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SIETE AÑOS DE GUERRA EN SIRIA

La guerra de nunca acabar da oxígeno al ISIS en Siria

La multiplicación de los focos de conflicto desvía la atención de la lucha contra el yihadismo

Una familia huye de los combates con sus pertenencias en el cantón kurdo de Afrin. En vídeo, la Guerra de Siria en cifras.Vídeo: KHALIL ASHAWI (REUTERS) / REUTERS-QUALITY
Juan Carlos Sanz

Los expertos pronosticaban a comienzos de año el próximo final del conflicto en Siria tras la derrota del Estado Islámico (ISIS), pero la internacionalización de la contienda en Siria en múltiples focos amaga con prolongar sin límite una guerra que entra ahora en su octavo año. Los enfrentamientos generalizados no solo malogran los intentos de recobrar la paz tras medio millón de muertes. También refuerzan el riesgo de partición del país árabe y ponen en peligro la derrota final del ISIS, ante la retirada de parte de las fuerzas que acorralaban a sus milicias en la frontera con Irak.

Miles de combatientes kurdos aliados de Estados Unidos han abandonado en los dos últimos meses el frente del Éufrates contra los yihadistas. Se han movilizado para contener la ofensiva de Turquía en Afrin, en la frontera noroccidental. Las fuerzas del régimen también han desviado su atención en las últimas semanas hacia Guta Oriental, último feudo rebelde en las proximidades de Damasco. La guerra de nunca acabar, de todos contra todos, amenaza con insuflar nuevo aliento a un moribundo Estado Islámico.

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“Los generales norteamericanos se quejan amargamente de la sangría de los mejores combatientes de las YPG (Unidades de Protección del pueblo, milicia kurda), desplazados al frente de Afrin”, constata Joshua Landis, editor del portal especializado Syria Comment. “También lamentan que Siria y Rusia no hagan todo lo que esté en su mano contra los últimos milicianos del ISIS, mientras vuelven a enfrentarse a insurgentes que amenazan al Gobierno”, asegura en un correo electrónico el director del Centro de Estudios sobre Oriente Próximo de la Universidad de Oklahoma.

Los responsables de la coalición internacional contra el yihadismo encabezada por Washington intentan quitar hierro a la intervención militar de Turquía —un aliado en el seno de la OTAN— en territorio de Siria. Moscú, que domina el espacio aéreo del país árabe, mira para otro lado ante la encarnizada batalla por el estratégico valle de Afrin. El Gobierno turco considera que las YPG están estrechamente asociadas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una guerrilla que se alzó en armas contra el poder central de Ankara en 1984 para reivindicar el autogobierno del sureste de Anatolia, donde se concentran la mayor parte de los cerca de 20 millones de kurdos de Turquía.

“La lucha contra el Daesh [acrónimo árabe de Estado Islámico] sigue estando activa en el valle medio del río Éufrates”, afirma en respuesta a un cuestionario de EL PAÍS el coronel estadounidense Thomas Veale, uno de los portavoces de la coalición internacional. “Estamos al tanto de la salida de algunas fuerzas del Frente Democrático Sirio [frente opositor con 50.000 combatientes encabezada por los kurdos de las YPG], que pone de relieve el riesgo potencial de cualquier distracción en la lucha para derrotar al Daesh”, advierte.

El portavoz militar descarta, además, que la reciente reducción del número de bombardeos aéreos contra el ISIS —han caído en un 47% de enero (289 operaciones) a febrero (155)— tenga que ver con “factores ajenos” a los combates. “La cifra de ataques se ha reducido de forma consistente a medida que los últimos reductos del Daesh han sido exterminados o capturados”, concluye.

La coalición rebajó de 1.566 a 691 sus operaciones contra los yihadistas de septiembre a octubre pasados, tras la toma de Raqa, la ciudad bañada por el Éufrates que fue capital del Estado Islámico en Siria. La aviación había mantenido durante los tres meses siguientes, no obstante, una media de 260 bombardeos.

Como anticipó hace dos semanas The New York Times, los mandos del Pentágono, que han desplegado 4.000 miembros de sus fuerzas especiales como asesores del FDS, consideran que sin la fuerza de choque sobre el terreno contra el ISIS que representan los curtidos milicianos kurdos, los combates han quedado en manos de combatientes árabes que no cuentan con la misma capacidad de organización militar. La batalla para derrotar a centenares de milicianos arrinconados en el desierto se ha visto desacelerada, advertían los mandos consultados por el rotativo norteamericano, al tiempo que alertaban del peligro de que avezados yihadistas extranjeros escapen y regresen a sus países de origen en Oriente Próximo, África o Europa.

En su último informe sobre Siria al Consejo de Seguridad, el secretario general de la ONU, António Guterres, reconocía el pasado lunes que “los combatientes del YPG se han visto reforzados [en Afrin] por efectivos procedentes del este de Siria, donde estaban combatiendo al Daesh”.

Tras la destrucción del califato

“Cuando el Estado Islámico constituía la principal amenaza, EE UU presionó al resto de los países involucrados para que se concentraran en la destrucción del ISIS”, argumenta el profesor Landis. “Una vez destruido el califato, comienza el zafarrancho por apoderarse de las zonas controladas por los insurrectos”. La creciente internacionalización del conflicto ha llevado a la aparición de nuevos focos de tensión, como el situado en la frontera con los Altos del Golán (suroeste), un territorio sirio ocupado por Israel desde 1967.

Las defensas antiaéreas de Siria derribaron el pasado 10 de febrero un F-16 israelí que participaba en una misión de represalia contra objetivos iraníes en territorio sirio, en el incidente más grave en el que se ha visto implicado el Estado hebreo en los siete años de guerra en el vecino país árabe. El caza israelí participaba junto con otros siete aviones de combate en la destrucción de las instalaciones de donde partió un “dron iraní” que había sido interceptado pocas horas antes en el valle del Jordán al penetrar en el espacio aéreo del norte de Israel.

El presidente Bachar el Asad proclamó el miércoles en Damasco que no cesará en la lucha “contra quienes atenten contra la unidad del país”, según informó Reuters. Los kurdos apoyados por EE UU controlan un 27% de Siria, precisamente en áreas donde se localizan los principales yacimientos de petróleo. Turquía domina ya más del 2% y apunta al control de Idlib (norte), la última provincia en manos de grupos insurgentes, en cuyo poder sigue aún un 13% del país, de acuerdo a los datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. “El Asad ha ganado la guerra contra la rebelión tras hacerse con el 58% del territorio, pero depende de las potencias presentes en su país”, recapitula el analista Landis. Su pronóstico final: “Siria permanecerá dividida en tres regiones”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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