Día de caos en Caracas
Los enfrentamientos sacuden la capital y evidencian la brecha cada vez más insalvable en la sociedad
El clima de máxima tensión que atraviesa Venezuela desde hace cuatro meses alcanzó este domingo, en medio de la elección de una Asamblea Nacional Constituyente auspiciada por el régimen de Nicolás Maduro y rechazada por la oposición, su punto de no retorno. El ambiente que se respiraba en Caracas ilustraba la brecha, insalvable, que divide a la sociedad venezolana. La capital del país caribeño amaneció marcada por las huellas de las protestas que se intensificaron en las últimas semanas. A lo largo de la avenida Francisco Miranda, camino de uno de los bastiones chavistas, el municipio Libertador, se observaban los restos de las barricadas levantadas por la resistencia al Gobierno. Mientras en los barrios del centro los seguidores del Ejecutivo aguardaban para votar en los colegios electorales, los manifestantes comenzaban a pertrecharse para una jornada de movilizaciones que derivó en caos.
En el sector El Carmen de Petare, el barrio más poblado de Venezuela, había un festejo en las afueras de dos centros electorales. Mergui Liendo, una madre de 38 años, votó a favor de la Asamblea Nacional Constituyente porque considera que será el antídoto para fulminar la crisis venezolana. “Confío en que habrá un cambio en el país. La oposición solo ha empeorado todo, generando muertes y caos. Queremos calma, trabajar en paz”, dice.
Carmen Reyes, una pensionista de 72 años de Petare, no sabe qué es la ANC, pero también votó a favor porque es “fiel al legado de (Hugo) Chávez”. “No entiendo para qué sirve la Constituyente. Pero sea por bien o por mal, apoyo a Maduro”, indica. No todos los moradores de este barrio apoyan al chavismo. Cinco hombres jugaban al dominó en la calle, cerca de los centros de votación. A excepción de uno, el resto no respaldaba al Gobierno de Nicolás Maduro. “Lo peor se verá después de elegida la Constituyente. Estamos seguros que el hambre arreciará a su máxima expresión. Ya todos mis hijos se fueron del país, mi farmacia quebró por falta de medicinas y estoy mal. Ya solo espero lo peor”, asegura Pedro Camargo, de 73 años de edad.
Jesús, que prefiere omitir su apellido, había caminado con un grupo de opositores durante 15 días desde el Estado de Táchira (Andes venezolanos) hasta Caracas para manifestarse en contra de la Asamblea Nacional Constituyente en Altamira (este de la capital). “Venimos a buscar democracia. Protestamos contra la votación de derechos humanos, los abusos del Gobierno. Dejé a mi hijo, enfermo y sin medicinas, y a mi esposa en el pueblo. Soy empleado de la Gobernación de Táchira [presidida por un chavista] y no me da miedo protestar porque si tengo que morir por un futuro mejor, lo haré”, explicó. El hombre, de 32 años, recibió este domingo varios disparos de perdigón después de enfrentarse a militares en las revueltas callejeras.
En los choques con las fuerzas de seguridad fallecieron al menos una docena de personas. En las primeras horas de la jornada, además, la oposición afirmaba que se habían producido 15 detenciones. El número de arrestos de manifestantes aumentó desde el jueves pasado. Desde el comienzo de las protestas, que se desataron a principios de abril cuando el Gobierno de Maduro dejó, a través de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, sin atribuciones al Parlamento, de mayoría opositora, casi 5.000 personas han sido detenidas y más de 1.300 permanecen en prisión.
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