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La lucha interna entre Ahmadineyad y Ali Lariyaní lleva a la cárcel al ex fiscal general

Es el penúltimo episodio de la guerra política entre Ahmadineyad y el presidente del Parlamento

Ángeles Espinosa
El presidente del parlamento iraní, Ali Lariyaní, escucha la intervención del presidente Mahmud Ahmadineyad el domingo 3 de febrero.
El presidente del parlamento iraní, Ali Lariyaní, escucha la intervención del presidente Mahmud Ahmadineyad el domingo 3 de febrero.ATTA KENARE (AFP)

Said Mortazavi, ex fiscal general de Teherán y un importante aliado del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, fue detenido anteanoche, sin que se haya explicado el motivo. Aunque Mortazavi tiene una causa abierta por la muerte de tres detenidos durante las protestas de 2009, todo parece indicar que su inopinado envío a prisión es, sin embargo, un nuevo capítulo del enfrentamiento entre Ahmadineyad y el presidente del Parlamento, Ali Lariyani. Ambos se enzarzaron el domingo en esa Cámara en un intercambio de acusaciones de corrupción, poniendo en evidencia las fracturas en la cúpula del régimen a cuatro meses de unas nuevas elecciones presidenciales.

 Ahmadineyad calificó la medida de “acto odioso”, poco antes de viajar a El Cairo, donde asiste a la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica. “A mi regreso a Teherán, me ocuparé del asunto”, dijo citado por la agencia estatal IRNA. “No entiendo cómo alguien comete una infracción y se detiene a otra persona; en lugar de ir por el infractor, van a por quien ha denunciado la violación”, añadió evidenciando su malestar con el caso.

La detención de Mortazavi se produjo al día siguiente de que Ahmadineyad presentara ante el Parlamento una grabación en la que, según aseguró ya que no se entendía con claridad, Fazel Lariyani le ofrece el apoyo de sus influyentes hermanos a cambio de dinero. Fazel es hermano del presidente de la Cámara, Ali Lariyani, y del jefe del poder judicial, Sadegh Lariyani. El presidente del Parlamento no se cortó y le respondió mencionando supuestos contactos de Davud, un hermano de Ahmadineyad, con la oposición armada y agentes extranjeros.

“El poder judicial no es una organización familiar”, se quejó el martes Ahmadineyad, en clara referencia a la influencia del clan Lariyani, lo más cercano a la nobleza que tiene el sistema clerical iraní. Su enfrentamiento con el jefe del Legislativo viene de lejos. En las presidenciales de 2005, un todavía desconocido Ahmadineyad infligió una humillante derrota a Ali Lariyani. Luego bajo su presidencia, el Parlamento se volvió hostil a Ahmadineyad y sus aliados. Ante las elecciones del próximo junio, a las que el presidente no puede presentarse por tercera vez, Lariyani se rumorea como un candidato con posibilidades.

A la vista de esos comicios, cabe la tentación de interpretar el actual rifirrafe entre Ahmadineyad y Lariyani en clave electoral. Sin duda, el próximo relevo al frente del Gobierno alienta la toma de posiciones, pero lo que sale a la luz va más allá. Expone la fractura que se ha abierto dentro del régimen después de que los conservadores expulsaran del sistema a los reformistas, a raíz de que éstos denunciaran fraude en la reelección de Ahmadineyad en 2009.

Es un acto odioso. A mi regreso a Teherán me encargaré del asunto" Mahmud Ahmadineyad

Bajo el manto de unidad que intenta mantener el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo y máxima autoridad del país, se han ido perfilando dos grupos que compiten por el poder. De un lado, Ahmadineyad y quienes apoyan su nacionalismo populista y su estilo provocador de ejercer la política, muchos, como él, exmiembros de la Guardia Revolucionaria y algunos que incluso defienden separar los asuntos políticos de los religiosos (lo que les ha valido ser acusados de “corriente desviacionista”). De otro, quienes como Lariyani y sus hermanos se han alineado con el clero tradicional que se ha sentido amenazado por el estilo desafiante de esa generación más joven y que, en cierta medida, antepone la patria al islam.

No es la primera vez que esas tensiones salen a la luz. Durante la campaña presidencial de 2009, el deslenguado Ahmadineyad dejó de piedra a los iraníes cuando durante unos inusitados debates televisados (los primeros en la historia de Irán), acusó de corrupción a Rafsanyani, uno de los hombres más poderosos de la República Islámica. Al final y en aras de la unidad, el líder supremo terminó bendiciendo la polémica reelección y Ahmadineyad ha actuado desde entonces como si tuviera mayoría absoluta. En el camino, se ha creado muchos enemigos.

De ahí que los diputados le sometieran a una moción de censura en marzo de 2012, la primera vez en que un presidente iraní se ha visto en tal situación, o que el poder judicial encarcelara a su asesor de prensa y confidente, Ali Akbar Javanfekr. Pero el temor a una crisis interna, en un momento de máximas presiones internacionales por el programa nuclear, hizo que el pasado noviembre Jamenei frenara una segunda moción de censura contra Ahmadineyad y pidiera a los altos cargos que aparcaran sus diferencias hasta las elecciones porque otra cosa equivaldría a traición.

Todo parece indicar que el líder supremo volverá a intentar contener el enfrentamiento para mantener la imagen de unidad y el statu quo. De todas formas, la detención de Mortazavi es un nuevo signo de su hartazgo con el conflictivo presidente. Nadie cree en Teherán que esa medida pueda haberse tomado sin el visto bueno de Jamenei.

Mortazevi, al que Human Rights Watch ha calificado de “violador en serie de los derechos humanos”, tuvo que dejar la Fiscalía de Teherán cuando salieron a la luz las torturas en el centro de detención de Khahrizak en el verano de 2009. El Gobierno admitió entonces la muerte de tres jóvenes que se manifestaron contra la polémica reelección de Ahmadineyad. Pero a pesar de tener abierto un proceso judicial, el presidente iraní premió su lealtad poniéndole al frente del organismo que gestiona los fondos de la Seguridad Social. Enfadados, los diputados convocaron al titular de Trabajo, de quien dependía. Por eso Ahmadineyad fue al Parlamento el domingo, aunque no logró evitar que su ministro fuera reprobado por 192 de los 290 miembros de la Cámara.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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