y que hace 100 era conocido como el "granero del mundo". En la iglesia de Santa Cruz, en Buenos Aires, las actrices Leonor Manso y Cristina Banegas y el pastor evangélico Arturo Blatezky leyeron una proclama en la que afirmaron que "hay que detener [el hambre] sí o sí", porque en Argentina "no faltan alimentos; faltan, en cambio, la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes".
La indigencia, es decir, la falta de ingresos para cubrir las necesidades alimenticias, afecta a 1,8 millones de argentinos, el 7,3% de la población, según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas. La pobreza, que es la carencia para pagar los gastos, no sólo de alimentos, sino también de vestimenta, transporte, educación y sanidad, castiga a 5,7 millones, el 23,1%.
Son estadísticas que duplican las admitidas por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero más conservadoras que las de la Universidad Católica Argentina (UCA). La reciente decisión de Fernández de crear un subsidio de 32 euros mensuales para más de 3,7 millones de niños prácticamente acabará con la indigencia, según Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, pero el investigador de la UCA Agustín Salvia advierte que la paga puede depreciarse si la inflación supera el 17% en 2010, tal como pronostica la mayoría de los economistas.
La cita fue en la parroquia de Santa Cruz, la misma en la que la última dictadura militar (1976-1983) secuestró en diciembre de 1977 a tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, dos monjas francesas y otros siete militantes de los derechos humanos. Allí se reunieron el miércoles el secretario institucional de la Central de Trabajadores Argentinos, Víctor de Gennaro; otra de las oradoras del acto, Alba Lanzilotto, de Abuelas de Plaza de Mayo (que están festejando la recuperación de la identidad del nieto número 100, hijo de un desaparecido durante el régimen); el dramaturgo Roberto Tito Cossa y el actor Lorenzo Quinteros, entre otros artistas; la diputada de izquierdas Liliana Parada, otros políticos, religiosos y adultos y niños de organizaciones sociales, muchas de ellas del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo.
"Es imperativo terminar con un sistema económico que en la mayoría de los casos no da hijos sino hambre, no da futuro sino paco (la pasta base de cocaína, que tanto se ha propagado en los últimos años en los barrios pobres de Buenos Aires)", decía la proclama que leyeron Manso, Banegas y Blatezky y que había escrito Alberto Morlachetti, el coordinador de Chicos del Pueblo, agrupación cuyos miembros sufrieron 15 agresiones físicas o secuestros en los últimos dos años por alzar su voz contra el hambre. Ninguno de esos ataques fue aclarado por los jueces.
Chicos del Pueblo viene marchando contra el hambre desde 2001. En el último mes también se había movilizado en Rosario y Paraná. El miércoles, en un ambiente de denuncia, pero también de esperanza por la Navidad, el párroco de Santa Cruz, Carlos Saracini, empuñó la guitarra y cantaron todos la Marcha de los chicos del pueblo: "Llegan cantando / van despertando/ son los chicos del pueblo / quieren vivir / Defender la alegría / defender el amor / les cuesta la vida / sí, señor".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.