Argentina, sin estrategia frente a China
Dudosas concesiones dejan en evidencia la desequilibrada relación bilateral entre ambos países
El pasado miércoles 25 de febrero se aprobó en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina el proyecto de ley vinculado al Convenio marco de cooperación en materia económica y de inversión entre la República Argentina y el gobierno de la República Popular China, el cual fue suscrito el 18 de julio de 2014 y ya había comenzado a ser implementado por la presidente Cristina Fernández a través de la firma de acuerdos específicos en Pekín.
El mismo obtuvo el acompañamiento del oficialismo, pero recibió fuertes críticas por parte de todo el arco opositor, ya que le otorga al gigante asiático dudosas concesiones que dejan en evidencia la desequilibrada relación bilateral que se viene desarrollando entre ambos países.
Como diputado opositor, estoy convencido de que China, junto al resto de Asia pacífico, se puede convertir en el presente y futuro comercial de la Argentina. Para tomar dimensión de ello, 20 millones de chinos se trasladan del campo a la ciudad por año, adquiriendo nuevos hábitos de consumo y alimentación, y sus tierras son insuficientes para acompañar este proceso. De modo que un territorio como el argentino, que dispone de potencial para alimentar a 800 millones de habitantes, tiene mucho que negociar con estos actores. Pero para ello necesitamos una planificación estratégica que privilegie nuestras ventajas competitivas.
Sin embargo, dicha estrategia a futuro no se verifica en el convenio en cuestión cuando, por ejemplo, en su artículo 5 permite que todas las inversiones que surjan del mismo se realicen sin licitación pública, es decir con contrataciones directas, a cambio de financiamiento chino. En este sentido, el grupo de los ocho ex Secretarios de Energía de la Nación Argentina ha advertido que este tipo de adjudicaciones son limitadas en su transparencia, constituyéndose en “fuente de sobreprecios, baja calidad de los suministros y excesivas comisiones en beneficio de los adjudicatarios y los intermediarios en las compras”, además de excluir la provisión de bienes y servicios locales.
Asimismo, y a pesar del contexto de desocupación creciente que vive hoy la Argentina, el convenio brinda la posibilidad de contratar de mano de obra de origen chino aplicando las leyes laborales chinas, sin pagar ningún tipo de impuesto o carga laboral al Estado argentino, lo que perjudica seriamente a sus trabajadores; y a su vez, le otorga discrecionalidad al Ministerio de Economía para firmar convenios específicos entre entidades gubernamentales, sin la debida aprobación y control legislativo.
En este desequilibrio la Argentina llegó a alcanzar un déficit de 6000 millones de dólares el año pasado, situación que se viene incrementando desde hace varios años. Por ejemplo, en 2005, siendo presidente de la Comisión de Industria, yo mismo presenté un proyecto de resolución (2001-D-05) para defender los intereses de los sectores de la producción y del trabajo, particularmente las pequeñas y medianas empresas industriales y agropecuarias, las economías regionales y los trabajadores, frente al avance de las importaciones chinas.
Entonces, ¿por qué pudiendo ser grandes colocadores de productos con valor agregado y trabajo incorporado, la Argentina exporta cada vez menos a China e importa cada vez más sus bienes industriales? ¿Por qué pudiendo tener saldos comerciales a su favor por sus claras ventajas competitivas en temas agroalimentarios, cada vez son más deficitarios?
La respuesta la podemos hallar, una vez más, no en una planificación de infraestructura, autoabastecimiento energético e incremento de la productividad en el mediano y largo plazo; sino en la urgencia coyuntural del gobierno actual por inyectar las reservas que los chinos le proveen a su Banco Central, manteniendo tranquilas sus cuentas de aquí a unos diez meses en que finaliza el mandato presidencial.
Cabe señalar que el gobierno ya le había realizado concesiones a China en el mes de agosto del año pasado, cuando se votó en el Congreso la “inviolabilidad de los depósitos de los bancos extranjeros”. Sólo ocho diputados votamos en contra advirtiendo que aquello estaba manifiestamente dirigido a beneficiar a la República de China y que se trataba de la antesala de la falta de un acuerdo comercial estratégico que nos causaría graves daños.
Si comparamos el accionar del gobierno argentino con el de su vecino, Brasil, podemos observar cómo se está desaprovechando la gran oportunidad que este inmenso mercado le está ofreciendo, ya que Brasil ha establecido un plan decenal de cooperación basado en un fuerte debate punto por punto y en una acción conjunta guiada por las características y necesidades de ambos países; las estrategias de desarrollo y leyes de las dos naciones; y los principios de beneficio mutuo, desarrollo común, viabilidad y eficiencia.
Por todo ello, es nuestra preocupación que la Argentina no pierda como prioridad sus propios intereses a futuro, reduciéndose a la emergencia coyuntural para lograr cualquier tipo de acuerdo internacional que acomode temporalmente su insuficiencia de divisas. La Argentina, como el resto de los países de la región, debe ser partícipe y no mirar desde afuera el modo en que se está reacomodando el mundo.
Carlos Brown es diputado argentino. Twitter @TatoBrown
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