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Por qué ha estallado la violencia en Gabón

Claves de los enfrentamientos que han causado tres muertos y un millar de detenidos tras los comicios

La Policía de Gabón retira las barricadas de los manifestantes.Vídeo: MARCO LONGARI (AFP)
José Naranjo

Gabón, un pequeño país de África central de 1,6 millones de habitantes, atraviesa una grave crisis poselectoral que se ha traducido en la muerte de al menos tres personas, decenas de heridos y la detención de un millar de ciudadanos tras el incendio del Parlamento la noche del pasado miércoles. Los resultados de los comicios presidenciales hechos públicos ese día por la Comisión Electoral, que daban como ganador al presidente saliente Alí Bongo Ondimba con un 49,8% de los votos frente a su principal rival, el líder opositor Jean Ping (48,23%), provocaron una inmediata reacción de protesta de la oposición en las calles que ha sido reprimida con violencia por las fuerzas del orden.

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Los disturbios han tenido su epicentro en la capital, Libreville, donde la cifra de detenidos ronda los 800, pero también se han producido en otras ciudades, como Port-Gentil y Mouila. Jean Ping ha acusado al Gobierno de ordenar el ataque del cuartel general de la oposición, que asegura que fue bombardeado por un helicóptero antes de que penetraran la Policía y la Gendarmería, con el resultado de al menos dos muertos. Entre los detenidos se encuentran altos cargos de la oposición. Tanto la Unión Europea como la Unión Africana han expresado su preocupación por el violento giro de los acontecimientos en Gabón.

Este jueves, tras la celebración de un Consejo de Ministros de urgencia, el propio Alí Bongo ha ofrecido una rueda de prensa para asegurar que “se adoptarán todas las medidas para garantizar la seguridad del país” y cerrar el debate con un contundente “yo sé quién ha ganado y sé quién ha perdido. La democracia se entiende mal con éxitos autoproclamados y grupúsculos creados para la destrucción. La democracia se lleva mal con el asalto de un Parlamento y de la televisión nacional”, añadió Bongo.

Las elecciones, que ya se preveían reñidas entre los dos principales aspirantes, tuvieron lugar el sábado y el ambiente se fue enrareciendo a medida que iban pasando las horas. El candidato opositor, expresidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), proclamó su victoria al día siguiente de que se cerraran las urnas, cuando ni se había producido el recuento ni los resultados se habían hecho públicos, mientras el Gobierno hacía una llamada a la calma y a esperar a que finalizara el trabajo de la Comisión Electoral.

La oposición gabonesa tenía razones para creer en que se estaba cocinando un pucherazo. Alí Bongo es presidente desde 2009, pero su padre Omar, fallecido ese mismo año, y él llevan la friolera de 49 años ocupando el sillón presidencial, medio siglo durante el cual el clan Bongo ha hecho y deshecho a su antojo avalado por elecciones más que dudosas. La sospecha de fraude se acrecentaba a medida que iban pasando las horas y la Comisión Electoral retrasaba la proclamación de resultados, sobre todo después de que la misión de observación electoral de la Unión Europea advirtiera de la “falta de transparencia” del proceso y recomendara la publicación de los datos de cada colegio electoral.

Para echar más leña al fuego, durante los días previos a la proclamación de resultados se hizo pública una trama digna de la mejor película de espías. El Gobierno gabonés acusó a Ping de haber puesto en marcha una tentativa de desestabilización del país mediante la contratación de piratas informáticos de Costa de Marfil encargados de filtrar datos falsos en las redes sociales. Se da la circunstancia de que Ping, desde su puesto de alto responsable de la Unión Africana, contribuyó a validar la más que dudosa victoria electoral del presidente marfileño, Alassane Ouattara, en 2010.

La filtración de una conversación telefónica entre el propio Ping y Mamadi Diané, consejero de Ouattara, en la que este le recomendaba forzar la dimisión de los miembros de la oposición en la Comisión Electoral, venía a confirmar la existencia de una maniobra preestablecida para caldear los ánimos y denunciar los resultados, aún antes de que estos se conocieran. La filtración, que tuvo lugar a comienzos de esta semana, forzó al presidente marfileño Ouattara a cesar a su consejero Diané y a desmarcarse públicamente del escándalo y de todo intento de injerencia en Gabón.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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